Photo Illustration Ramsey El-Qare

El número de registros de “alto y cacheo” supuestamente al azar de hombres y jóvenes afroamericanos en la ciudad de Nueva York excedió el número total de hombres y jóvenes afroamericanos que viven en la ciudad. Solo hay 158.406 varones afroamericanos entre los 14 y 24 años de edad en la ciudad, pero la policía hizo 168.126 registros “alto y cacheo” en ese grupo demográfico—una diferencia de 9.720.

Este tipo de acciones de policía es una gran violación de derechos civiles. La ley “alto y cacheo” parece darle completa autoridad a la policía para detener a quien ellos quieran, llevando a que cientos de miles de personas—en su mayoría gente de color—a ser acosadas y humilladas por policías que habían jurado servir y protegerlos.

El 87 por ciento de las personas detenidas el año pasado por “alto y cacheo” fueron afroamericanos o latinos.

El alcalde Michael Bloomberg ha dicho que el programa disuasiva el crimen, pero casi ninguno de los cacheos ha logrado algo, aparte de crear una experiencia humillante para el sospechoso. Solo el 10 por ciento de las personas detenidas estaban violando alguna ley, dejando un 90 por ciento que fue molestados por la policía sin razón alguna.

Otras grandes ciudades han cortado los índices de crimen sin recurrir a métodos policiácos tan drásticos. Los índices de crímenes violentos en la ciudad de Nueva York disminuyeron un 29 por ciento del año 2001 a 2010, pero este número se queda atrás en comparación con la reducción del 59 por ciento en Los Angeles durante el mismo período de tiempo, o con la baja de 56 por ciento en Nueva Orleans o la baja de 49 por ciento en Dallas.

Lo que es peor, “alto y cacheo” es una ley contraproducente; el programa rompe el valioso lazo de confianza entre la policía y la comunidad a quien deben de proteger.

Un estudio por Amnesty International en el 2004 encontró que las víctimas de “alto y cacheo” sufren de angustia emocional y humillación—la experiencia es una invasión de privacidad y un recordatorio de como recursos policíacos son desviados hacia una práctica inefectiva y racista en lugar de resolver homicidios, violaciones u otros crímenes violentos.

Ahora es el tiempo de demandar cambios; el número de detenciones en la calle ha subido más de un 600 por ciento desde el primer año que Bloomberg se convirtió en alcalde. El año pasado la policía de Nueva York condujo más de 685.000 detenciones en la calle. No podemos permitir que estos números sigan creciendo.

—Traducción Estela Fuentes