Editorial

Tras ocurrir el asesinato de George Floyd a manos de la policía el 25 de mayo de 2020 —un muerte fue grabada en video por transeúntes y compartida ampliamente a través de las redes sociales— esperábamos un cambio real. Esperábamos no volver a ver semejante brutalidad.  

Nuestra esperanza era real. Impulsó más que nunca la idea de la abolición de la policía. Sin que los gobernantes tomaran medidas preventivas, los homicidios a cargo de elementos policiales continuaron. Y ahora, se añade a la lista Tyre Nichols. 

De 29 años de edad, ese padre de familia, aficionado a la patineta y aspirante a fotógrafo, fue golpeado por cinco policías negros en Memphis, Tennessee, el 7 de enero de 2023, tras detenerlo en tráfico, una parada que ni siquiera la policía ha podido justificar. 

Nichols murió tres días después a causa de las hemorragias. Mientras los agentes Tadarrius Bean, Demetrius Haley, Justin Smith, Emmitt Martin III y Desmond Mills, Jr. se turnaban para golpearlo, Tyre llamaba a su madre, un detalle que conocimos tras difundirse públicamente el 27 de enero, los videos de las cámaras corporales de los agentes y los del sistema de vigilancia callejera.

Incluso antes de que estos se hicieran públicos, el departamento de policía de Memphis se apresuró: Los cinco agentes fueron despedidos el 20 de enero y solo acusados de asesinato en segundo grado y secuestro hasta seis días después. Desde entonces, otro agente más, Preston Hemphill, blanco, fue despedido, al igual que tres miembros del cuerpo de bomberos de Memphis que no asistieron a Nichols en el sitio donde ocurrió la golpiza. 

Lo que siguió a la publicación del video —que se produjo poco después de la muerte de Manuel ‘Tortugita’ Esteban Páez Terán y Keenan Andersona, tambien a manos de la policía y solo por nombrar sólo algunas víctimas— fueron las marchas y el llamado a exigir justicia mediante la abolición de la policía.

Políticos y representantes electos de todo el país, muchos de los cuales han aumentado los presupuestos a la policía pese al clamor público de que los recursos sean destinados a otros servicios vitales, se apresuraron irónicamente a condenar las acciones ocurridas en Memphis. 

La fiscal de distrito de San Francisco, Brooke Jenkins, que se ha negado a responsabilizar a la policía local de los asesinatos de hombres negros y morenos en esta ciudad, aprovechó la oportunidad y tuiteó: “Como mujer negra y miembro de las fuerzas del orden, me siento en la obligación de tratar a las personas con dignidad y respeto. Lo que presencié fue violencia colectiva y abuso de poder”.

Kevin de Leon, el único concejal de Los Ángeles que fuera grabado participando en una retórica racista contra la comunidad negra, se solidarizó en las redes sociales con la familia Nichols.

Estos llamados ya se han oído antes entre los políticos. Pero su efecto es en vano, porque si algo sabemos es que no hay reforma que impida a la policía desatar su brutalidad contra nuestras comunidades. Para poner fin a los asesinatos policiales, hay que abolir la policía.

Tras el asesinato de George Floyd, se nos prometió responsabilidad policial mediante la Ley George Floyd de Confianza e Integridad en la Aplicación de la Ley. Nos prometieron más cámaras corporales, transparencia, iniciativas de formación comunitaria y “diversidad” entre los departamentos de policía. 

¿Por qué? ¿Acaso no estaba Derek Chauvin rodeado de agentes de color que se negaron a intervenir? ¿No fueron Philando Castile y Derrick Gaines asesinados por agentes de color?

La diversificación de los departamentos de policía no significa una disminución del daño que históricamente se ha infligido a las comunidades pobres y mayoritariamente de color. Lo que hace es facultar a los agentes de color para compartir y participar de la brutalidad hacia dichas comunidades. 

Lo que el asesinato de Tyre nos demuestra es que no hay diversidad ni reforma que aplaque la histórica violencia policial. Todas las supuestas garantias que se prometieron tras el asesinato de George Floyd estaban en vigor la noche en que Tyre fue injustamente detenido y golpeado. Los agentes eran negros, tenían cámaras corporales en funcionamiento, pertenecían a una unidad cuya misión era supuestamente “Restaurar la paz en nuestros barrios”. Lo que su asesinato nos muestra es que si una institución está arraigada en el mantenimiento de una estructura de poder de supremacía blanca, sigue predominando una institución supremasista. Independientemente del color de la piel del oficial que porte el uniforme.

En un artículo de 2016 publicado por Pew Charitable Trusts, Jen Fifield escribió sobre cómo las estrategias de la fuerza policial de Baltimore, bastante diversa, conducen a “disparidades graves e injustificadas en las tasas de detención y requisa de afroamericanos”.

Cuando Chauvin fue declarado culpable del asesinato de George Floyd —un veredicto que sólo fue posible tras quebrar cristales e incendiar edificios— El Tecolote escribió: “Sin el desmantelamiento de este brutal sistema y la creación de algo nuevo, estos asesinatos continuarán”.

Nuestra opinión sigue siendo la misma. Para concluir este editorial, nos gustaría terminar con las palabras de Tyre quien, como ya se informó, era fotógrafo; estas son palabras extraídas de su sitio web. Ojalá todos compartamos su pasión por la vida:

“Mi visión es llevar a mis espectadores a lo más profundo de lo que capto a través de mis ojos y de mi objetivo. La gente tiene una historia que contar, ¿por qué no capturarla en lugar de hacer lo ‘normal’ y escribirla o hablarla? Espero que algún día la gente vea lo que yo veo y que admiren mi trabajo basándose en la calidad y los ideales de mi obra”. 

Si desea visitar la página en internet Tyre Nichols o tener más información sobre cómo hacer una donación para su familia, por favor visite:

https://thiscaliforniakid2.wixsite.com/tnicholsphotography/about
https://www.gofundme.com/f/tyre-nichols