Còmico: Yano Rivera

Si hay algo garantizado que vendrá después de unas elecciones decepcionantes, es la oleada de malas interpretaciones políticas para intentar explicarlas.

Pero centrémonos en la que está recibiendo mucha atención.

“Los hombres latinos simplemente no querían una presidenta”, rezaba un encabezado publicado desde The Hill. “El regreso de Trump al poder, impulsado por el apoyo de los votantes hispanos y de la clase trabajadora”, declaraba Reuters. CBS News publicó “Los hombres latinos se mostraron en gran número a favor del presidente electo Donald Trump”.

Increíble, y yo pensaba que los principales medios de comunicación sólo se preocupaban por nosotros durante el Mes de la Herencia Hispana. Los hombres latinos pasaron de ser responsabilizados por la derecha por las drogas, el crimen y el robo de empleos, a tener la culpa de perder las elecciones según los demócratas centristas. 

Pero si los hombres latinos no querían a una mujer como presidenta, bueno, tampoco las mujeres blancas, ni aparentemente los hombres blancos: el 53% de las mujeres blancas y el 60% de los hombres blancos, respectivamente, votaron por Trump. Pero estoy divagando.

Esta aleccionador discurso postelectoral —que los hombres latinos (55 por ciento, según la mayoría de las encuestas a pie de urna) se pusieron del lado de un abusador intolerante, sexista, misógino, racista, xenófobo y mentiroso— es algo en lo que yo, y muchos otros, hemos pensando mucho. Por supuesto, todos tenemos derecho a mostrar rabia, tristeza y desesperación. 

Estoy indignado. Y estoy seguro de que otros también lo están. Pero lo que ninguno de nosotros debería sentir es conmoción o sorpresa. Cualquiera que sienta eso no ha estado prestando atención o sufre de negación. 

Este es otro recordatorio de por qué debemos contar nuestras propias historias. Porque si no lo hacemos, los principales medios de comunicación se lanzarán en paracaídas para decirnos, a nosotros y a todos los demás, quiénes somos. Y, como de costumbre, se equivocan. 

Los expertos y comentaristas de la corriente dominante se mostraron “conmocionados” y “consternados” por el aumento del número de hombres latinos que votaron a favor de Trump, superior al de 2020, cuando Biden obtuvo el 57% de los hombres hispanos, según Pew. Este impacto tiene su origen en que los medios de comunicación realmente no saben quiénes somos, porque nunca han hecho el esfuerzo de entendernos. Para ellos y para muchos otros, los latinos somos un bloque sin rostro, en su mayoría de clase trabajadora o pobre, y cuya historia migratoria es relativamente reciente.

Pero, ¿cuántos de nosotros, que crecimos en hogares latinos en los que la retórica sexista, racista, queerfóbica e islamófoba era habitual entre los hombres, nos sorprendimos de verdad? 

El discurso dominante afirma que los hombres latinos votaron en contra de sus propias causas e intereses, que les espera la deportación de sus seres queridos. Algo de esto es cierto. Pero, ¿cuántas veces debemos repetir que los latinos no son un monolito? A pesar de los mejores esfuerzos de los principales medios de comunicación, no existe el “voto latino”. Somos, en el mejor de los casos, un bloque fragmentado, dividido por clase, creencias religiosas o no religiosas y geografía. Cada uno de estos factores configuran nuestras historias migratorias y nuestra experiencia en la diáspora. 

Cuando empezamos a desentrañar el contexto de nuestra historia, nuestras experiencias migratorias y nuestra proximidad colectiva a la blancura, vemos que, al igual que los latinos no son un monolito, tampoco lo son los hombres latinos.

La verdad es que la retórica fascista y de derechas ha resonado durante mucho tiempo en nuestras comunidades, y no siempre sólo entre los hombres. Todavía hay latinos que glorifican las dictaduras de derechas de Trujillo, Fujimori, Somoza, Bautista, Perón, Pinochet y muchos otros que dirigieron juntas militares en toda Latinoamérica. ¿Acaso olvidamos sobre qué plataforma fue elegido Bolsonaro en 2019? ¿O Milei el año pasado? ¿No han oído hablar del popularísimo Bukele, autoproclamado “Dictador Milenario”, que tiene seguidores mucho más allá de El Salvador? 

Así que cuando me preguntan cómo los hombres latinos votaron por Trump, ofrezco esto: de la misma manera que los liberales centristas pasaron de “Todos somos Puerto Rico” una semana, a “Espero que te deporten” a la siguiente; de la misma manera que la “liberal” California votó para mantener el trabajo esclavo en prisión, y votó en contra de aumentar el salario mínimo —no eres tan progresista como crees.  

Nunca hemos sido progresistas. Un país construido sobre los principios fundacionales de la supremacía blanca, donde los hombres blancos fueron ordenados para gobernar; donde la doctrina del Destino Manifiesto borró los horrores del genocidio y la esclavitud; donde los migrantes atraídos por el cebo de la oportunidad podían al mismo tiempo ver su trabajo explotado y sus cuerpos convertidos en chivos expiatorios; donde el poder militar expande el imperio, a costa de la destrucción y la desestabilización; donde los líderes pueden pregonar el carácter sagrado de la democracia mientras derrocan democracias en otros lugares —un país así nunca puede considerarse progresista. No importa el color de la piel del César del imperio, el César siempre gobernará como el César.  

Así que no te lamentes por un país que, para empezar, nunca fue tuyo. Construye. Construye con otros. Construye compartiendo tu historia, sin dejar que los despistados la cuenten por ti. Construye con nuestras comunidades, con la gente que ya cultiva la tierra y hace el trabajo. Ahí es donde debemos comprometer nuestra lealtad. Todos los días. Y no cada cuatro años.

Alexis Terrazas is an award-winning journalist based in the San Francisco Bay Area. From 2014 to 2024, he served as Editor-in-Chief of El Tecolote Newspaper.