En una pintoresca sala de estar, mientras una pareja se sienta, momentos de la casa cuentan la historia de dos vidas, vividas amorosamente como en reverencia a los votos intercambiados para siempre.

En silla de ruedas, junto a su esposa Ann, se encuentra el veterano pakistaní Zahid Chaudhry, quien quedó paralizado tras un ejercicio de entrenamiento del ejército que resultó mal. Aunque en la habitación predominan tonos miel, una estática pensativa pende mientras la pareja lee en voz alta su destino en una carta del gobierno: «Se ha negado la ciudadanía».

Los dos se dan la mano y Zahid concede, «así es la vida, así es la vida». Ann toca con ternura la barbilla de Zahid y responde: «lo superaremos».


Zahid Chaudhry en casa junto a su esposa Ann. Foto de cortesía: American Exile Film

Esta escena proviene del documental ‘American Exile’ de John Valadez de 2020, el cual revela las historias de cuatro familias cuyas vidas se entrelazan por la experiencia de una injusticia compartida: servir a su condado para luego enfrentar la deportación, un exilio impuesto por el país por el cual arriesgaron sus vidas. Aunque la película solo sigue la historia de cuatro, la práctica casi invisible de deportar a los veteranos se ha extendido a lo largo de las décadas y encontró su precedente por primera vez en la reacción violenta contra los inmigrantes de los años ochenta y noventa.

En 1996, el presidente Bill Clinton aprobó la Ley de Reforma de la Inmigración Ilegal y Responsabilidad del Inmigrante, que aumentó las penas para los inmigrantes indocumentados. “Esta ley hizo que más delitos, incluidos los relativamente menores como el robo en tiendas y la posesión de marihuana, fueran motivo de deportación”, explicó la abogada Mariela Sagastume a NBC News y agregó: “Eliminó la discreción de los jueces para considerar el servicio militar, los lazos comunitarios, los lazos familiares y otros factores atenuantes en los casos de deportación”.

Como resultado, un número estimado de 94 mil veteranos han sido deportados luego de servir al país. Según el Informe de responsabilidad del gobierno, este país ha deportado a 92 veteranos entre 2013 y 2018, pero los expertos cuestionan esta cifra, así como los veteranos que abogan por la justicia en primera línea.

Para los hermanos Valenzuela, Manuel y Valente, que aparecen en el referido documental, su historia de deportación comenzó con su servicio como soldados en la Guerra de Vietnam. En el tiempo de servicio de Valente, el ejército le encargó el trabajo diario de recoger los cuerpos desmembrados del campo de batalla, colocarlos en bolsas de basura y empacarlos para su entrega al basurero. En otra ocasión, Valente relata una situación que lo obligó a decapitar a un sospechoso de terrorismo con un machete.

Valente Valenzuela en el Campo Roberts, en California, entrenando para Vietnam. Foto de cortesía: American Exile Film

Con un “corazón de artista”, según lo dicho por el director Valadez, Valente ha avanzado en la vida utilizando la escritura como una práctica de curación: “Todavía tengo demonios y algunos de ellos me seguirán hasta la tumba, pero es como una liberación de las heridas de la guerra”, declara Valente en ‘American Exile’.

Provocados por el carácter retroactivo de la ley de 1996, los hermanos Valenzuela recibieron sus avisos de deportación en 2009, 50 años después de su servicio, por faltas cometidas en su juventud.

Después de la guerra, el Departamento de Asuntos de Veteranos (VA, por sus siglas en inglés) diagnosticó en Manuel una discapacidad del 68 por ciento y en Valente una del 70 por ciento debido a un trastorno de estrés postraumático grave. Las experiencias de los hermanos se alinean con el problema más amplio en cuestión: una nación de veteranos en riesgo de suicidio, que sufren de TEPT o Trastorno de Estrés Postraumático (PTSD, por sus siglas en inglés) y discapacidad. Como destaca el documental, 18 veteranos se suicidan diariamente y medio millón padece dicho trastorno.


Valente Valenzuela, de joven, en el Campo Eagle en Vietnam. Foto de cortesía: American Exile Film

Para los veteranos deportados que no tienen acceso a los beneficios y atención médica del VA, su realidad se vuelve similar a una «sentencia de muerte», como dijo la documentalista Carleen L. Hsu.

El próximo libro del politólogo y profesor de sociología de la Universidad de San Francisco Marco Durazo, The Few, The Proud, The Deported: Race, Military Service, and the Politics of Immigration Enforcement, aborda la magnitud de esta injusticia a través de entrevistas de investigación cualitativa y acceso a datos disponibles.

En una entrevista con un veterano, se reveló la naturaleza frívolamente cruel del proceso de deportación. Para Durazo, el veterano deportado contó que un agente de ICE lo acompañó hasta la frontera. Cuando el veterano expresó su preocupación por acceder a los recursos y no saber español, el agente de ICE respondió: “pide ayuda a México”. La investigación de Durazo también revela el nexo entre el servicio militar negro, afrolatinx y latinx y su maltrato por parte de los EEUU.

The Valenzuela brothers at the U.S.-Mexico border
Los hermanos Valenzuela en la frontera entre México y los EEUU. Foto de cortesía: American Exile Film

“Tienes veteranos negros deportados que vinieron del Caribe y tienen un largo historial de servicio en nuestras guerras y en nuestro ejército”, dijo Durazo. La devastadora ironía de deportar a estos veteranos sigue: “Cuando los veteranos mueren, pueden volver a casa y ser celebrados como héroes y enterrados con todos los honores militares en nuestros cementerios nacionales militares”, dijo el autor, señalando que el mensaje es, “no se les permite regresar. Pero si mueres en México, eres bienvenido de volver a casa”.

Al allanar el camino hacia la repatriación y la naturalización, los esfuerzos de organizaciones como la ACLU, activistas como los hermanos Valenzuela y el trabajo de otros, como Durazo y Valadez, se unen para presionar por cambios legislativos.

Reconociendo estos esfuerzos, en julio de 2021, el presidente Biden prometió crear un proceso de repatriación en asociación con el VA. Desde entonces, Biden y ese departamento no han logrado implementar un proceso formal. El VA ha trabajado en casos individuales y encabezado iniciativas de vacunación al otro lado de la frontera.

Hasta que la promesa de Biden se haga realidad y se aborde el elemento faltante de la naturalización, el destino de cientos de veteranos deportados prevalece, así como su separación de la familia y de su país. Como lo ilustran las historias de ‘American Exile’, este es un destino atado a la angustia.

Captada por la cámara en la escena de la sala de estar de Zahid y Ann, está la verdad de esta injusticia y sus penas. Ann dice: “No me casé para vivir en un mundo aparte del amor de mi vida”.