Nota del editor: Con gran tristeza nos despedimos de una fuerza chicana pionera en nuestra comunidad, Elizabeth ‘Betita’ Martínez. Betita, consumada educadora, activista y autora, falleció el 29 de junio en San Francisco a la edad de 95 años. Para honrar su memoria, les presentamos un artículo de opinión que ella escribió para El Tecolote, publicado en septiembre de 2002. Que descanse en paz.

Para los latinos, el recordar ese horroso día de hace un año cuando miles de personas murieron, es muy doloroso.

Miles de trabajadores latinos de las Torres Gemelas fueron víctimas de los ataques suicidas. Muchos eran indocumentados y sus familias aún están luchando por conseguir algunas de las compensaciones monetarias que se han ofrecido. Una vez más vemos las injusticias de la política migratoria, que no reconoce a los trabajadores como seres humanos. Asimismo, más de un millar de personas de descendencia árabe y musulmana han sido detenidas en los Estados Unidos desde septiembre del año pasado sin que se den a conocer sus nombres.

Asimismo, en respuesta a los ataques, el gobierno estadounidense ha lanzado una “guerra contra el terrorismo” permanente contra muchos países del mundo. Ha utilizado la rabia y el dolor que causaron los ataques del 11 de septiembre para justificar esta guerra, aun cuando los familiares de las víctimas han dicho a gritos que “¡No!” Entre estas familias se encuentran Phyllis y Orlando Rodríguez — su hijo Greg falleció en los ataques al Centro Mundial de Comercio. Esta familia envió una carta a los periódicos el 15 de septiembre diciendo que:

“Sentimos que nuestro gobierno esta buscando vengarse, arriesgando que los hijos, las hijas, los parientes, los amigos que están sufriendo y muriendo en tierras distantes nos guarden más rencor. Ese no es el camino a seguir. No en nombre de nuestro hijo. No vengará la muerte de nuestro hijo. Pensemos en una respuesta nacional que traiga paz y justicia a este mundo. No empeoremos la situación inhumana que existe en este momento”.

Es triste decirlo, pero los mensajes como los de la familia Rodríguez no han servido para nada. Todo lo contrario, hemos visto morir a miles de civiles afganos, sin que el gobierno de a conocer la suma total. No existen pruebas concretas que muestren que Iraq tiene armas de destrucción masiva. Pero se supone que debemos creer que sí tiene porque algunos políticos hambrientos de guerra lo dicen. El resto del mundo se opone a este ataque. Y como siempre, serán soldados morenos y de color los que mueran en esta guerra.

Hemos visto también nuevas leyes como el Acta de Patriotismo que atenta contra nuestros derechos civiles y nuestra libertad. Hemos visto el surgimiento de una sensación de temor, que no parecer “patriotas”. En escuelas de educación media el ejército está tratando de reclutar a un gran número de estudiantes latinos en las fuerzas armadas.

El caso de José Padilla, oriundo de Brooklyn, Nueva York, de padres portorriqueños, es un ejemplo de dicho miedo. Padilla se convirtió al Islam después de una vida de crímenes menores en Chicago. Al regresar de un viaje de Pakistán fue arrestado en el aeropuerto de Chicago porque se rumoró que estaba planeando fabricar una bomba. Sin evidencia alguna, no podía ser detenido legalmente. La noche en la que se le debió poner en libertad, Bush lo declaró “enemigo combatiente” y fue transferido a una prisión militar donde sus derechos son absolutamente nulos, ni siquiera tiene derecho a un abogado.

Hoy, la buena noticia es que más y más gente de este país comienza a oponerse al militarismo y a la represión. Según un sondeo conducido por la Radio Pública Nacional, descrito en el New York Times el 5 de agosto, en marzo el 60 por ciento de los votantes pensaba que el gobierno iba en la dirección correcta y sólo un 28 por ciento pensaba lo contrario. Pero ahora sólo el 36 por ciento cree que las cosas van viento en popa y el 56 por ciento afirma que no.

Elizabeth ‘Betita’ Martínez en Acción Latina, agosto de 2007.Photo: Steven Simonetti

Más y más gente está en desacuerdo con la idea de que el “poder lo es todo”, que este país pueda imponer su Destino Manifesto en todo el mundo. Es por eso que esta es una época de esperanza, aun cuando tengamos que conmemorar la tragedia del 11 de septiembre del 2001.

¿Qué mejor manera de recordar a estas víctimas que ayudando a construir una sociedad justa y pacífica? La gente latina puede hacer mucho en este caso, ya que también ha sufrido guerras y represiones. Pero debemos alzar la voz. Debemos dejar nuestro miedo a un lado y pensar en nuestros hijos, quienes de lo contrario, heredarán un mundo de destrucción y muerte. Debemos crear alianzas para defender nuestras comunidades y para defender la vida en este planeta.

Debemos de comenzar a trabajar ahora, hoy, con nuestras familias, nuestros amigos, nuestros vecinos y colegas de trabajo para que juntos digamos: ¡BASTA YA! Somos la nueva mayoría en muchas partes de California. Tenemos el poder de conseguir un cambio tan sólo con tener el coraje de afirmar que ¡Sí, se puede!