La profesora Jasmin Gamez, entretiene a sus niños de primer grado en una de las aulas del Colegio César Chávez. Photo Hanna Quevedo

La versión actual del presupuesto del Estado para el año fiscal 2011-2012 recorta $535 millones destinados a programs para el cuidado y el desarrollo de niños, conforme al Departamento de Educación, y que actualmente sirven a casi 500.000 niños provenientes de familias de bajos ingresos.

El proyecto de presupuesto reduce la edad máxima para otorgar subsidios de los 12 a 11 los años de edad, elimina fondos para el cuidado de alrededor de 14.000 niños y reduce los ingresos mensuales máximos de $3.769 a $3.015, reduciendo el número de familias que reunirían los requisitos para acceder a los programas de 14.000 a 16.000 familias.

Y el impacto no se limita al cuidado de niños. La financiación de los programas destinados a niños de kínder al grado 12 se ha reducido en $100 por estudiante en comparación al año pasado. Esta reducción, causada en gran parte por la pérdida del dinero del estímulo federal, es parte de una tendencia continua —el nivel propuesto de financiación disminuye un 6,4 por ciento respecto a los años 2007–2008, de acuerdo a la Oficina del Analista Legislativo no partidista.

Pero la espiral continua en la reducción del financiamiento para la educación tiene un efecto dominó que se extiende a los programas que no están directamente financiados por fondos estatales.

Charlie Sciamma es organizador de la comunidad con PODER y padre de tres hijos. Dos de ellos, Nicolo, 6, y Habbib, 4, están matriculados en la escuela Fairmount.

“Debido al estado del presupuesto, el dinero que nosotros los padres y los maestros hacemos a través de recaudaciones de fondos como en ventas de productos horneados, es el que ahora cubre el tipo de cosas que el distrito solía pagar”, dijo Sciamma. “En el pasado el dinero se destinaba a programas que los padres querían crear para complementar la educación de nuestros niños.”

Sciamma y su esposa Laura Chiera, abogada en una organización sin fines de lucro, trabajan los dos a tiempo completo, y hasta este año utilizaron el programa extraescolar en Fairmount de Nicolo. Sciamma dijo que experimentaron de primera mano lo que puede ocurrir si los programas ya no estuvieran disponibles.

“La escuela termina a las 2:40 y lo más tarde que se puede recoger a tus hijos del programa extraescolar es es a las 6 (…) a nosotros nos salvó la vida. Nos dio una mayor flexibilidad en nuestro horario de trabajo”, dijo. “Pero ahora Habbib está inscrito en el programa de preescolar, y el programa después de clases es sólo para los estudiantes de kínder hasta los cinco años. No tiene sentido tener un solo niño”.

Añadió que su horario de trabajo era lo suficientemente flexible como para adaptarse a la nueva situación, pero dijo que “no todas las familias tiene esa posibilidad en su lugar de trabajo, así que eso es una dificultad real”.

Hay otros lugares en la Misión para que vayan los niños después de la escuela, como el Jamestown Community Center, que ofrece una variedad de programas que incluyen el “Sí se puede”, programa dirigido a niños de kínder hasta el segundo grado.

Claudia Jason, directora ejecutiva de Jamestown dijo que a pesar de que el centro no está oficialmente clasificado como programas de desarrollo infantil y no se benefician directamente de los fondos destinados a programas para el desarrollo de los niños, una reducción en el financiamiento a los programas oficiales podría tener un efecto dominó.

“Si se deja afuera a más niños de otros programas, incrementará la demanda por los nuestros”, dijo. “Pero usted no puede recibir sangre de un nabo y no tenemos la capacidad para satisfacer la demanda. Puede ser que esas familias no cuenten con esos servicios.”

Además, Jamestown recibe financiación a través del Departamento de Niños, Jóvenes y Familias, que puede verse afectado por el presupuesto final.

Luis Barahona, organizador comunitario en Jamestown, dijo que el centro no puede asumir más estudiantes debido a la disminución de los recursos.

“Queremos servir a más niños, pero al mismo tiempo, no a expensas de la calidad. Podríamos poner a 40 niños en un aula, pero en realidad no están recibiendo la atención que necesitan para mejorar “, dijo. “Las tutorías personalizadas uno-a-uno son, literalmente, uno-a-uno;. Un tutor con un alumno, el mismo tutor cada vez.”

Agrega que si hubiera más recortes en el futuro, no será un caso de que las cosas se pongan mal, pero peor.

“Cualquier pérdida de dinero significa que tenemos que encontrar una manera de reforzar nuestro programa. Lo que sucede es que terminamos perdiendo a los tutores”, dijo. “El año pasado había 20 estudiantes en nuestro programa de aprendizaje de jóvenes, y debido a los recortes del año pasado, ahora sólo tenemos diez”.

—Traducción Mikel Zerrabeitia