Para usar un dicho que es mas apropiado en mi hogar de Colorado que en el Área de la Bahía, cubrir el día de mudanza de Occupy Oakland entre nubes de humo y policías y protestantes—cada uno en su traje apropiado, no fue mi primer rodeo.

Empecé este tipo de cubrimiento para el SF Guardian en julio del 2010 cuando Oakland vio como el asesino de Oscar Grant—Johanes Mehserle, fue condenado por asesinato no intencionado.

Una multitud enfurecida surgió de la plaza, la cual hoy en día lleva el nombre no oficial Oscar Grant, rompiendo ventanas, tiendas, encendiendo basureros y peleando con la policía.

Los disturbios violentos no empezaron sino hasta que cayera la noche. Las intermitentes luces de los postes de luz dejaban a la policía y a los protestantes en la oscuridad, con un grupo más pequeño atrapado en el medio–la prensa.

Me quedé atrapado en la primera carga de la policía, y grité “¡Prensa!” y alcé mi pase de periodista, pero rápidamente me di cuenta que no iba a poder detener a la docena de oficiales que se acercaban con sus batones en el aire.

Entonces cambié de decir “¡Prensa!” a “no voy a resistir” cuando los oficiales me pegaron y me mandaron al suelo. Acostado boca abajo, sentí mi brazo derecho y luego el izquierdo jalados para atrás en me espalda mientras escuchaba que tiraban mi cámara de video lejos de mi.

Ya estaba pensando a quien iba a llamar cuando saliera de la cárcel cuando una rodilla y un zapato entró en mi campo de visión.

Entonces escuché la voz de un colega, “él está con la prensa”, dijo calmadamente.
“¿Ah, el es de medios?” El oficial encima dijo, y a la misma velocidad con la que me encontré con el asfalto, estaba de pie y había recobrado mi cámara.

¿Cuál es la lección de esta extensa lección de historia?

Yo no he cambiado, mi pase de prensa no ha cambiado, pero parece que el departamento de policía de Oakland ha cambiado en tanto al respeto ante la ley de California de medios libres.

La policía de Oakland (OPD) conoce la sección 409.5 del código penal de California. Los oficiales citaron el código el 28 de enero como la sección de la ley que les permitía declarar a una asamblea ilegal y ordenar que de dispersara.

La sub sección de la ley que nunca citan (d) dice:

“Nada en esta sección previene que un representante de cualquier noticiero o servicio de noticias, periódico, radio o estación de televisión entre a las áreas cerradas de acuerdo a esta sección.”

La ley no aplica a las escenas de crímenes, en las cuales la prensa puede ser expulsada para poder conservar la evidencia. Pero si la policía declara una escena del crimen, y le ordena a los reporteros que se vayan, debe haber un oficial que ofrezca información en el sitio para informar a la prensa de cualquier cosa a la que ellos no tengan acceso directo.

Tan pronto la OPD comenzó a dar órdenes de dispersarse por un altavoz, yo comencé a preguntarle a los oficiales dónde se encontraba la PIO y el centro de comandos para la prensa. Sin fallo, los oficiales dijeron que no sabían o me miraron con expresiones en blanco.

Le mostré mi pase de prensa a otro grupo de oficiales, que me dijeron que dado que yo no tenía un pase expedido por la OPD, era culpable de fraude por tratar de hacer que mi pase fuera válido. Luego de varios argumentos similares, me detuve frente a un sargento que miró mi pase y me acompañó por una fila.

A diferencia de algunos, yo no culpo a la policía por su error ocasional de detener a los medios. De hecho, yo caracterizaría la conducta de la OPD con los medios en julio del 2010 como estelar– tan buena como se podría esperar.

Pero en enero 28, eso profesionalismo ha desaparecido y ha sido remplazado con un antagonismo y un aire de arrogancia que me sorprendió.

Conforme a Gavin Aronsen de la revista Mother Jones, él y al menos cinco otros periodistas fueron arrestados el 28 de enero después de haberse mezclado con los protestantes afuera del YMCA en Broadway entre las calles 23 y 24.

Entre los arrestados fueron la periodista del San Francisco Chronicle Vivian Ho, quien llevaba un pase emitido por el OPD, el cual los policías ignoraron.