La tienda Discolandia cerró sus puertas tras 29 años de proveer la mejor música de América Latina a los aficionados a la salsa.

Silvia Francisca Rodríguez, dueña de ‘Discolandia Records’, se retira después de 40 años de servicio a la comunidad latina de la Misión y del Área de la Bahía. Las puertas de su negocio cerraron el pasado 16 de enero del 2011, dando descanso asi a un período de la historia de música latina considerado como la Época de Oro, que cautivó a varias generaciones desde los años 60. Silvia Rodríguez nos relata con alegria y a veces lagrimas una vida llena de música, tragedia, amor y éxito.

Discolandia vendió una gran variedad musical de América Latina y del Caribe.

Rodríguez llegó de Cuba a la edad de 14 años en el año 1957, acompañada por su hermana. Para ese entonces su mamá, Hilda Pagan, que ya se encontraba en los Estados Unidos desde 1955, logró que Rodríguez y su hermana, vinieran a vivir con ella a San Francisco. En vez de aprender inglés, como ella dice, “cometí probablemente un error, pero me fui a trabajar a una casa de música (…) una de las primeras y únicas que había en los años 50 en San Francisco (…) tenían su negocio en North Beach y vinieron a la Misión, entre las calles 17 y 18, se llamaba La Moderna Poesía (…) también le decían la Casa Sánchez, porque el señor se llamaba Paulino Sánchez, y su esposa, Mariquita”. Allí estuvo Silvia durante 5 años y aprendió el negocio. Le encantaba vender, y allí fue donde “(…) Dios me dijo esto es lo que vas hacer en tu vida”.

Rodríguez abrió su propio negocio en el año 1972, donde actualmente está ubicado el negocio Los Picudos, alli estuvo durante 10 años. Por otra parte su padrastro iba seguido a Los Ángeles, a comprar mercancía para la tienda de su mamá, donde vendían comida y diferentes productos cubanos. Aprovechando uno de sus viajes Rodríguez lo acompañó un dia hasta Los Ángeles. Alli compro en una distribuidora al por mayor de productos cubanos y se trajo a San Francisco $500 en discos y pósteres de artistas, . Ya el primer día, le empezó a tomar gusto al negocio, al lograr vender $40 en su tienda y rapidamente aprendio a tratar bien a los clientes. “Yo era jovencita y al ser cubana fluye en mi sangre el amor y la alegria por la musica. Eso ayudo mucho tanto a mi como a mi compañero. Era magnifico para los dos poder trabajar juntos (…) muchos matrimonios no lo pueden hacer, pero nosotros sí logramos estar más de 30 años detrás del mostrador.”

En el año 1982 tuvo la oportunidad de trasladar su negocio y abrir lo que se conoce hoy como Discolandia. Al lado del negocio de su mama, un local comercial habia cerrado sus puertas y Rodríguez, con el consejo de su mamá, decidió comprarle el negocio al dueño que era de Costa Rica, y le puso el nombre “Discolandia: La Casa de los Discos.” Entonces, muy contenta, empezó a vender la música que la gente le pedía. Poco a poco, se fue enamorando de su negocio.

Silvia Rodríguez y su hijo, Bill Jr., posan junto a Celia Cruz, la reina de la salsa, y su esposo, Pedro Knight, en Discolandia. Photo Courtesy Silvia Rodriguez

Rodríguez se casó y tuvo dos hijos, un varoncito y una niña. Su esposo, Bill Rodríguez, fue “un compañero perfecto, porque siempre estuvo a mi lado, siempre me ayudó”. Bill vino a los EEUU de Puerto Rico a los 4 años de edad. Trabajaba manejando los camiones de la ciudad para el MUNI y, después de 18 años, se retiró para entrar a la tienda con ella. “Lo que no sabía yo, lo sabía él, y lo que no sabía él lo sabía yo, hicimos una mancuerna fantástica y la tienda se hizo muy popular (…) porque se atendía bien, a pesar de que no éramos mexicanos, a pesar de ser [la Misión] un barrio mexicano, nos aceptaron todos muy bien y pudimos levantar el negocio.”

Rodríguez y su esposo tenían en común el amor a la música, lo que fue un ingrediente importante a la hora de comprar y vender al público. En esa época sólo había 3 tiendas en la Misión que vendían música: ‘Música Latina’ en la calle 26, ‘American Music’ en la 20 y ‘Discolandia’ en la 24. Además de música, Dicolandia también alquilaba películas clásicas de México —de Pedro Infante, Jorge Negrete, Maria Félix (…)—, una de las primeras tiendas en ofrecer películas para alquilar. Su hijo también abrió un negocio que se llamaba ‘Fotolandia’ donde revelaban fotos por hora. El negocio creció y fue bueno, pero luego tuvo que cerrar cuando su hijo se enamoró y se casó. Pero Rodríguez siempre siguió con sus discos, complaciendo a la gente con su grandes selecciones de música de todo América Latina y el Caribe.

Llegaban a la ciudad artistas como Tito Puente, Oscar de León, José José (…) y vendió muchos boletos para todos los conciertos. Al vender los boletos allí en la tienda, Rodríguez tenía la facilidad de ir con los artistas atrás del escenario, siempre con su esposo a su lado. Se sentaban junto a Celia Cruz, Vicente Fernández y muchos de los grandes. “(…) esa dicha tuve también, que al tener la tienda de discos ellos nos hablaban de sus próximas creaciones, de los discos que iban a grabar y nos agradecían por ayudarlos.”

La tienda vendía muchos boletos para Los Hermanos Márquez —bailes muy grandes de gran espectáculo que se daban en el Civic Auditorium— y también para el Día de las Madres, en el que se acostumbraba a traer una presentación de México. Cuenta Rodríguez que “Vicente Fernández fue bien jovial por la palabra, cariñoso, él siempre que me veía me decía ‘!Ay la cubanita!’, y era muy sencillo, muy buena gente (…) me gustó Celia Cruz también fue así igual muy sencilla, muy humilde y cariñosa, y durante muchos años me mandaba tarjetas de navidad (…) otros llegaban a fotografiarse y a conversar de todas sus cosas y su música.”

Rodríguez le da crédito a su pasión por la música latina, a sus raíces cubanas. “Desde chiquita, en las emisoras de radio se tocaba mucha música linda y yo siempre oía mucho, me encantaba lo que era el chá-chá-chá en aquel tiempo. Me encanta bailar, yo bailaba mucho. Y el amor a sacar para vivir y hacer algo de mi vida, ¿no? Empecé jugando, como se dice, y logré un negocio estable, conocido, popular y famoso porque por dondequiera nos conocen, no sólo en San Francisco, también en Colombia, Nueva York, Los Ángeles y en Miami. Las compañías disqueras nos conocían ya por Discolandia San Francisco, porque en aquel tiempo, comprábamos mucho, porque se vendía mucho y había poca competencia, no había Internet, no había piratería, no había nada de lo que hay hoy.”

Rodríguez cuenta cómo un día estaba Tito Puente en la Misión, cuando vio a Celia Cruz entrar a su negocio. “Yo pienso que él pensó, ‘pues si está aquí Celia ha de ser un lugar importante’. Después siempre que venía a San Francisco nos venía a ver. Un día nos compró una bandera de Colombia y se tomó un espresso Cubano, con la espuma, y entonces Oscar de León también decía, ‘vamos allá a Discolandia, vamos a tomarnos un café’.”

Y es así cómo artistas de renombre pasaban seguido por Discolandia. Mike López, encargado de recoger a los artistas, fue quien los traía a todos. También se acuerda, de cuando salio el disco de Linda Rondstat “Canciones de Mi Padre”, y durante una navidad vendió muchísimos discos. “La gente lo único que pedía era eso. Muchos, muchos discos vendí yo de Linda Rondsta.”

Silvia Rodríguez con el cantante, productor y actor mexicano Vicente Fernández. Photo Courtesy Silvia Rodriguez

Nos explica cómo en aquellos tiempos, no como hoy día, los artistas acostumbraban a acudir a las tiendas de discos para promover ellos mismos su música. “José José llegó a la tienda a promover sus discos.” También los artistas que llegaban, pasaban el día gozando, tocando música espontáneamente. “Napoleón y músicos de El Gran Combo se quedaban tocando hasta que ya llegaba la hora de irse (…) tenían un amigo panameño que los traía y aquí nos poníamos con la clave y la campana y la música (…) era tremendo aquello, la verdad, qué días mas lindos.”

Rodríguez tiene una bella colección de fotos de su familia con artistas famosos como Héctor Lavoe, Los Poetas de México, Los Ángeles Negros —quienes venían seguido al Centro Social Obrero, un establecimiento de baile en la Misión—, Lupita de Alecio, Tito Nieves, La India, Gilberto Santa Rosa, Willie Colón, Chocolate, y muchos compositores salseros como Luís Ramírez y Rey de La Paz, Lalo Rodríguez, Niche, Eddie Santiago, Pedrito Fernández, Tony Vega, Willie Rosario, Oro Sólido, Lisa López, Tony Cartagena de Perú, Sergio Vargas, Vicente Fernández, Celia Cruz, Los Hermanos Rosarios, Francisco Aguabella músico de Santana, Juan Gabriel o Isabel Pantoja por nombrar algunos.

Nos cuenta que llegó Juan Gabriel un día y que alquiló películas clásicas de México, para enseñárselas a Isabel Pantoja en su gira por los EEUU. Luego se las mandaron de regreso a Silvia cuando llegaron a Los Ángeles. Esta amistad y confianza que les brindó a los artistas hizo que todos ellos consideraran a Discolandia su casa.

Silvia también platica de los anos 70 en San Francisco, cuando la Misión y el barrio de Fillmore fueron la Meca de la música local, lugares de donde salieron muchos grupos locales como Azteca, Sapo, Tower of Power, Ritmo 76, Benny Velardes y Su Combo, y los que se hicieron grandes como Santana y Malo. También tocaban en el Cow Palace, en hoteles de salones grandes, el Civic Auditorium y el Centro Social Obrero.

Luego llegó la tragedia a la vida de Silvia. Con mucho sentimiento y lágrimas en sus ojos, cuenta con cariño que su esposo falleció en el año 1999. “Al llevarnos bien pudimos lograr que [el negocio] fuera algo bonito, bien hecho siempre y con respeto, nunca discriminamos a nadie, aquí ha entrado todo tipo de gente y se iban muy contentos. Él tenia mucha paciencia, me quiso siempre mucho.”

En el año 2000 tuvo la mala suerte de perder a su bella hija Arlene, de 34 años, de cáncer de seno, que dejó atrás su esposo, 2 hijas y un hijo. También falleció de un ataque al corazón un empleado que trabajó con ella durante muchos años. Se quedó, como ella dice, sola, con la tienda en sus hombros y la compañía de su madre.

Con el paso del tiempo, Discolandia se acomodó a los cambios tecnológicos, cuando los sellos discográficos estaban transfiriendo la música de los 8 tracks a cassette y luego a CD. Pero con los años el problema fue que la gente no venia a comprar a las tiendas porque querían bajar la música del Internet. “(…) los famoso I-pods meten tanta [música] y los precios bajos de $.99 centavos por canción sin tener que comprar todo el disco completo y poder adquirir la pieza que les gusta, todo eso nos afectó. En los últimos 5 ó 10 años bajaron mucho las ventas (…) y también ha afectado la economía, la gente antes de comprar un disco tiene que pagar su renta y comida y aquí en este área no hay tanta plata.”

Y fue así que empezaron a bajar las ventas de los CDs en su negocio. “Es triste decirlo pero en este momento han cerrado tiendas porque ya no viene la gente como antes, no hay vendedores, no hay distribuidores, ya no venden a las tiendas pequeñas, porque ahora también no te venden sólo un disco de un artista sino que tienes que comprar muchos y luego uno se tranca, porque a veces no se vende todo. Al poder bajar la música y comprarla a través del Internet no vale la pena abrir una tienda para vender discos ahora en este tiempo, y no sé lo que viene, en un futuro quizás la gente que vende discos ya no vendan a las tiendas y vendan por el Internet.”

Rodríguez nos habla de los cambios que ella a visto en la Misión. “A mi sí me encantaría que hubiera sido como un Chinatown, como siempre lo había sido, lo que es la Misión: muchos latinos y todo propio y levantando y abriendo todo tipo de negocio, por ejemplo, La Gallinita, Los Casa Lucas, Los Chicos, las tortas que son negocios que han levantado, prosperado y están para su raza y su gente (…) pero yo no creo que se van a ir todos [los latinos de la Misión], el que va a abrir busca, y se viene aquí de todas maneras porque [en] la Misión no hay quien la tumbe por tantos años”

Testimonio de Rodríguez, una mujer que tuvo un gran éxito con su negocio, sin saber inglés en un mercado latino, que muchos aquí en los EEUU no han podido lograr. Eso dice mucho de la comunidad de la Misión, que sí podemos como comunidad tener grandes logros en asuntos de negocios con el poder y apoyo del dinero latino si uno tiene lo que pide la gente.

Respecto a los 40 años que estuvo en su negocio, “nunca gracias a Dios tuve el peligro de que alguien viniera a asaltarnos ni hacernos ningún mal, todo siempre fue bonito y bueno, pues ya me llegó mi tiempo, soy senior citizen, yo ya necesito mi retirada.” Al preguntarle sobre qué va a hacer ahora nos dice que “ir al club, a un buen concierto (…) me gusta estar con la gente (…) me siento fuerte, va ser un cambio en mi vida”.

Nos despedimos de Rodríguez y de Discolandia. Más que un negocio es un símbolo de la Misión, con su letrero famoso y reconocido por todos, “DISCOLANDIA RECORDS”, lleno de historia, sentimientos y fuerza por la música latina que la familia Rodríguez pudo compartir con una comunidad tan diversa que es la Misión. Trajo los artistas a nuestra vecindad y la música a nuestros hogares. En sus propias palabras, se despide con gran humildad:

“Primeramente darles las gracias de todo corazón por haber hecho la tienda, haber hecho Discolandia, los clientes, la raza latina; porque a pesar de que nunca vendí musica en inglés, toda mi música, esta tienda fue 100% hispana, latina, latinoamericana, de todo y para todos, porque tampoco nunca me dediqué a vender salsa y nada más, o de puro México, no, de todas partes, de Perú, México, todo lo que es Sur y Centro América, España, el Caribe, todos (…) darles las gracias de corazón por haberme aceptado como cubana, que no era tampoco de México, que es lo que más aquí radican también, me acudieron y me dieron bastante negocio en otros tiempos, gracias, solamente ¡Muchas gracias!”