Desde el inicio de la pandemia, la violencia anti asiática ha ido en aumento en todo el país, pero el reciente repunte de ataques y robos contra personas asiáticas mayores en el Área de la Bahía ha ganado la atención de los medios de comunicación nacionales y el apoyo, desde funcionarios electos hasta celebridades.
De los 2,808 incidentes denunciados contra asiático-americanos desde el 19 de marzo de 2020 hasta finales de año, 708 de ellos tuvieron lugar en el Área de la Bahía, según el centro de información Stop AAPI Hate. Casi el 41% de las víctimas eran chino-americanos.
La multitud de agresiones supuestamente con tintes racistas, sobre todo cuando los objetivos son asiático-americanos de edad avanzada, fue un punto de inflexión para varios. Esto ha inspirado a los residentes del Área de la Bahía a tomar medidas para proteger a los más vulnerables, y a difundir una campaña de concienciación sobre estos incidentes.
Jimmy Bounphensy trabaja como miembro destacado de un grupo de patrulla ciudadana llamado Asians with Attitudes en Oakland, y patrulla por las calles con su grupo. Empezó en solitario en respuesta a las noticias y los videos circulando en donde se veía a adultos mayores asiático-americanos siendo agredidos.
«Fui criado por mis abuelos la mayor parte del tiempo, así que sólo puedo imaginar que algo le pasó a mi abuela recogiendo latas, caminando todos los días», dijo.
Bounphensy trabaja en turnos de 10 a 12 horas, seis días a la semana, además de trabajar como conductor de camión, que conduce desde San José para patrullar en Oakland todos los días, incluidos sus días libres. A veces trae a su hija para que haga de patrullera junior, con la esperanza de que siga el mismo camino de proteger a los mayores e incluso de que transmita el mensaje a la siguiente generación.
«Pase lo que pase, hay que levantarse y defenderse, y pase lo que pase, siempre hay que ayudar a los ancianos», dijo.
El grupo empezó a ampliarse cada semana: conforme la gente empezó a compartir videos de Bounphensy, que también es asiático-americano, en las redes sociales, más personas se pusieron lo contactaron para unirse a su movimiento. En un fin de semana, tenía a más de 50 personas de diferentes grupos étnicos patrullando las calles de Oakland; expresó su gratitud a los miembros de su equipo y sus seguidores. Dijo que está haciendo todo lo posible para proteger a su gente y hacer que sus voces sean escuchadas durante el tiempo que sea necesario.
Russell Jueng, profesor de Estudios Asiático-Americanos de la SF State, dijo que la solución a este problema requiere en parte el esfuerzo de los individuos de la comunidad. Más recursos para la atención, la educación y el acceso a la salud con conocimiento de los traumas, junto con una junta de patrulla comunitaria, es un comienzo. «Los individuos pueden marcar una gran diferencia. De nuevo, estamos organizando un paseo por Chinatown, así que salir y caminar siendo los ojos y los oídos de la comunidad de una manera físicamente segura es útil», dijo Jueng, quien también destacó la necesidad de mayor educación pública, como los estudios étnicos, para abordar las raíces del racismo y promover la solidaridad y la empatía racial.
Simmy Makhijani, profesora de Estudios Asiático-Americanos y de Estudios sobre la Raza y la Resistencia en la Universidad Estatal de San Francisco está de acuerdo con Jeung: «Utilizar a los asiáticos como chivos expiatorios de la enfermedad, por un lado, y la violencia continua sancionada por el Estado contra las comunidades negras, por otro, son en realidad dos caras de la misma moneda», afirmó Makhijani. «Esta es una de las razones fundamentales por las que nuestras comunidades deben negarse rotundamente a ser enfrentadas entre sí, a caer en la jugada colonial de dividir y conquistar. Porque cuando estamos divididos, somos demasiado fáciles de conquistar».
Muchas organizaciones exigen un aumento de la vigilancia policial en Chinatown en respuesta al reciente incremento de la violencia. En una rueda de prensa celebrada el 3 de febrero, en relación con estos ataques en el barrio chino de Oakland, la alcaldesa Libby Schaaf condenó a Nikki Fortunato Bas, presidenta del consejo municipal, por su propuesta presupuestaria del verano pasado de reasignar fondos de los servicios policiales, plan que fue rechazado.
Después de la conferencia, Bas fue a una transmisión en vivo desde Facebook para defenderse, y culpa a la alcaldesa. Dijo que los recortes de $15 millones de dólares al Departamento de Policía de Oakland en diciembre fueron realizados por Schaaf y el administrador municipal Ed Reiskin. En la rueda de prensa, Schaaf justificó los recortes como cruciales para hacer frente a un déficit presupuestario de $62 millones de dólares que enfrenta la ciudad.
Dado que algunos de los sospechosos de estos recientes ataques eran negros, ha aumentado la preocupación por las divisiones entre las comunidades asiáticas y afroamericanas.
En respuesta al ataque contra un asiático-americano de 91 años en Oakland, que fue empujado violentamente al suelo, dos actores asiáticos-americanos, Daniel Dae Kim y Daniel Wu, ofrecieron una recompensa de $25 mil para quien dé información sobre el sospechoso, el cual fue detenido posteriormente, un afroamericano de 28 años.
El concejal de Oakland Carroll Fife expresó que esa recompensa pone «recompensas a las cabezas de los hombres negros». Por su parte, Makhijani, apoyando a Fife, comentó igualmente que el hecho de que las comunidades patrullen sus propias calles «podría ser una respuesta estratégica para rechazar los llamamientos a una mayor vigilancia policial», pero advirtió sobre los grupos que «pueden surgir bajo el pretexto del patrullaje comunitario, para luego perfilar y acosar racialmente a los negros en las comunidades asiáticas».
«Estas tácticas, deliberadas o no, sirven para dividir aún más a nuestras comunidades», dijo Makhijani. «Así que tenemos que estar atentos a este tipo de tensiones si queremos asumir un compromiso real de solidaridad e ir más allá de los gestos simbólicos para avanzar hacia tipos de solidaridad encarnados y transformadores. Este momento nos lo exige, podemos y debemos seguir construyendo en esta dirección, juntos».
Makhijani aportó un contexto más amplio sobre cómo se produce generalmente esta fragmentación dentro de la comunidad: «Desgraciadamente, cuando se produce violencia en nuestras comunidades es demasiado fácil descargar ese sufrimiento en otros grupos marginados». Añadió que esto forma parte del funcionamiento de la supremacía racial y de género; al tutelar a las comunidades unas contra otras en lugar de situar la lucha en armonía contra los sistemas e instituciones dominantes que se benefician de las divisiones y luchas.
Aunque las respuestas a los recientes ataques contra asiáticos han sido diferentes en las distintas comunidades, dos actos comunitarios celebrados en Oakland y San Francisco el 13 y el 14 de febrero, respectivamente, atrajeron a una fuerte multitud multirracial que se unió en solidaridad con las comunidades AAPI, y muchos de los asistentes portaban carteles y llevaban camisetas en las que se podía leer ‘Asiáticos y Negros en Solidaridad: Nos cuidamos unos a otros’ y ‘Asiáticos x Negros x Unidad’.
Makhijani, que también es una organizadora local de larga data que ha estado activa en Asians4BlackLives desde su inicio en 2014, dijo que este tipo de participación en el Área de la Bahía es el resultado de «años de organización a través de las comunidades de lucha». Añadió que es importante tener en cuenta que las personas de color, y más específicamente las comunidades asiáticas y negras, comparten historias de resistencia juntas y tienen relaciones que han sido moldeadas a través de la lucha política a largo plazo.
Comentó que si se continúa construyendo sobre esa historia común, las comunidades marginadas se hacen aún más fuertes: «Con esta historia viene una mayor responsabilidad para el presente».
Para Jueng, esa responsabilidad incluye dirigir el apoyo a los negocios de propiedad asiática, promover a los embajadores de la comunidad y denunciar los incidentes de odio para ayudar a desarrollar una respuesta colectiva, que según él ha sido realmente efectiva: «Conseguimos que el Presidente Biden emitiera un memorando ejecutivo, conseguimos que el Congreso denunciara el racismo antiasiático. Así que cuantas más denuncias consigamos, más podremos desarrollar una voz colectiva, diciendo que no vamos a tolerar este tipo de racismo».
La coalición de organizaciones que publicó un comunicado de prensa el 9 de febrero sugirió que hay que ir mucho más allá. Afirmó que hay que garantizar a las víctimas y supervivientes de la violencia de todos los orígenes, servicios de apoyo para que se curen por completo y así como ampliar los servicios de intervención y prevención dirigidos por la comunidad, al tiempo que se invierten más recursos en educación, sanidad, vivienda y empleo en las comunidades que más lo necesitan.
La coalición también hizo hincapié en la necesidad de recurrir a la educación intercomunitaria y a la curación en las comunidades asiático-americanas y negras para promover respuestas humanizadoras en lugar de demonizarlas.
Makhijani resumió las demandas de la conferencia de prensa del 9 de febrero señalando que «los residentes de la comunidad directamente afectados y las organizaciones están reclamando la seguridad de la comunidad a través de peticiones que no sólo abordan los efectos inmediatos de la violencia, sino que también piden que se aborden las causas profundas de la violencia mediante la inversión en las cuestiones básicas que nos mantendrán más seguros».