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Los artistas locales participantes en el recorrido de arte y performance, ‘Break Down Borders into Rubble’, el 4 de agosto, el cual fue parte del proyecto bimensual Mission Arts Performance Project (MAPP), demostraron que un pincel, marcador o instrumento musical pueden ser poderosas herramientas para resistir la opresión.
El recorrido comenzó en el Garfield Park con un evento familiar de creación artística. Desde allí, los asistentes anduvieron por la calle Harrison hasta la estación del Bart de la Calle 24 y luego a seis puntos a lo largo de la Misión donde pudieron presenciar actuaciones de cantantes, bailarines, poetas y contorsionistas de la palabra.
Marcharon detrás de carteles coloridos y pancartas hechas en el evento de arte. Los letreros tenían, en su mayoría, colibríes y mariposas con lemas como “Libertad para volver”, “Libertad para quedarse”, “Convertir las fronteras en escombros” y “Amor, Paz y Libertad”, fueron numerosos, pero el más llamativo fue el “muro de la frontera” de unos 10 pies de largo que se “rompería”, al final del recorrido artístico.
‘Break Down Borders into Rubble’ fue organizado por el nativo de la misión Jason Wyman, de 42 años, quien dijo que quería tener un impacto significativo. Wyman explicó cómo se decidió el tema de este MAPP en las reuniones porque dicho evento quería explorar “cómo ellos, como artistas, crean oportunidades para el arte y la expresión para observar los problemas actuales en nuestras fronteras y convertir esas fronteras en escombros”.
“Realmente se trata de cómo nosotros, como artistas, podemos contribuir de nuevo a nuestra comunidad”, dijo Wyman, y agregó que las fronteras se están utilizando como herramientas políticas. Wyman se considera a sí mismo un “artista de impacto social”. Ha participado en eventos de MAPP durante los últimos siete u ocho años, y describe a MAPP como “un grupo de artistas de toda la Misión que hacen un evento bimensual”.
MAPP, según su sitio web, es “una familia, una comunidad y una serie de eventos artísticos, musicales y activistas que han tenido lugar en la Misión por más de 14 años”.
Para Melissa San Miguel, una nativa de la Misión, de 32 años, que recuerda haber jugado en el parque Garfield de niña, este fue su primer evento MAPP. Ella se involucró, dijo, para poder conectarse con otros artistas y su comunidad: “Es importante. Para poder tener un espacio donde estemos juntos y hablemos sobre estos temas”, dijo. El evento de creación de arte fue su oportunidad de usar su oficio “para hacer visuales para hacer un mensaje”.
Tanto San Miguel como Wyman coinciden en que el poder de un evento como este radica en la gente misma y en el esfuerzo de las bases para movilizarse. Después de que Wyman hiciera el llamado para organizarse, un flujo de donativos no se hizo esperar.
“Esta es la idea central: que la comunidad es resistente. En una semana, tuvimos comida, espacio, suministros y donaciones. La comunidad vino y brindó”, dijo San Miguel.Como hija de inmigrantes peruanos, San Miguel dijo que el mensaje de romper fronteras era motivo personal:
“Alrededor del 90 por ciento de nuestra familia está en Perú… por lo que la idea de estar separados por tierra, por fronteras, por dinero, ha impactado a nuestra familia”, explicó San Miguel, quien fue testigo del impacto de la separación familiar de primera mano en una visita al infame centro de detención para menores no acompañados en McAllen, Texas en 2014, mientras trabajaba para el Centro Nacional para la Ley de la Juventud.
Entrevistó a menores sobre la razón que los trajo a la frontera y sobre cómo los trataron al llegar: “Estuvimos allí para investigar las condiciones bajo las cuales los niños estaban detenidos. El gobierno tiene la responsabilidad legal de garantizar que reciban un buen trato”, dijo San Miguel.
Ella calificó de “inhumanas” las condiciones en el centro de detención que visitó en 2014, y aunque no ha regresado desde entonces, no imagina que hayan mejorado. Sin embargo, señaló que la cuestión de la separación de la familia y el maltrato de los menores no acompañados está recibiendo más atención ahora debido a las acciones de la administración Trump para deshumanizar a varias personas de todas las razas. “Ser capaz de participar de manera vocal y visual con mi comunidad realmente importa porque conozco las historias de estas familias”, agregó.
Keegan Roberson, de 36 años, ha vivido en San Francisco durante 15 años, pero su infancia se vio afectada al vivir cerca de la frontera en San Diego.
“Crecer alrededor de una frontera es algo a lo que estoy acostumbrado”, dijo Roberson, quien también participó en su primer MAPP. Explicó cómo su pensamiento sobre el tema de las fronteras ha cambiado drásticamente desde que era joven.
Cuando Roberson estaba en la escuela, sabía de muchos estudiantes que vivían en el lado mexicano de la frontera, pero usaban la dirección de un miembro de la familia que vivía en los EEUU para tener acceso a las mejores escuelas públicas. Ella dijo que solía quejarse de los estudiantes que falsificaban su dirección, porque estaban quitando tiempo y recursos a los estudiantes estadounidenses. Pero como adulto, ahora tiene una perspectiva diferente.
“Qué dolor en el culo debe haber sido. Tener que levantarse tan temprano todas las mañanas y tener que lidiar con cruzar la estúpida frontera y cuánto tiempo lleva eso, solo para llegar a la escuela a las 7 a.m. Qué molestia”, dijo Roberson. “Lo que otras personas atraviesan para mejorarse a sí mismas es aleccionador”.
Estas experiencias fueron las que llevaron a Roberson a unirse a MAPP y prestar su arte al proyecto: ”Quiero compartir mis habilidades, mi tiempo y mi privilegio por algo que es superior a mi”, dijo.