En la plaza del BART de la calle 24, una fría mañana de octubre, el día comienza temprano. Las vendedoras y los vendedores ambulantes instalan carritos con tamales y café caliente, con la esperanza de atraer a alguno de los muchos trabajadores de la construcción, enfermeras y empleados municipales que se apresuran a tomar su autobús. Al otro lado de la calle, los históricos restaurantes del Distrito Misión cobran vida a medida que los cocineros y meseros abren las puertas de los comercios. En medio de la plaza, Yaneth Pérez espera de pie, sosteniendo con una mano la carriola en la que se encuentra su bebé de cinco meses y con la otra mano, a su hijo de nueve años.

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Durante varias semanas, la plaza ha sido un refugio matutino para esta madre soltera guatemalteca y sus hijos. Por las noches, duermen en el gimnasio de la escuela Buena Vista Horace Mann K-8, que se transforma en un refugio de emergencia para familias sin hogar. A las siete de la mañana, este gimnasio debe despejarse para dar paso a la comunidad estudiantil que acude a esta institución. Yaneth, de 32 años, lleva a sus hijos a la plaza para esperar: a que la ciudad despierte, a que abra la escuela de su hijo y, por una breve pausa en la implacable incertidumbre de la falta de vivienda.

“Estoy agotada. No hay descanso, la verdad”, dice. “Soñaba con tener mi propio lugar y cuando me despierto, no hay nada”.

Yaneth, 32, camina detrás de una parada de autobús cerca de la Plaza BART de la Calle 24. Foto: Pablo Unzueta para El Tecolote/CatchLight Local

Ella es una de las cada vez más numerosas madres latinas sin hogar que crían a sus hijos en alojamientos de emergencia y habitaciones de hotel de San Francisco. En una de las ciudades más ricas del mundo, su esperanza es sencilla: estabilidad para sus hijas e hijos. Pero esa esperanza parece inalcanzable, ya que las familias se enfrentan a estancias prolongadas y a la ausencia de trabajos seguros y bien remunerados, a pesar de trabajar incansablemente.

A principios de este año, San Francisco contabilizó 405 familias sin hogar en una noche, un aumento del 94% desde el Conteo Puesta a Punto de 2022. Aunque la comunidad latina representa sólo el 15.2% de la población de la ciudad, está representada desproporcionadamente entre las familias sin hogar. Algunas, como la de Yaneth, está conformada por residentes de clase trabajadora de larga data, cuya seguridad laboral se ha derrumbado debido al vertiginoso costo de vida de la ciudad derivado de la pandemia. Otras, como Nelly Espinoza, de 49 años, son nuevas personas inmigrantes que escapan de la violencia en Latinoamérica.

Nelly, 49, espera para cruzar la calle en San Francisco, Calif., el 26 de Octubre del 2024. Foto: Pablo Unzueta for El Tecolote/CatchLight Local

Nelly y su familia huyeron de Lima, Perú, el año pasado después de que una serie de llamadas de extorsión y amenazas se intensificaran cuando alguien entregó a su domicilio una nota conteniendo balas. En su país, ella trabajó como costurera y crió a sus tres hijos sola, tras la muerte de su esposo en 2019. A medida que Perú se volvió cada vez más peligroso para la población civil, permanecer ahí se volvió insostenible.

“Ese fue uno de los motivos más grandes que me motivó a salir de mi país,” dice Nelly, recordando su llegada a San Francisco el otoño pasado, en busca de asilo. “Más que nada porque quiero estabilidad emocional y una mejor educación para mis hijos. Creo que no hay otra cosa que me pueda mover.”

Pero la vida en esta ciudad, si bien es más segura, tiene sus propios desafíos: a ella le resultó difícil movilizarse por la ciudad sin conocimiento del inglés. Luchó por encontrar trabajo y a menudo fue rechazada por carecer de la documentación o de las certificaciones adecuadas. Durante un tiempo, su hermana les ofreció una habitación para quedarse con sus hijos, pero en junio, les pidió el cuarto de regreso y terminaron en el refugio de Buena Vista, donde han estado viviendo durante más de siete meses.

En la imagen superior, Nelly cruza la calle con su hijo menor camino a Buena Vista en San Francisco, California, el 15 de noviembre de 2024. Esa misma noche, como se muestra en las imágenes inferiores, Nelly y su hijo de 12 años preparan sus camas en el gimnasio de la escuela. Foto: Pablo Unzueta para El Tecolote/CatchLight Local.

Este refugio comenzó en 2017, después de que el equipo de bienestar de la escuela viera que un número cada vez mayor de estudiantes llegaban en situaciones de crisis. Desde entonces, su programa Stay Over ha albergado a cientos de familias sin hogar, proporcionándoles camas y un techo para pasar la noche.

Para Nelly, el refugio es un lugar para descansar en medio de tanta incertidumbre: “Por lo menos hay un lugar, una colchoneta, una cama donde dormir,” dijo. “Saliendo de la frontera de este país, hay muchas necesidades mayores de las que quizás algunas personas puedan pasar aquí.”

Familias que experimentan inseguridad de vivienda se forman para cenar dentro de la escuela primaria y secundaria Buena Vista Horace Mann, que funge como refugio nocturno para familias sin hogar, en San Francisco, California, el 16 de octubre de 2024. Foto: Pablo Unzueta for El Tecolote/CatchLight

Sin embargo, Yaneth tuvo dificultades para adaptarse a las limitaciones del refugio. Con un niño de nueve años que luchaba contra una infección sinusal y un bebé recién nacido que lloraba por la noche, compartir un espacio abierto con otras familias era difícil: “[Mi bebé] lloraba por la noche y eso molestaba a mucha gente. Y despertarme temprano con las luces brillantes encendiéndose a primera hora de la mañana a las 6 a.m. Era duro… la mayoría de mis noches eran inquietas”.

Yaneth ha vivido en San Francisco por 12 años y solía ganar lo suficiente para mantener a su familia al limpiar casas. Sin embargo, el año pasado no pudo juntar los $1,400 que necesitaba para cubrir la renta de un departamento compartido y se tuvo que mudar con su familia. Después de un conflicto, Yaneth dijo que terminó sin hogar, teniendo que cuidar a su niño y a su recién nacido. Las primeras noches, durmieron en el parque McLaren, al aire libre. Cuando su niño de 9 años se cansaba, dormitaba debajo de la carriola del recién nacido para no enfermarse.

Yaneth, de 32 años, está en las primeras horas de la mañana en la Plaza de BART de la Calle 24 después de salir de la escuela Buena Vista Horace Mann K-8, que por las noches se convierte en refugio, en San Francisco, California, el 31 de octubre de 2024. Foto: Pablo Unzueta for El Tecolote/CatchLight Local

“Más que nada era para descansar – ellos no podían dormir – yo no podía dormir,” dijo Yaneth. “Pero el parque se sentía más seguro, y estaba al lado de la escuela.”

Después de algunos días, alguien en la escuela de su hijo conectó a la familia al albergue de Buena Vista, donde se quedaron por dos meses.

Yaneth pasaba sus días organizando el papeleo para asegurar la atención médica para sus hijos y llevando a su hijo a las citas médicas. Se reunía con trabajadores de la ciudad y grupos de defensa, tratando de obtener información sobre su situación de vivienda. Inscribió a su hijo de nueve años en programas extraescolares, decidida a brindarle la estabilidad que aún no puede brindarle en casa.

“Quiere ser un abogado,” dijo Yaneth. “Yo solo quiero lo mejor para él porque ha sufrido mucho.”

Nelly, que todavía vive en el refugio, mantiene una rutina muy cuidadosa. Mientras sus hijos están en la escuela, ella acude a clases de inglés en el City College, y sale a buscar empleo con su permiso de trabajo. Hace algunos trabajos de limpieza y volanteo, y ahorra para cubrir los costos de su abogado.

En la imagen superior, el hijo de 12 años de Nelly observa mientras ella reorganiza sus suministros de limpieza para el trabajo del día siguiente. En la parte inferior izquierda, Nelly sostiene su desgastada caja de suministros. En la parte inferior derecha, Nelly comparte un momento íntimo con su hijo. Foto: Pablo Unzueta para El Tecolote/CatchLight Local.

Los fines de semana, ella y sus hijos encuentran alegría en los pequeños momentos: su hijo de 17 años juega fútbol en la Mission High School y ella rara vez se pierde un partido; mientras que el de 12 años sigue las ligas profesionales de fútbol de Sudamérica y Europa por televisión. A menudo toman el transporte público para visitar lugares emblemáticos como el puente Golden Gate.

“San Francisco es una ciudad muy bonita de verdad”, comenta Nelly. “También hay cosas negativas, pero me quedo con lo positivo. Y bueno, yo estoy aquí no para ser una carga para este país. Pero sin embargo tengo que decir también de que estoy muy agradecida por el espacio que nos dan, este refugio, que me llena de mucha satisfacción, porque estar en un lugar donde no tengas un espacio es bien frustrante.”.

Sin embargo, la inestabilidad constante y la espera interminable han comenzado a afectar la salud de Yaneth y de sus hijos.

Yaneth fue trasladada del refugio de Buena Vista a una habitación privada a través de un vale de hotel, luego de que su hijo de nueve años se sometiera a una cirugía nasal. Para ayudarlo a recuperarse, la ciudad aceleró el traslado de la familia. Poco después de mudarse, a su hijo pequeño le diagnosticaron asma. Luego, la salud de Yaneth también se está deteriorando, con dolores de estómago recurrentes que le preocupa puedan deberse a una hernia.

«Todavía no he podido hacerme un chequeo, porque estoy demasiado preocupada por mis hijos en este momento», reconoce. «Y tampoco me sentiré mejor hasta que pueda conseguir mi propio lugar».

El hijo de 9 años de Yaneth juega videojuegos dentro del consultorio médico en San Francisco, California, el 31 de octubre de 2024. Foto: Pablo Unzueta for El Tecolote/CatchLight Local

Brenda Córdoba, copresidenta de Faith in Action Bay Area, dice que el estrés crónico es común entre las madres sin hogar y puede provocar graves problemas de salud. Recuerda a una madre que sufrió un derrame cerebral después de que le dijeron que su familia sería desalojada de un refugio temporal, y a otra que contrajo meningitis en un refugio de emergencia.

A pesar de estos desafíos, las madres sin hogar están luchando. La primavera pasada, más de una docena de familias se organizaron, con el apoyo de FIBA, para presionar a la ciudad para que ampliara la capacidad de los refugios familiares. En mayo, obtuvieron $50 millones en fondos, pero el dinero aún no se ha materializado. “Es un círculo vicioso porque todos culpan al sistema”, dijo Córdoba. “Y a veces es parte del sistema, pero tenemos que encontrar formas de cambiarlo”.

Yaneth, de 32 años, está con sus dos hijos en las primeras horas de la mañana en la Plaza de BART de la Calle 24 después de salir de la escuela Buena Vista Horace Mann K-8, que por las noches se convierte en refugio, en San Francisco, California, el 31 de octubre de 2024. Foto: Pablo Unzueta for El Tecolote/CatchLight Local

Se avecinan nuevos retos: a partir del 10 de diciembre, el Departamento de Personas sin Hogar limitará a 90 días el periodo de permanencia de las familias en los refugios, con hasta tres extensiones de 30 días. La nueva política también reduce los criterios de selección para los servicios de refugio, lo que deja a familias como la de Yaneth con pocas opciones.

Ella recibió recientemente una carta en la que se le notificaba que su tiempo en el sistema de refugios de la ciudad terminará a principios de febrero. “Sólo me tienen a mí. No tengo a su papá para que me ayude para poder volver a trabajar”, ​​dijo Yaneth, desesperadamente preocupada por lo que vendrá. “Y más aún en la situación en la que estamos. Necesito cuidarlos. Tengo que cuidarlos”.

Aun así, madres como Yaneth y Nelly se aferran a su fuerza: sus hijos.

“Para la edad que yo tengo, tengo también mis periodos de nostalgia. Trato de no demostrarle a los niños. Pero cuando se van al colegio, si de pronto estoy sentada y me pongo a pensar,” dijo Nelly. ““Pero hay que empezar de nuevo y seguir adelante buscando nuevas oportunidades y nuevas metas y dejando un buen ejemplo a mis hijos… Tengo fé que vendrán tiempos mejores.”

Nelly y su hijo, de 49 y 17 años de edad, respectivamente, llevan sus pertenencias y mantas a sus camas de refugio dentro del gimnasio de la escuela Buena Vista Horace Mann K-8 en San Francisco, California, el 15 de noviembre de 2024. Foto: Pablo Unzueta for El Tecolote/CatchLight

Pablo Unzueta is a first generation Chilean-American photojournalist documenting health equity, the environment, culture and displacement amongst the Latino population in the Bay Area for El Tecolote....