Para entender el lenguaje utilizado para describir el conflicto Palestina-Israel se necesita un diccionario de Alicia en el país de las maravillas donde todo está al revés, como diría Eduardo Galeano.

En este conflicto, el ejército más poderoso del Medio Oriente, equipado con escuadrones de aviones de combate F-16 (e incluso aviones F-35), innumerables misiles guiados, cientos de tanques, obuses de 155 milímetros, tecnología de espionaje sofisticada, drones, y con pleno apoyo económico y militar (si es necesario) de las antiguas potencias coloniales de Europa y los EEUU, y sin embargo, Israel siempre es retratado como la víctima pobre, y el pueblo de Gaza, sin cobertura aérea ni protección, y mucho menos aviones de combate o defensas antimisiles, sin refugios aéreos, sus hospitales, escuelas, incluso las casas de las familias atacadas con misiles guiados a precisión por el ejército israelí, mientras que a los palestinos, con sus resorteras, rocas y cohetes patéticamente inexactos, hechos de fertilizante, alcanzan sus objetivos previstos, si es que lo logran, se les llama “terroristas”.

En esta lucha, los israelíes tienen derecho a defenderse y los palestinos a ser objetivo de tiro al blanco. Los israelíes tienen derecho a la solidaridad internacional y los palestinos, derecho a bloqueos y clichés como “Estamos preocupados por la situación” o “Estamos muy preocupados por la situación”.

Los israelíes tienen derecho a vivir en paz y los palestinos, derecho a morir de desesperación, hambre y la ceguera del mundo. Los israelíes tienen derecho a ser colonos de Brooklyn y los palestinos, a ser refugiados en su propia tierra.

Cientos de manifestantes se reunieron afuera del Consulado General de Israel en San Francisco, el 18 de mayo de 2021, como muestra de repudio por los bombardeos israelíes en contra del pueblo palestino. Photo: Sean Reyes

El discurso también se pone patas arriba por los medios estadounidenses e internacionales. Si bien los medios de comunicación utilizan palabras como “un aluvión de cohetes de Hamas”, el primer ministro israelí, que lanzó los ataques masivos y mortales contra Gaza, se refirió a ella como “una llovizna” (San Francisco Chronicle, 22 de mayo de 2021, sección I, página 2 ). Entonces, ¿es una llovizna de cohetes o un bombardeo? Pero los medios también crean su propia realidad. El Libro de Estilo de la Prensa Asociada, por ejemplo, no usa la palabra Palestina porque “no es un estado unificado totalmente independiente”. Entonces, ¿por qué la PA no se refiere a Israel como un Estado Apartheid, como señaló recientemente el grupo israelí de derechos humanos B’Tselem? Este tipo de discurso deshonesto haría sonreír a George Orwell en su tumba.

Pero el lenguaje de ese discurso también tiene su contrapunto: ¿por qué no referirse a Palestina, en mayúsculas como acabo de hacer para reforzar el mandato de las Naciones Unidas de 1948 para que esa nación soberana e independiente pueda levantarse de los escombros del apartheid y la expulsión forzosa de la población nativa, que según el Derecho Internacional es un delito? La expulsión forzada de cualquier población no es solo un crimen legal, sino moral también, que debería indignar a todos los que recuerdan el genocidio contra los nativos americanos en este país.

Cientos de manifestantes se reunieron afuera del Consulado General de Israel en San Francisco, el 18 de mayo de 2021, como muestra de repudio por los bombardeos israelíes en contra del pueblo palestino. Photo: Sean Reyes

Pero en última instancia, si las vidas negras importan, si las vidas de los morenos y de los indígenas importan, ¿por qué no importan las vidas de los palestinos? Si Israel tiene derecho a mantener la rodilla en el cuello de todos los palestinos, entonces ¿por qué Palestina no tiene derecho a liberarse de esta tiranía?