Illustration: Mark Fiore / KQED

 

La falta de vivienda entre estudiantes no siempre es visible, pero es más común de lo que pudiera pensarse. Es un problema que causa daño en la comunidad, y que usualmente es provocado por el fenómeno de la gentrificación (vivienda no asequible), violencia doméstica, pobreza y falta de atención al problema mismo.

Con el surgimiento de dicho fenómeno al Sur de San Francisco —y el resto del Área de la Bahía—, más residentes de clase media y baja están siendo forzados a abandonar sus áreas de vivienda originales y, ante la incapacidad de poder vivir dentro de esa zona, se quedan sin hogar. Estos estudiantes a menudo tienen que compartir la vivienda con otros; algunos incluso tienen que encontrar la residencia nocturna en un lugar público o privado.

California tiene la población más grande de estudiantes sin hogar en el país y dos veces la tasa del promedio nacional. Según el Proyecto de Jóvenes Sin Hogar de California, durante el año escolar 2012-2013, casi 270 mil estudiantes en el estado sufrieron indigencia, representando el 21 por ciento de los estudiantes indigentes a nivel nacional.

Una estudiante sin hogar de South City compartió su experiencial además de navegar con el SAT (examen de selección), mantenerse al día con las clases, y la construcción de un curriculum vitae para la universidad, esta alumna —próxima a graduarse en un año— también está preocupada por saber a que llamará hogar.

La estudiante —que solicitó permanecer en el anonimato— ha estado viviendo desde el año pasado en una RV estacionada detrás del lugar de trabajo de su padre. El empleador de su padre les permite acceder al servicio agua y electricidad. Ella dijo estar agradecida de tener un techo, aun cuando el espacio no siempre se sienta habitable: no hay lugar para tener privacidad, para hacer tareas o proyectos de clase. Ella también intenta mantener su estado de indigencia en secreto de sus compañeros, y no ha pedido ayuda al personal de la escuela a fin de evitar prejuicios.

Hay muchos estudiantes en el Distrito Escolar Unificado del Sur de San Francisco que enfrentan la falta de vivienda, pero están bajo el radar. Y es importante que las comunidades escolares hagan un esfuerzo para atender sus necesidades.

Una alumna sin hogar, en su primer año, habló de las luchas que ha enfrentado académicamente: “El segundo año fue uno de mis años difíciles, porque la mayoría de mis clases eran de alto rendimiento o nivel avanzado, y tuve que quedarme a menudo en Starbucks después de medianoche para hacer tareas y escritos escolares porque no tenía casa… bajó mi rendimiento y empecé a prestar menor atención”.

Los estudiantes sin hogar son mucho más propensos al rezago escolar. Tanto los maestros como los consejeros dicen que son conscientes de esta cuestión y que no se está haciendo lo suficiente para combatirlo. Muchos tampoco saben de la existencia de servicios de apoyo para los estudiantes sin hogar.

Daniel Flores, un consejero escolar dijo que los recursos son limitados, pero los que se proporcionan son buenos.

Tal es el caso de Jeanne George, una consejera de intervención, quien está disponible para brindar apoyo emocional y como una vía para encontrar más recursos.

Existen leyes que protegen a los estudiantes sin hogar. Por ejemplo, si un estudiante sin hogar encontró refugio fuera del distrito, podría ser forzado a cambiar de escuela.

En virtud de la Ley Mckinney-Vento, los estudiantes sin hogar están protegidos por un conjunto de leyes para garantizar que continúen teniendo acceso a la educación pública a pesar de sus circunstancias de vivienda. Esto incluye, el derecho a elegir la escuela a la que asistirán, los servicios de transporte y el derecho a participar en otros programas escolares y extracurriculares.

Aun así, los estudiantes sin hogar a menudo sienten que no hay suficiente apoyo: “No me sentí apoyado por la escuela. No creo que se trate de la falta de vivienda en absoluto, y si hay apoyo dado en el campus, se desconoce y o está en la oscuridad”, comentó un estudiante entrevistado. “Entiendo que debo decir algo a un consejero o maestro, pero no creo que pueda hacerlo a menos que la escuela esté dispuesta a reconocer que la falta de vivienda de los estudiantes es real y que como yo, hay otros que están pasando por la misma cosa. Tenemos que abordar el hecho de que la falta de vivienda no es una vergüenza, es un hecho y es muy real aquí en SSF”.

Un maestro que escucha las preocupaciones de los estudiantes sin hogar es Aaron Boyd, profesor de economía y videoarte. Boyd organiza un viaje anual para que los estudiantes de último año participen como voluntarios en la fundación St. Anthony’s, no solo para proporcionarles a los estudiantes una experiencia de servicio comunitario, sino también para que entiendan la importancia de la falta de vivienda en la comunidad.

Boyd dijo que el tema de la falta de vivienda de los estudiantes ha surgido en las reuniones de la academia y que la identificación de qué estudiantes están sin hogar es la mitad de la batalla.

“El primer paso es reconocer qué estudiantes están sin hogar. Y eso es un gran primer paso”, dijo Boyd, explicando que algunos estudiantes ni siquiera saben que están sin hogar. “Sólo tal vez están en una situación en la que han vivido con su tío durante una semana, y luego con un amigo por otra semana, y piensan que los indigentes son sólo personas en las calles. Bueno, no, una persona sin hogar puede ser alguien que no tiene su propia casa”.

A menudo se espera que los estudiantes prioricen sus estudios, pero Boyd entiende que esta no es la realidad para los estudiantes sin hogar: “Reconozco, y creo que todo el mundo reconoce que, cuando alguien está preocupado por saber dónde van a dormir todas las noches, el trabajo escolar siempre estará en segundo lugar”, opinó Boyd.

“Y creo que esa es otra razón por la cual los niños sin hogar deben buscar ayuda… eso permitirá a los maestros ser más flexibles en cuanto al trabajo que asignan”, agregó Boyd y compartió el caso de una situación similar hace tres años cuando tuvo un estudiante que quedó sin hogar después de que sus padres fueran deportados. Pasó de tener solo A de calificación a fallar en todas las clases, y no fue hasta que George, la consejera de crisis, intervino para que el estudiante se recuperara académicamente. George contactó a sus maestros, informándoles de la situación del estudiante.

“He visto a la señora George atender situaciones específicamente terribles y ayudar a cambiar esa situación para un niño”, dijo Boyd. “Maestros y administradores, todos estamos aquí, no por dinero, obviamente, sino para enseñar a los estudiantes, a ayudarlos y ayudar a nuestra comunidad”.

Este artículo fue publicado originalmente en la edición del 19 de mayo de 2017 en The Warrior Post, el periódico estudiantil de la High School de South San Francisco.