Photo Courtesy Wistom Salem Dermatology & Surgery Cente

El reciente aumento de violencia de las pandillas en la Misión tiene a la gente hablando de la necesidad de aumentar el patrullaje de las calles y la vigilancia comunitaria. Recortes en el presupuesto han reducido mucho la presencia de la policía en algunos barrios de San Francisco y gravemente impactado los servicios públicos del distrito, incluyendo iniciativas para prevenir la violencia.

“Estamos teniendo que reducir nuestro personal casi a la mitad, mientras que la cantidad de trabajo sigue igual,” dice Metzi Henríquez, especialista en salud mental en el Programa para borrar tatuajes (Second Chance Tatoo Removal program) de CARECEN. Dijo que el personal del programa lucha por tratar de proveer la misma calidad y disponibilidad de servicios con solo la mitad de los recursos que tenían anteriormente. El personal se compone solamente de un pequeño grupo de profesionales jugando múltiples papeles. Por ejemplo, la asistente médica es también la única recepcionista. “Es nuestra decisión tratar de hacer el trabajo sin cortar los servicios,” siguió Henríquez.

Cientos de preocupados residentes de la Misión y miembros de la comunidad se reunieron en la Horace Mann Middle School el 24 de abril para expresar sus inquietudes sobre cómo estos recortes al presupuesto están afectando a familias y servicios públicos comunitarios.
Estadísticas del Departamento de Correcciones y Rehabilitación de California (California Department of Corrections) muestra que de 1989 al 2003, 6,629 jóvenes ingresaron en su custodia por un delito cometido antes de cumplir los 18 años de edad. Un 51 por ciento de estos jóvenes eran Latinos.

El programa para borrar tatuajes de CARECEN se fundó en 1998 para responder a las necesidades de los jóvenes que tratan de dejar atrás las asociaciones negativas a las cuales los tatuajes los atan. “No le damos la espalda a personas que están dispuestos a cambiar,” dijo Lizbett Calleros, la coordinadora del programa. En 2009, una investigación realizada en conjunto por la Campaña para la Justicia Juvenil (Campaign for Youth Justice) y el Consejo Nacional de La Raza (National Council of La Raza) divulgó alarmantes disparidades en el tratamiento de estos jóvenes Latinos en el sistema jurídico penal. Hallazgos claves incluían que la mayoría de jóvenes latinos estaban encarcelados por crímenes no violentos y que uno de cuatro estaban detenidos en una prisión o cárcel para adultos a pesar de correr un peligro significativo por ello y mucha más posibilidad de seguir cometiendo delitos. Jóvenes latinos tienen una posibilidad de un 40 por ciento más que sus contemporáneos blanco de ser dirigidos al sistema jurídico penal para adultos y/o detenidos en una prisión para adultos aunque jamás hayan recibido una cita en la corte juvenil o simplemente hayan cometido delitos menores y no violentos.

Calleros calcula que aproximadamente un 25 por ciento de los participantes del programa para borrar tatuajes oscilan entre los 12 y 13 años. “Cuando llegan aquí tan jóvenes es porque los han mandado y ya están en el sistema,” añadió Henríquez. Estos tatuajes, hechos a una edad muy temprana, en situaciones en que la soledad y el miedo son los motivos principales, ponen a estos jóvenes en un serio peligro exponiéndolos a la violencia pandillera y también al ojo público. “Los estereotipos negativos de los tatuajes tienen repercusiones sin fin,” dice Calleros.

“El perfil racial se convierte en un ciclo. Hay muchas situaciones en las cuales el no tener un tatuaje visible podría ser lo que te salva. Posiblemente no te hubieran arrestado o no te hubieran atacado o disparado. La gran mayoría de los participantes del programa han pasado tiempo encarcelados, pero el personal de CARECEN nunca se siente inseguro o amenazado. “Yo me siento segura,” dice Calleros sonriendo con entusiasmo. “Son tan jóvenes e impresionables. He visto algunos con tanto potencial. Cualquier cosa florece con el agua. Nuestro labor es hacerlos creer en si mismos, ser positivos.”

Sea o no que los jóvenes participantes ingresen al programa con auto-estima o sin el, tienen que llegar ya preparados con deseo y dedicación. La solicitud para el programa es de varios pasos y requiere un mínimo de 50 horas de servicio comunitario supervisado, sin mencionar que el proceso de borrar los tatuajes, que dura uno o dos años, es increíblemente doloroso, o que el separarse de grupos negativos podría hacerlos vulnerables a la violencia pandillera.

Claro que el personal de CARECEN admite que la rehabilitación jamás es un proceso bonito. Henríquez arrugó la nariz en disgusto a la palabra, explicando que palabras como “rehabilitación” y “parar” son difíciles de aplicar en la circunstancia de un individuo que se está desarrollando. “Es un proceso,” comentó ella. “Es lo que esperamos y no lo vemos como fracasar”.

El fracaso es difícil de evaluar en dicha situación pero los éxitos del programa son evidentes. Entre 60 a 70 por ciento de los participantes salen del período de prueba y todos ellos han completado su educación secundaria. Tal vez no se oiga como algo revolucionario, pero en contraste con los datos del Pew Hispanic Center – el cual dice que solo uno de diez Hispanos en los Estados Unidos que no completan la secundaria tradicional siguen a completar el GED (Examen de Desarrollo de Educación General) – el valor social y económico es obvio.
La investigación previamente mencionada de La Raza y La Campaña por la Justicia Juvenil (Campaign for Youth Justice) también indicó que “cada hombre Latino que se gradúa de la secundaria está vinculado con un ahorro para el sistema jurídico penal de más de $38,000.” El programa para borrar tatuajes de CARECEN ha estado ayudando aproximadamente 65 individuos a la semana, 365 días del año, por más de una década.

La clave al éxito del programa es un acercamiento multifacético que considera al individuo como un todo. Hay 5 áreas de cuidado: el remover los tatuajes, la salud mental, la educación y la ayuda extensiva que les permite a los participantes tener acceso a recursos para conseguir empleos y al apoyo comunitario. “Las familias ven que tienen aliados en la comunidad y personas que creen en sus hijos,” dijo Calleros. “Estamos tratando de crear un tejido social y hacer un mundo mejor para nuestros niños.”

El personal usa la palabra “nuestros” muy literalmente. “Porque tratamos a niños de la comunidad y porque nuestro personal es 100 por ciento de la comunidad, hay mucha orientación,” comentó Henríquez. “Debido a que no hay una separación entre lo personal y lo profesional es mucho más eficaz.” Esto resulta en el poder realizar el “acercamiento en la calle” y comúnmente se incorpora en el trabajo del personal.

Henríquez también habló de cómo mentores y jóvenes se involucran activamente en actividades extracurriculares como Danza Azteca – los llamó “Nuestras herramientas para sanarnos.” Para jóvenes que quizás previamente relacionaban sus identidades con racismo, estereotipos y pandillas, “usando la cultura para sanar” como dijo Henríquez, puede ser una experiencia transformativa.

Calleros habló de un joven con quien trabajó en el programa que dejó una vida de crimen violento y que ahora toma clases en una universidad comunitaria. Espera ser un líder que trabaja con jóvenes con problemas enfrentando los mismos retos que tuvo él, en la manera que el personal de CARECEN le ayudó. “La educación es una manera fuerte de apoyar el desarrollo de alguien,” dijo Calleros. “Cualquier persona que está tratando de vivir una vida positiva y sana beneficia a toda la comunidad. El empleo y educación de jóvenes beneficia a toda la nación”

Desde los recortes en el presupuesto el programa de remover tatuajes no puede aceptar a nuevos clientes. Tampoco tienen los recursos para considerar solicitudes de personas mayores, aunque hay una alta demanda para remover tatuajes y servicios de rehabilitación para jóvenes adultos.

El personal de CARECEN pasa mucho tiempo reportando y documentando datos para el gobierno, resultando esto en menos tiempo para los participantes del programas. Están tratando de desarrollar un programa digital para manejar las citas y seguir su progreso – “con una ‘inicie sesión’ como cualquier otra agencia tendría,” explica Calleros. Pero hay limitaciones de dinero y recursos y aun después de tres años de trabajar hacia esta meta no se ha completado. “Y este es el primer recorte,” dice Henríquez, “anticipamos más recortes para diciembre.”

—Traducción Gloria Alonzo