El documental del director Oliver Stone “Al sur de la frontera” se mostró en el Centro Cultural de la Misión el pasado jueves 8 de julio y fue recibido con aplausos del público.

Después de la presentación de la película, Martín Sánchez del consulado de Venezuela y Roberto Lovato periodista de New America Media, hablaron de la necesidad de difundir el mensaje anti-imperialista y de solidaridad bolivariana que transmite el documental. Los comentarios del público demostraron que hay un gran interés por los sucesos políticos de los países ‘al sur de la frontera’ y su relación con la población latina de los EEUU.

Mi crítica del documental tiene que ver, no con lo que Sánchez llamó objetivismo, sino con algo que llamo responsabilidad periodística. Me explico.

Cuando hablo de crítica, no quiero decir que si alguien quisiera documentar la historia de Rosa Parks, para ser crítico o crítica tendría que también entrevistar a algún miembro del Ku Klux Klan para obtener una mirada objetiva, como mencionó Sánchez. Lo que quiero decir, y más puntualmente hablando de “Al sur de la frontera”, es que si el objetivo del documental es informar sobre la situación política y la transformación de una región, el documental debería aspirar a contar la historia de una región incluyendo por lo menos las voces de algunos de sus habitantes, y no tan sólo la de sus presidentes.

Cuando el documento de una región se limita a conversar con los cabezas de estado de sus países, está limitándose a la realidad vivida por un grupo de personas con opiniones e información limitada sobre lo que pasa en sus países, y claramente sobre las opiniones que la gente tiene sobre ellos mismos y mismas.

Si el documental aspirara a documentar la personalidad de Hugo Chávez, Evo Morales, Cristina Kirchner, Lula da Silva, Rafael Correa y Fernando Lugo, lo habría logrado satisfactoriamente.

Yo no dudo de las buenas intenciones del escritor Tariq Ali y de Stone, y creo que verdaderamente quieren mostrar la otra cara de la moneda que los medios no permiten ver. De hecho creo que el desmitificar a los monstruos líderes de América del Sur en la conciencia de los que se informan con buenas dosis de Fox y CNN, es una contribución importante ante la hegemonía de los medios. Fox News y CNN llamaron a Hugo Chávez un dictador rápidamente a pesar de haber sido elegido por un proceso democrático en 1999.

El mostrar el lado humano de estos presidentes permite que la gente tenga una imagen distinta a la que le pintan en los medios. Podemos ver a Hugo Chávez en la humilde casa donde nació montando una bicicleta que en pocos segundos rompe y dice “¿De quién es está bicicleta? Vamos a tener que pagarla.” Además en su oficina Stone le pregunta a Chávez, “¿A que hora te fuiste a dormir anoche?” “A las tres”, le responde Chávez. “¿Y hasta que hora te quedaste trabajando?” “Hasta esa hora”, le dice Chávez. “Es que yo tengo mucho que leer, que estudiar”, le dice mostrándole sus papeles a Stone.

El documental logra demostrar la humanidad del presidente y desmiente otras mentiras propagadas libremente por los medios. Pero tampoco hay que confundir lo amable por lo buen presidente. Es más, estoy segura que si George W. Bush me invitara a su rancho, podríamos pasar un buen rato asando carne, montando caballos y pensaría qué buen tipo que es, tan amable, divertido y entretenido con su sombrero de vaquero y sus chistes malos. Sin embargo, su amabilidad no se traduciría a que yo pensara que fue un buen presidente.

Al terminar el documental en el centro cultural, el norteamericano Brett Bottorff comentó que se había quedado esperando ver la otra cara de la moneda, y dijo que parecía más propaganda que documental.

Yo pienso que si no supiera nada sobre la situación en América del Sur, me habría parecido por lo menos sospechoso que el documental no tenga ninguna crítica sobre el gobierno de Chávez.

Curiosamente tampoco menciona nada concreto sobre su proyecto de gobierno, por ejemplo sobre las misiones bolivarianas y los servicios sociales llevados a cabo durante su mandato. Tampoco menciona la verdad engañosa de los estados petroleros que permiten mostrar un gran producto interno bruto que no refleja la inequidad social ni la corrupción interna, ni el mercado negro de dólares.

La cifra que da el documental del crecimiento económico parece sacada de los índices de la oficina de Chávez. Además, cuando el documental tiene tantos detalles incorrectos como menciona el artículo en el NY Times, pone el resto de su información en duda. A pesar que los productores del documental han intentado desmentir mucha de la crítica que ha recibido, el nivel educativo del documental es por lo menos dudoso.

Mi crítica sobre la responsabilidad periodística va dirigida hacia los dos creadores principales, el historiador Ali y el cineasta Stone. La responsabilidad que se tiene cuando uno se compromete a crear un documental sobre la situación política en América Latina y accede a los presidentes no es algo minúsculo.

La defensa de una alternativa al imperialismo de los medios de comunicación establecidos y de la hegemonía estadounidense debería estar muy bien documentada para ser verdaderamente un documento educativo, que ponga en evidencia las cosas buenas y malas de una situación política. Y no es solamente la calidad periodística, sino también de valor de producción de que carece el documental.

Como dijo alguien a la salida de la presentación: “Parece un Michael Moore descafeinado.” Además queda una impresión de que el director sufre de ilusiones de grandeza: cuando los siete protagonistas que reciben más atención en pantalla son los seis presidentes y Stone mismo, es como si se dijera somos Lula, Correa, Kirchner, Lugo, Morales y Stone, el equipo bolivariano del socialismo del siglo XXI.

No sólo hace falta la presencia de los movimientos populares, como se mencionó en la conversación en el Centro Cultural de la Misión, sino también hace falta las voces de la oposición. Algo que acompañe a Chávez cuando dice “¡Sí se puede Oliver!”

A mí me habría gustado ver a la gente que acompaña a esta propuesta y la que no por buenas razones, no solo como las voces del fondo del documental, sino como los personajes principales.