Hay una corriente artística que corre bajo la superficie del Distrito Misión, y Juana Alicia ayudó a crearla. Aunque ahora divide su tiempo entre Yucatán (México) y el Área de la Bahía, sigue considerando que este barrio históricamente latino y obrero es fundamental para lo que ella es como artista y como persona. “Pasé gran parte de mi vida en esas paredes y calles”, afirma. El barrio es mejor por ello, con sus vibrantes murales que desafían a los espectadores a reconsiderar las historias que dan forma a lo que somos.


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No hace falta ir muy lejos para ver esta obra en acción, basta con detenerse en la esquina de las calles York con la 24 para contemplar el inmenso mural azul ‘La Llorona’. Juana Alicia reimagina a la Llorona como protectora de los vulnerables y marginados. Aparece junto a mujeres de Bolivia y la India, símbolo de unidad entre pueblos aparentemente dispares. En los relatos alternativos de la artista, las historias que nos definen se transforman en herramientas de empoderamiento.

Juana Alicia da la vuelta a relatos conocidos, buscando crear un nuevo “lenguaje y vocabulario visual”. Con su pincel, nos invita a nuevas formas de vernos a nosotras y nosotros mismos, a los demás y al mundo. Como artista, profesora y madre, considera que su trabajo es “hacer ciudadanos”, formar personas que cuestionen historias dañinas, especialmente las que presentan a las mujeres y a los inmigrantes como víctimas o villanos. En su lugar, describe a las mujeres como “protectoras y guerreras de la justicia”, basadas en la verdad de nuestra interconexión.

Su obra plantea una pregunta: ¿Y si los verdaderos mitos no tuvieran que ver con espíritus embrujadores, sino con nuestra desconexión de la tierra y de los demás?

Para la artista, todo está relacionado: sus murales en el Distrito Misión, los cenotes de Yucatán y conflictos mundiales como el de Gaza. Cada uno tiene su propio contexto, pero todos están unidos por el hilo conductor de la destrucción de la tierra, la cultura y la vida. De origen chicano-judío, Juana Alicia lo sabe y lo siente de forma dolorosamente visceral. Su última obra, ‘Not in Our Name’ (No en nuestro nombre), inspirada en ‘The Mothers’ (Las madres), de Käthe Kollwitz, habla directamente de las atrocidades que se están produciendo en Palestina.

Desde el aburguesamiento hasta la guerra, pasando por las micro agresiones diarias que sufren las mujeres, el arte de Juana Alicia saca a la luz tanto el sufrimiento como la resistencia, instando a una respuesta más unida. Los ríos subterráneos de Yucatán, amenazados por los vertidos de residuos permitidos por el gobierno, representan tanto la belleza en peligro como la fuente de fuerza que nos sostendrá en los actos de resistencia. 

Su última exposición artística, ‘Cenote de Sueños’, se inauguró en Sonoma el 21 de septiembre y abarca distintas épocas de su prolífica carrera. Ella imagina un mundo en el que los cenotes están “controlados por el pueblo local” y simbolizan un retorno a la asociación con la tierra y entre sí, en lugar de relaciones marcadas por la extracción o la explotación.

Hay momentos en los que esos sueños parecen aspiraciones, pero por eso necesitamos nuestros ríos subterráneos. Necesitamos sus corrientes de poesía, música, teatro y arte. Los murales de Juana Alicia nos recuerdan que los modos de vida alternativos no son sólo sueños: son realidades que esperan hacerse realidad en las calles por las que caminamos cada día.

Pie is a sister, seeker, and writer. Her work has ranged from community-based public health to undergraduate education. She currently serves as the Assistant Director for Westmont College’s San Francisco...