[Nota del Editor: Este artículo ha sido ligeramente condensado para publicación. Para leer el articulo en su totalidad visite www.newamericamedia.org]
Un nuevo reporte del Centro Pew Hispano documenta una tendencia que los periodistas han estado cubriendo anecdóticamente por varios años: la inmigración de México a los EE.UU. ha llegado a cero.
Los factores que pueden haber contribuído a este cambio—el nivel elevado de desempleo en EE.UU., una economía mexicana que se está recuperando más rápidamente, un bajo índice de nacimientos mexicanos, y el incremento en los controles de inmigración—todos apuntan en la misma dirección: El número de personas mudándose a México desde los Estados Unidos es igual—o supera—al número de personas ingresando al país desde México.
Pero con un número récord de leyes estatales y locales tomando medidas energéticas contra los inmigrantes indocumentados, esto no señala el final de los sentimientos anti-inmigrantes que han hechado raíces en América.
Esto a causa de que, como lo ha dicho el blogero Mario Solis-Marich del blog MarioWire, las restricciones a la inmigración realmente nunca han sido sobre asegurar la frontera; sino que se trata de gente de piel morena viviendo en sus pueblos y comunidades.
Y con la población méxicoamericana en auge—por nacimientos, no por la inmigración—el nuevo blanco de la histeria anti-inmigrante y anti-latina son las madres embarazadas.
Para el año 2050, los latinos representarán aproximadamente un 30 por ciento de la población estadounidense, según datos del censo. La mayor parte de este crecimiento de la población, especialmente para los México-americanos, no es causado por la inmigración, sino por los niños nacidos en EE.UU.
La madre latina—quien tiene el poder de cambiar la demografía de este país a través de los nacimientos—ha reemplazado al trabajador inmigrante como la nueva amenaza para muchos nativistas estadounidenses.
También se ha convertido en el blanco de una nueva ola de legislación.
El 2011 vió un número récord de nuevas leyes contra los inmigrantes—y un número récord de leyes que restringen los derechos reproductivos. Al centro de estos ataques están las mujeres inmigrantes, quienes están luchando por mantener sus familias unidas en medio de detenciones y deportaciones en números récord, y luchando por servicios de salud reproductiva aún mientras su acceso a servicios básicos de salud se restringen cada vez más.
El empuje para revocar la decimocuarta enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, para prohibir ciudadanía por nacimiento a los hijos de inmigrantes indocumentados, es el ejemplo más reciente del uso de leyes anti-inmigrantes para atacar a la mujer.
Está proyectado que este movimiento va a resurgir durante las elecciones presidenciales, aunque no es probable que sea exitoso—después de todo, cambiar la constitución es extremadamente difícil—pero a pesar de eso este movimiento ha sido exitoso en cambiar la conversación alrededor del tema de inmigración y le ha dado a los grupos anti-inmigrantes más duros una plataforma en el discurso público.
Las leyes que limitan los derechos reproductivos también han sido utilizadas para atacar a inmigrantes. El mes pasado, el gobernador de Nebraska, Dave Heineman, vetó un proyecto de ley que hubiese dado acceso a cuidados prenatales a inmigrantes indocumentadas. La legislatura de Nebraska anuló el veto—pero para hacer eso, argumentaron que los fetos tenían más derechos que sus madres, un debate bizarro que reflejó la forma en que el país ha devaluado y deshumanizado a las madres inmigrantes.
En ningún lugar es esta deshumanización más evidente que en la práctica de encadenar a inmigrantes indocumentadas presas mientras están dando a luz. New America Media reportó sobre esta práctica en los centros de detención para inmigrantes en Arizona en enero de 2010. Apenas este año, el estado de Arizona se convirtió en el decimoquinto estado en prohibir esta práctica.
Mientras tanto, las mujeres inmigrantes y sus familias están siendo impactadas cada día por una política de control migratorio que separa a las familias a través de la detención y deportación, y que muchas veces ocasiona que las madres pierdan derechos de paternidad sobre sus propios hijos. En los primeros seis meses de 2011, el Control de Inmigración y Aduanas (ICE por sus siglas en inglés) deportó a 46.000 personas con hijos estadounidenses. Por lo menos a 5.100 niños viviendo en el sistema de cuidado temporal se les impide ser reunificados con sus padres detenidos o deportados, según un reporte por el Centro de Investigación Aplicada (Applied Research Center).
En el 2009, New America Media comisionó un sondeo multilingüe sobre las mujeres inmigrantes en EE.UU. y descubrió que la mayoría de las encuestadas habían llegado a este país “para mantener a sus familias unidas”. Esta realidad contrasta con la imagen del trabajador solitario masculino que deja atrás a su familia para encontrar trabajo en los EE.UU.
Pero hay algo todavía más sorprendente que descubrimos como resultado de la encuesta.
Al viajar por el país presentando los resultados del sondeo, nos dimos cuenta que existe una audiencia no explorada, para quienes la historia de las mujeres inmigrantes tiene una resonancia especial: las mujeres estadounidenses.
Eso es porque la inmigración es, intrínsecamente, una cuestión de mujeres.
Las mujeres inmigrantes están luchando para proteger sus derechos como madres—desde el acceso al cuidado prenatal hasta sus derechos de patria potestad sobre sus hijos. Están luchando por sus derechos como trabajadoras—desde el pago equitativo hasta condiciones laborales justas, libres de agresiones y acoso sexual. Están luchando por mantener a sus familias y comunidades unidas, a pesar de una política de control migratorio que ha convertido este simple deseo en una tarea sobrehumana.
La lucha de las mujeres inmigrantes en los EE.UU. es la lucha de todas las mujeres.
Y en cuanto hagan esa conección, el ver a la inmigración como “nuestro” asunto, no como el asunto de “ellos”, las mujeres americanas pudieran ser quienes cambien la manera en que nuestro país trata a los inmigrantes.
[…]
Desde el encadenamiento de las mujeres inmigrantes detenidas, hasta lo que se ha convertido en una forma de secuestro de niños estadounidenses cuyos padres son deportados, somos testigos de una crisis humanitaria en nuestro país en contra de las mujeres inmigrantes.
Y las mujeres estadounidenses de cualquier origen tienen el poder para ponerle un alto.
Elena Shore es la editora y co-directora del Proyecto de Mujeres Inmigrantes de New America Media.