Holtville Cemetery. Photo Courtesy Pamela Calore

HOLTVILLE, Calif.—Puede haber sido cualquier persona—un músico talentoso, un trabajador del campo, un maestro sin empleo, un padre desesperado o simplemente hijos tratando de alimentar a su madre, o a sus hermanos. Sean quienes sean, sus identidades están envueltas bajo la tierra salina que rodea la ciudad de Holtville, CA, ubicada justamente al oeste de Arizona y a menos de una hora de México.

La mayoría de las personas enterradas aquí fueron encontradas muertas, con sus cuerpos disperso por las colinas del desierto del valle imperial, o a lo largo del canal Americano que sostiene a una línea agrícola que se extiende desde El Centro, Calif, hasta Mexicali, México. Nadie sabe quienes son, y al parecer a pocos les interesan.

Día de los Muertos
El 2 de noviembre marca la fecha del día de los muertos, el festival mexicano en el cual las familias se reúnen para honrar a los que ya han fallecido. Este año, unos cuantos activistas defensores de los derechos de los inmigrantes y miembros de la comunidad se reunieron en el cementerio de Holtsville Terrace Park cerca de varias lápidas sin nombres para celebrar y lamentar.

Parcialmente ocultos por un muro de 6 pies de altura hay muchas filas, exactamente 49, de cruces con ladrillos sencillos del color de barro delineando el lugar de descanso para los que iban ser migrantes.
“Ninguno de los que están enterrados aquí esperaban terminar la vida así”, dijo Enrique Morones, el director de “Border Angels” o Angeles de La Frontera—una organización sin fines de lucro.

Fundada en 1986 , la organización proporciona ayuda humanitaria a los migrantes viviendo en los cañones al norte del condado de San Diego. Durante varios años la organización ha ayudado reclutar voluntarios para ser parte de una campaña que trata de dejar botellas de agua en áreas designadas por ser puntos de cruce para los inmigrantes indocumentados.

“La mayoría de los inmigrantes indocumentados no se dan cuenta de los peligros del desierto. También son víctimas fáciles para los contrabandistas sin escrúpulos que les roban y les dejan solos y perdidos en un lugar donde no pueden diferenciar entre el norte y el sur”, añadió Morones, mientras dejaba unos galones de agua en un punto estratégico marcado por una manta colgada de un arbusto mejor conocido como un huizache.

“Nadie puede sobrevivir más de dos horas bajo 115 grados de calor durante el verano”, explicaba Adrián Corona, oficial de la policía fronteriza. “El Invierno está igual de peligroso”, dice él, añadiendo que el terreno montañoso está especialmente insidioso en la noche, y brutalmente caliente durante el día. La mayoría de ellos no cumplen el viaje.”

Sin agua, y bajo un calor intenso, el cuerpo entra un en estado de shock, y los órganos vitales empiezan a degenerarse gradualmente. Personas en estas condiciones físicas tienen alucinaciones—lo que ha sido descrito como un “efecto oasis”—antes de sufrir un colapso de delirio.

Mientras tanto, los coyotes son prácticamente guías a sueldo para los migrantes esperando a viajar hacia el norte. Los Coyotes advierten a sus viajeros acompañantes que no deben parar para los viajeros se ven deshidratados en el camino. Dado a que la mayoría de los viajes por la frontera toman lugar en la noche, es común que los coyotes dejen a los rezagados abandonados.

Los agentes del BOARSTAR (Unidad de búsqueda, trauma y rescate de la policía fronteriza) operando en el Valle Imperial, dicen que han actualizado 30 rescates de emergencia este año fiscal, significativamente menos de los 50 rescates que cumplieron el año anterior. Corona y sus agentes compañeros de la frontera atribuyen el declive de las cifras a adelantamientos tecnológicos que les ayuda seguir el movimiento por el desierto.

“No sólo podemos registrar sus puntos de entrada gráficamente, pero se está convirtiendo en algo más común que los migrantes llamen al 911 y a través de las señales de GPS que recibimos, podemos encontrarlos antes de que la situación se ponga crítica.”

Sin embargo, es muy probable que la mayoría de los inmigrantes indocumentados no tengan teléfono celular. Y si lo tuvieran, el miedo de ser arrestados, y posiblemente encarcelados durante 3 a 5 años les impediría hacer esta llamada. Esto también significa que muchos no llevan identificación encima.

En el Valle de los Muertos
“El problema es que la mayoría de las veces sus cuerpos se descubren días, semanas—hasta años después de que mueren”. A veces las autoridades encuentran solo un fémur, ó algunos huesos”, dijo Jesús Gutierrez, gerente del departamento de protección legal para el Consulado mexicano en Calexico.

En estos casos, el protocolo legal requiere que las autoridades contacten al consulado de México en una jurisdicción legal y que trabajen conjuntamente con ellos para tratar de identificar a los difuntos. En casos en donde sea imposible conseguir la identificación, la oficina del juez de instrucción guarda muestras de los restos mortales, con una vista hacia el futuro de identificación de ADN—lo cual es costoso y se hace con moderación.

“No importa cuantas cercas siga construyendo los Estados Unidos; mientras exista la desigualdad económica entre los Estados Unidos y Latinoamérica la gente va a seguir viniendo –sea legal o no”, dijo Morones, añadiendo que cualquier día en la frontera entre los Estados Unidos y México puede ser un “día de los muertos. “

Defensores de los derechos de inmigrantes como Morones, advierten que con la tendencia creciente de deportaciones masivas que se están llevando a cabo con entusiasmo bajo la administración actual, es un hecho que los migrantes están desesperados por regresar, y probablemente muchos de ellos perecerán bajo del sol del desierto.

Las cifras oficiales dicen que entre enero y junio del 2011, el gobierno de los EEUU llevó a cabo más de 46.000 deportaciones de padres de hijos ciudadanos de los EEUU. Aunque no hay información oficial del gobierno sobre el número de hijos abandonados, un centro de estudios y investigaciones basado en Nueva York, ARC, que trabaja en crear justicia racial, dice que aproximadamente 5,100 niños han sido abandonados en casas de adopción.

En los próximos cinco años, según ARC, aquella cifra puede alcanzar los 15.000.

“Usted cree que aquellos padres quienes fueron deportados van a permanecer en sus países , sabiendo que sus hijos están aquí?” pregunta Anita Nicklem, quien vive en el Valle Imperial y asistió a la ceremonia en el cementerio de Terrace park. “Por supuesto que no. Van a hacer todo lo posible para volver, y por supuesto van a arriesgar sus vidas al hacerlo”, dijo Nicklem.
Señalando a una de las tumbas cercanas, añadió, “yo podría ser uno de ellos”.