Una estudiante en Chile es arrestada por la policía durante una protesta en la primavera. Estudiantes en Chile han estado tomando parte en protestas en contra de la privatización de la educación. Photo Courtesy teachersolidarity.com

Chile se está convirtiendo en parte del movimiento global de jóvenes que están transformando el mundo poco a poco —el Movimiento Árabe, las ‘sentadas’ y protestas en las plazas españolas y la rebelión de los jóvenes en Londres.

Las semanas de manifestaciones y huelgas llevadas a cabo por los jóvenes chilenos llegaron a su punto más alto el pasado 9 de agosto, cuando aproximadamente 100.000 personas salieron a las calles de Santiago. A ellos se les unieron profesores y educadores, demandando una educación gratuita para todos, desde la escuela primaria hasta la universidad.

En las amotinadas demostraciones que se llevaron a cabo entre bandas de jóvenes y la policía, dispararon gases lacrimógenos hacia la multitud, y 273 personas fueron arrestadas. Después, en la fría noche de invierno, el ruido ensordecedor de gente golpeando sartenes y ollas en apoyo a los estudiantes se podía escuchar por todo Santiago, la capital del país de seis millones.

Bajo la dictadura de 17 años de Augusto Pinochet, la mayoría del sistema educacional de Chile fue privatizado, y aún después de que dejara el poder en 1990, la educación privada siguió prevaleciendo. Actualmente, un 70 por ciento de los estudiantes universitarios asisten a instituciones privadas. La educación privada es apoyada por la constitución que se generó durante el régimen de Pinochet, y quienes negocian con la educación tomaron ventaja de ello y se enriquecieron.

Camila Vallejo, presidente electo de la Federación Estudiantil de la Universidad de Chile y una de las principales líderes de las protestas nacionales, proclama: “Necesitamos educación de calidad para todos. Es un derecho. La sociedad chilena no puede avanzar sin ello.”

Veinte estudiantes de educación secundaria están actualmente en huelga de hambre y están dispuestos a perder el año académico, incluso a morir por la causa.
Alina Gonzáles, de 16 años, participante en la huelga de estudiantes secundarios, le dijo a NAM: “Haremos lo que sea necesario para cambiar este sistema y nuestras vidas.”

Camila Vallejo, presidenta de la Federación Estudiantil de la Universidad de Chile, ha captivado al movimiento con su energía, elocuencia, y su belleza. Photo Courtesy wickedmagazine.com

Los estudiantes son parte de un movimiento más amplio que demanda la transformación de Chile. En meses recientes, trabajadores de las minas de cobre han ido a la huelga, movilizaciones masivas han tomado lugar para detener la construcción de un enorme complejo de presas y proyectos de energía en la región Bio Bio del sur de Chile, activistas de los derechos de homosexuales y de la mujer han marchado en las calles, y los indígenas Mapuche han continuado sus demandas sobre la restauración de sus tierras ancestrales.

Enfrentando la intransigencia del gobierno conservador del presidente millonario Sebastián Piñera, el movimiento está pidiendo un plebiscito nacional. Camila Vallejo, quien también es miembro de la organización juvenil comunista, asegura: “Si el gobierno no es capaz de respondernos, tendremos que demandar otra solución no-institucional: la convocatoria de un plebiscito para que los ciudadanos puedan decidir sobre el futuro de la educación del país.”

Cuarenta y dos organizaciones sociales unidas bajo el lema de ‘Democracia para Chile’ han salido a apoyar el movimiento estudiantil. Su manifiesto proclama: “El sistema económico, social y político está en una profunda crisis que ha forzado a las comunidades a movilizarse (…) Un movimiento de ciudadanos sin precedente en la historia está cuestionando las bases de la economía y el orden político que nos fue impuesto en 1980 por la constitución de Pinochet.”

Retomando la petición estudiantil de un referéndum, el manifiesto alega que debe de ser “multi-temático” y permitir que los votantes decidan si se debe llevar a cabo una asamblea constituyente que tendría el poder de redactar una nueva constitución.
En años recientes, ha existido una demanda creciente para terminar el orden neo-liberal y el sistema político actual que concentra el poder en manos de una élite política.

Al igual que en Ecuador, Bolivia y Venezuela, existe un movimiento para re-estructurar la nación con una constitución que permita la participación popular en todos los niveles del gobierno. Derechos fundamentales serían reconocidos, incluyendo el derecho a educación gratuita, cuidado medico, cultura, y a la libre elección de la orientación sexual de cada individuo.

El presidente Piñera se rehúsa a apoyar la petición de un plebiscito. Su nivel de aprobación ahora sienta en el 26 por ciento. El día después de las manifestaciones masivas firmó una ley de prueba pidiendo “educación de calidad”. Denunció a los simpatizantes de la educación gratuita universal alegando que representaría la transferencia de la riqueza a los privilegiados ya que “los pobres pagarían impuestos para beneficiar a los más afortunados” que asistirían a las universidades.

Chile se encuentra en una encrucijada. En las dos décadas desde la caída de la dictadura, muchos chilenos han sucumbido al consumismo, con la proliferación de centros comerciales y tarjetas de crédito gracias al “Milagro Económico Chileno” que ha visto seis incrementos anuales del 6 por ciento. Pero muchos chilenos quieren una sociedad con más sentido. Recuerdan la tradición chilena del socialismo democrático que fue apagado con el derrocamiento del presidente Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973.

Se planean más movilizaciones para la semana que viene, incluyendo una huelga nacional de un día. El llamado también se ha extendido a demostraciones similares en otros países latinoamericanos.

—Traducción Carmen Ruiz