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Cuando el año pasado, California pasó legislación que concede a los estudiantes indocumentados del estado acceso a fondos para su educación, simpatizantes como Miguel Martínez—quien es indocumentado—recibieron el cambio como una gran victoria. Pero con un altísimo déficit y recortes en todos ámbitos, él y otros dicen que sus futuros permanecen inciertos.
“Es extraño para mí. No siento que me haya impactado a mí directamente”, dijo Martínez con respecto a AB130, también conocido como el Dream Act de California, el cual provee acceso a becas privadas para inmigrantes indocumentados. “Voy a graduarme este otoño, así que para cuando esté implementado completamente, ya me habré graduado.”
La segunda parte del Acta, AB131, entra en efecto en enero 2013 y proveerá acceso a ayuda financiera pública para estudiantes como Martínez, quien ahora está estudiando en su último año en la Universidad Estatal de San Francisco (SF State). Sin embargo los oficiales escolares ahí dicen que alcanzar a la población universitaria indocumentada es un reto.
Barbra Hubler es directora de la Oficina de Ayuda Financiera en la universidad. Ha dicho que cuando la nueva ley entre en efecto, la escuela comenzó a trabajar con los aproximadamente 300 estudiantes indocumentados inscritos actualmente, agregando que muchos aún no saben sobre estos cambios. Los recursos limitados y limitaciones de tiempo de su oficina hacen difícil el proveer estudiantes con consejeros e información completa.
“La oficina del canciller de las Universidades Estatales de California ofrecerá guianza en los campuses sobre como implementar los cambios mandados por el Dream Act de California para programas de ayuda financiera estatales”, explica Hubler.
Mientras tanto, Hubler dijo que la oficina de ayuda financiera de la universidad ha implementado cambios para ayudar a los estudiantes a obtener más información sobre becas para las cuales quizá califiquen. Actualmente, la oficina tiene dos consejeros dedicados a asistir a estudiantes de Dream Act, y ha dado entrenamiento al departamento de ayuda financiera y a otros departamentos en el campus para concientizar al personal sobre la ley y sus requerimientos.
Sueños en Espera
Creo que siempre tuve un impulso”, dijo Martínez. “Vengo de una familia de clase trabajadora … y con mis padres, siempre hubo un impulso por mejorarse a uno mismo.”
Como inmigrante indocumentado, sin embargo, ese impulso ha sido enfrentado con obstáculos aparentemente insuperables.
“Cuando me enteré (de que era indocumentado), para ser honesto, fué muy deprimente”, dijo.
Los padres de Martínez lo trajeron a los Estados Unidos desde México cuando tenía solo un año de edad. Crediendo en el condado de Marin, fuera de San Francisco, el recuerda haber visto al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE por sus siglas en inglés) cerrando calles y bloqueando edificios de departamentos para capturar a inmigrantes indocumentados cerca de su hogar.
También recuerda haber temido por su familia, pero nunca pensó demasiado sobre como su propio futuro sería afectado por su estatus migratorio.
“Yo no sabía cuanto [mi estado migratorio] me iba a limitar hasta que entré a la preparatoria y tuve que aplicar para programas de verano o becas”, dijo Martínez. “Lo que terminé haciendo fué poner muchas cosas en espera. Hubo muchas oportunidades que no pude aprovechar por causa de mi estátus.”
Martínez eventualmente se matriculó en una universidad comunitaria local y después se unió a la organización estudiantil Mejorando Sueños, Igualdad, Acceso y Exito, la cual tomó un rol activo en influenciar el pasaje del Dream Act California.
Dijo que ahora está buscando el pasaje del Dream Act federal, el cual comparte su nombre con la ley de California, pero es muy diferente.
Introducido originalmente en 2002, una de las provisiones del Dream Act requiere que los estudiantes elegibles completen la universidad en seis años, o hagan un servicio militar por dos años para calificar para la cuota estatal. Martínez dice que en estados como California, donde el presupuesto para la educación superior continúa reduciéndose, esto pudiera ser problemático para estudiantes batallando sólo para asegurar las clases que necesitan.
“Realmente espero que pase … tan cercano como sea posible a la versión del 2002”, dijo Martínez. “Estamos llegando a un punto donde hay toda una generación de estudiantes que serán forzados a dejar el país o poner su vida en espera.”
Un futuro incierto
En el clima actual, estudiantes universitarios a punto de graduarse ya están preocupados por encontrar trabajos. Pero para los estudiantes indocumentados que no pueden trabajar legalmente, el estrés puede ser aún mayor, dijo Martínez.
“Para ser honestos, algunos días siento ‘Estoy en la cima del mundo y voy a superarlo”, dijo. “Pero algunos días estoy realmente seriamente deprimido. Es como una montaña rusa.”
Para evitar sentirse abrumado, Martínez prefiere enfocarse en el día con día, en lugar de cinco, o siquiera dos años en el futuro. Mientras tanto, está enfrentando presión de su familia para encontrar un trabajo de tiempo completo.
“La realidad empieza a golpearte”, dijo. “Mis padres están envejeciendo, el dinero es escaso y aunque ellos quieran que yo continúe con mis planes educativos, honestamente no puedo trabajar legítimamente.”
Martínez actualmente está enfocado en prepararse para el examen de admisión para un programa de maestría, y a la vez investigando sobre alternativas para su carrera. Trabaja como interno en una facilidad de investigación en Berkeley.
Sin embargo, dijo Martínez, tiene que tener cuidado de quien pide consejo porque hay algunos que lo juzgan solo por su estátus.
“He tenido mucho cuidado de no decirles a ciertas personas o profesores porque te van a mirar raro”, dijo. “Puede que no consideren mi potencial o lo consideren limitado. No quiero que eso sea una influencia … quiero que me juzguen por mis logros.”
Ha tenido la fortuna de encontrar una red de apoyo en la Universidad, pero a veces encontrar un oído simpatizante no es suficiente.
“A veces solo me estoy desahogando”, dijo Martínez. “Todo lo que pueden decir es, ‘Las cosas van a mejorar. Las cosas van a mejorar’. Llega a un punto donde has escuchado eso demasiadas veces.”