Kimberly Wasserman Nieto, de Chicago, recibió el Premio Goldman al Medio Ambiente en la región de Norte América. Foto Courtesy Goldman Prize

Kimberly Wasserman Nieto, madre chicana de tres llevó acabo una lucha por 15 años junto a su organización para cerrar dos plantas de carbón en su comunidad de Chicago y ganó. Por su trabajo fue reconocida con el Premio Medioambiental Goldman junto con otros cinco merecedores de dicho galardón otorgado desde hace 24 años.

Reconocido como ‘El Premio Pulitzer’ del movimiento medioambiental, el cual reconoce a héroes medioambientales en cada uno de los seis continentes del mundo que luchan contra viento y marea para proteger el medioambiente y sus comunidades. Cada participante es merecedor de un premio en efectivo de $150,000 —el mayor premio otorgado a personas comunes y corrientes por activismo medioambiental.

El reconocimiento era lo último que Kimberly Wasserman Nieto esperaba. “Es increíble ganar este premio. Es un honor saber que una muchacha del sureste de Chicago desempeñando este tipo de trabajo podría llegar a esta posición”, dijo a El Tecolote.

Para los que le conocen seguramente no les sorprenda. Wasserman Nieto es una guerrera. Aprendió a temprana edad lo que se requiere para organizarse.

“Crecí en una familia de activistas y mis padres plantaron en mí la semilla de la justicia para luchar por lo que es correcto. Mi activismo como organizadora empezó en la primaria. Mis padres eran activistas y nos llevaban a todo tipo de eventos y mítines cuando éramos niños. Luchas por tus ideales. Espero que mis hijos recojan la misma semilla para que cuestionen y no se queden callados”.

“Derechos de los inmigrantes, derechos medioambientales, derechos del trabajador, fui a Washington DC un sinfín de veces de niña, participé en protestas. Recuerdo a mi padre en las huelgas de hambre. Esto ha sido parte de nuestro diario vivir y la realidad es que fue efectivo, aunque algunas veces no pero la gente se levanta, se sacude y continúa, ese mensaje realmente se aferró a mi forma de pensar”.

El mensaje pasó a ser parte de su ser y le motivó cuando era madre, yendo de puerta en puerta como miembro de Little Village Justice Organization (LVEO), hablando con los vecinos acerca de las dos plantas de carbón más antiguas y sucias en el área: Crawford y Fisk (propiedad de Midwest Generation), ambos localizados el sureste de Chicago, en el barrio conocido como ‘Little Village’ y Fisk, en el distrito cercano a Pilsen, también una comunidad latina en su mayoría puertorriqueña.

Su casa estaba localizada a menos de una milla de la planta Crawford en donde sentía los efectos de la contaminación a su alrededor cuando niña pero probablemente más aún  cuando tuvo que llevar de emergencia a su entonces bebé de 3 meses al hospital porque no podía respirar. Estaba teniendo un ataque de asma. Fue entonces que comprendió que el asma era provocado por la contaminación medioambiental.

“Me motivó a mí y a la organización a entender el por qué estaba sucediendo esto. Nos tomó cuatro años. Estábamos recopilando datos anecdóticos y en el 2002 la escuela de salud pública de Harvard publicó el estudio. Fue increíble y a la vez molesto ver los datos y poner números reales a lo que estaba pasando en nuestras comunidades… pero también utilizarlo como una herramienta con la cual canalizar la ira y la frustración en algo positivo…”

Las chimeneas en Little Village liberaban grandes nubes de emisiones tóxicas que los niños les llamaban ‘nubes de fábrica’. Al igual que muchas otras comunidades de bajos recursos de la nación que enfrentan racismo ambiental, los residentes batallaban con los altos índices de asma, bronquitis y con otras enfermedades respiratorias. El olor a ácido sulfúrico el cual huele como a huevo rancio, se aloja por toda la comunidad.

El estudio de Harvard vinculó a más de 40 casos de muerte prematura, 550 visitas de emergencia y 2,800 ataques de asma por año a causa de las nubes tóxicas liberadas por las dos plantas. Por supuesto que los niños eran los más vulnerables a la contaminación.

“No creo que la central del movimiento de justica medioambiental y la localidad de estas industrias sean un accidente en comunidades de color”, nos dijo. “El gobierno local y las industrias ven la oportunidad de explotar la comunidad y la tierra. Desafortunadamente, bajo la fachada de trabajo, desarrollo y prosperidad, la gente instala estas en nuestras comunidades aún cuando el impacto supera los beneficios de [estos]”.

Little Village, dice Wasserman Nieto, es una comunidad compuesta por “mayoritariamente mexicanos y mexicoamericanos. 75,000 personas viven en nuestra comunidad en un área de 5 millas altamente poblada. Es la segunda concentración más grande de mexicanos en el medioeste, después del Este de Los Ángeles”.

Los residentes han sufrido los efectos de la contaminación por generaciones. El polvo del carbón que despiden las plantas se instala en las casas y en los terrenos escolares. Nebulizadores y tanques de oxígeno no eran ajenos al diario vivir. Padres de familia mantenían a sus hijos en casa y no les dejaban salir a jugar. Les preocupaba los ataques de asma provocados por el aire contaminado.

Durante las indagaciones comunitarias, los activistas explicaron y convencieron a padres de familia sobre la razón por la que sus hijos tenían problemas de salud. Algunos padres quienes eran indocumentados y tenían miedo de hablar lo hicieron entonces, entendieron que tenían derecho a una vida libre de tóxicos.

“No importa quién eres, de dónde vienes o a quién conoces. Se trata de tener la pasión para hacer la diferencia y brindar un lugar seguro dónde vivir. No tienes que tener nada en especial, solamente esa pasión y la voluntad”, dijo a El Tecolote.

Añadió, “Nuestras comunidades han sido privadas de sus derechos, si no ha sido de su lenguaje, lo ha sido por las barreras económicas. Es nuestro trabajo el incitar a la gente a cuestionar: ¿Está el gobierno trabajando para mí o en mi contra? Como miembro de la comunidad, ¿el gobierno trabaja para mí; cómo hago valer mi voz?”

Se aseguró de que las historias locales y sus voces fueran escuchadas, y trabajó con otros activistas locales para formar una alianza con fe, salud, esfuerzo y grupos medioambientales. Al ayudar a fundar dichas coaliciones desplegadas por todas partes, los políticos no pudieron ignorar las preocupaciones.

Con muy pocos fondos pusieron en marcha una locución; una fuerte e implacable campaña con protestas hasta mítines públicos con muchos participantes, organizando ‘giras tóxicas’ en las plantas industriales, hasta realizar una representación de las ‘Olimpiadas de carbón’ en donde se hizo una oferta para patrocinar los juegos olímpicos del 2016. Eran implacables.

Los esfuerzos tomaron impulso en el 2011 cuando la coalición de Chicago Clean Energy fue fundada y nuevas municipalidades oficiales fueron electas, incluido un nuevo alcalde, Rahm Emanuel.

Finalmente, el decreto de Clean Power fue aprobado, lo que significaba que las plantas de carbón tenían que mejorar el control de contaminación y reducir la emisión de gases tóxicos. En lugar de cumplir con la ley, Midwest anunció que cerraría las dos plantas de carbón y que lo haría en el otoño de 2012, antes de lo previsto.

De acuerdo con las noticias, el tratado prohibía la instalación de toda industria que utilizara combustibles fósiles en la propiedad y les otorgaba el derecho a los residentes de conocer a posibles propietarios quienes además, estarían obligados a presentar planes de los proyectos industriales a la comunidad.

“Cuando recibí la llamada lloré. Jamás imagine ese sentimiento. Me tomó por sorpresa. El sentimiento fue una abrumante emoción de orgullo y agradecimiento, difícil de describir. Fue una de las más grandes emociones el escuchar ese mensaje y concebir el hecho de que habíamos ganado. Nos tomó 15 años el lograrlo. Por supuesto, una de las emociones más increíbles —después del nacimiento de mis hijos”, dijo sonriente, Wasserman Nieto. El niño de 3 años que ayudó a impulsar su trabajo tiene ahora 15 años. Su hijo de 8 años sufre también de asma no así el menor de 4 años.

Señaló la cultura como el factor principal en el gran impacto que se tuvo al persuadir a la comunidad.

“La verdad es que la cultura mexicoamericana jugó un gran papel en esta campaña. Todo, desde los murales, el arte en los sellos postales, los mensajes en el Día de los Muertos y El Día del Niño; la cultura y nuestra realidad es lo que condujo a llevar el mensaje y la historia. Estoy muy orgullosa de mi comunidad y de mis orígenes culturales. Buscar formas de honrar la cultura y enseñar a los jóvenes que esta no es la primera lucha para muchos de nuestro mayores”.

Añadió, “Estamos cerrando la brecha generacional entre nuestros ancianos y = jóvenes de nuestras comunidades. Mucha de nuestra gente en las áreas rurales como en las ciudades de México ha formado parte de la lucha por los derechos de los obreros agrícolas hasta la industrialización de las ciudades. Es parte de nuestra historia… y la forma en que aprendemos sobre nuestra historia nos ayuda a encontrar nuestro camino hacia el presente”.

–Traducción Ligia Barahona