Gente en Oakland protesta el 24 de noviembre en contra de la decisión de no imputar cargos contra Darren Wilson, agente de policía de Ferguson, por la muerte de Michael Brown. Foto Santiago Mejia

Después de escuchar por más de tres meses testimonios y leer miles de páginas de documentos, el gran jurado decidió no acusar a Darren Wilson, el policía blanco de Missouri que disparó y mató a un joven afroamericano de 18 años de edad, desarmado, llamado Michael Brown.

Casi inmediatamente después de que el testimonio fue difundido entre el público, se denunció que la Policía de Ferguson había manipulado varios aspectos de la investigación: a Wilson se le permitió lavar pruebas físicas antes de ser examinado; a su arma no se le hicieron pruebas de huellas dactilares; el examinador legal no tomó medidas reales de distancia en la escena del crimen porque parecía “no necesitar explicación”; y Wilson no presentó inicialmente su arma a los investigadores. También el Fiscal del condado de St. Louis, Robert McCulloch, que tiene una profunda conexión con las fuerzas del orden y antecedentes de favorecer a la policía en los casos penales, fue acusado de haber manipulado las pruebas que fueron recabadas cuando las presentó ante el gran jurado.

Dejando de lado todo esto, la verdad es que, dado al conflicto de versiones de los testigos oculares, aun cuando Wilson hubiera sido procesado, era casi seguro que la hubiera librado.

“Es muy difícil condenar a un oficial de policía”, declaró Laurie Levenson, ex fiscal y ahora profesora de ley en la Universidad de Loyola en Los Ángeles, quien además explicó en una entrevista reciente con Talking Points Memo que “ellos consiguen una super presunción de inocencia”.
Y como si la decisión de Wilson no fue suficiente para validar la afirmación de Levenson, el 3 de diciembre en Nueva York un gran jurado negó a acusar el policía Daniel Pantaleo, a pesar de que estranguló en video a un hombre afroamericano llamado Eric Garner.

Y así la decisión del gran jurado, por angustiosa y exasperante, no fue particularmente sorprendente para muchos. Incluso entre los que protestaron, la indignación que demostraron era más una función de injusticia inevitable que asombro. Por ejemplo, algunos activistas de San Francisco planificaron una manifestación anticipando la exoneración de Wilson.

Parece que Michael Brown es sólo otro en una larga línea de hombres negros y latinos que fueron atacados por agentes de policía sin que hubera represalias. Al final, ¿hay algo que podamos aprender a partir de los acontecimientos de los últimos tres meses?

Bueno, una de las lecciones aprendidas del caos que siguió en Ferguson, con la cual muchos podemos estar de acuerdo, es que la policía está sobre equipada y usa tácticas SWAT que son más apropiadas para un campo de batalla que en nuestros vecindarios. Estos sentimientos fueron reforzados por la abundancia de imágenes de Ferguson que parecían las de una guerra mundial. Esa ‘zona de guerra’ fue una reacción de la policía a la respuesta del público por la muerte de Brown, lo que significa que su muerte ha sido fundamental para abrir un diálogo vital y necesario sobre lo que constituye la aplicación de ley.

Y otra, tal vez aún más crítica, es la discusión que afortunadamente ha reanudado preocupaciones entre diferentes razas y por los cambios demográficos en los EEUU.

Por mucho tiempo, probablemente desde el caso Brown vs. Board of Education, la sabiduría convencional, al menos oficialmente la de ‘white America’ sostiene que somos una ‘sociedad post-racial’, donde la gente de alguna manera no ve el color de la piel y la desigualdad ya no existe.
Es supuestamente una verdad evidente reflejada entre otras cosas, por el primer presidente y el primer fiscal general ambos afroamericanos El juez de la Suprema Corte, Roberts, ha dicho lo mismo, con el desmantelamiento de la acción afirmativa en la educación superior y, más recientemente, con la eliminación de las disposiciones en la Ley de Derechos Civiles que había protegido a votantes minoritarios en los estados del sur.

Por supuesto, en el área de la bahía los Oscar Grants y Alex Nietos cuentan una historia muy diferente. La realidad, por supuesto, es que hay un sinnúmero de ejemplos que desacreditan la idea de que este país ha superado las prácticas discriminatorias: la ley ‘stop-and-frisk’ en la ciudad de Nueva York, la SB 1070 de Arizona, la privación de derechos de los votantes de minorías en el sur y la desproporcionada explosión demográfica de afroamericanos y latinos en prisión.

Si bien puede ser un sentimiento agradable, la idea de que los EEUU no tiene problemas raciales es un mito, y muy peligroso en sí, mientras persista este concepto, será imposible tener discusiones progresivas de raza.

Es demasiado pronto para saber si la muerte de Michael Brown podría ser un catalizador para una nación mejor, lo que sí es cierto es que nos ha hecho empezar a hablar entre nuestras comunidades, él se merece por lo menos eso.

— Traducción Fern Echevarria