Una manifestación sindical recorre la calle Gran Vía de Madrid. Photo Víctor Franco Alonso

El pasado jueves 29 de marzo tuvo lugar en España una jornada de huelga general convocada por sus sindicatos más representativos, Comisiones Obreras (CC.OO) y Unión General de Trabajadores (UGT), y respaldada por la gran mayoría de las organizaciones sindicales del país. La razón de la convocatoria: la contrariedad que ha suscitado en los sindicatos una reforma laboral aprobada por el Partido Popular, formación conservadora que gobierna el país desde su victoria en las elecciones del 20 de noviembre de 2011.

Para la jornada, el Gobierno y representantes de los sindicatos UGT y CC.OO acordaron fijar servicios mínimos en toda España del 25% en el transporte público, 30% en el transporte ferroviario, 20% en vuelos entre España y otros países de Europa, y 50% en vuelos intercontinentales. Según el gobierno, 800.000 personas secundaron la huelga. Los sindicatos, que en España representan a un 16,4% de los trabajadores según datos oficiales, elevaron esta cifra hasta los dos millones.

¿Qué es la reforma laboral?
La reforma laboral que el Partido Popular aprobó el 8 de marzo de este año merced a su mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados, ha generado inquietud en el grueso de la sociedad española. La ley conlleva reformas controvertidas como la reducción de la indemnización por despido de 45 a 33 días por año trabajado, la posibilidad de la modificación unilateral de las condiciones de los trabajadores (horario, salario o centro de trabajo) por parte de los empresarios, o la posibilidad de que la empresa realice despidos procedentes en su plantilla aunque presente beneficios en sus balances. Ésta llega en un momento complicado para España, ya que los ministros de economía de la eurozona han exigido al país rebajar su déficit del 8,5% actual hasta el 5,3% durante el curso 2012, lo que se traducirá en un recorte de 35.000 millones de euros en gastos para el Estado.

El Secretario de la Acción Sindical de Unión Sindical Obrera, Pepe Vía, declaró durante la huelga que “la reforma laboral tiene dos cuestiones claras de fondo: el abaratamiento del despido y facilitar el mismo a los empresarios”. Además, el secretario del tercer sindicato más grande de España aseguró que la reforma “no servirá para crear empleo; objetivo para el que, según el Gobierno, fue realizada”.

La otra cara de la moneda la encontramos en el sector empresarial, el cual tras conocer el contenido de la reforma se mostró muy satisfecho. La ley proporciona a los empresarios más flexibilidad a la hora de la toma de decisiones en sus empresas y elimina burocracia.

¿Qué opina la gente?
La opinión de la calle está dividida. Por un lado, los sectores de izquierda y buena parte de las clases media y baja del país creen que confiar en la buena fe de empresarios, a los que señalan como culpables directos de la crisis, es un error. Muchos ciudadanos de este sector creen necesarias la realización de reformas, aunque consideran que conceder como en la nueva reforma laboral más libertad a los empresarios solo traerá más paro, pérdida del estado de bienestar y diferencia de clases.

España lleva sufriendo duros recortes desde el inicio de la crisis y el gobierno ha continuado, sin embargo, inyectando fondos a bancos y grandes empresas.
Por otro lado, la derecha española y buena parte de la ciudadanía desencantada por los años de gobierno socialista (entre 2004 y 2011) exige un cambio y considera que para ello son necesarias reformas duras como la mencionada reforma laboral. Este sector rechazó mayoritariamente la huelga al considerar que llegaba en un mal momento para la economía española.

La jornada de protesta trascurrió con normalidad en la mayoría de las ciudades de España a excepción de Barcelona, donde varios grupos produjeron daños en el mobiliario urbano y alrededor de 80 personas fueron detenidas.

El día se caracterizó por la tradicional presencia de piquetes, que trataron de convencer a los dueños de los negocios que permanecían abiertos del cierre de éstos por solidaridad con las personas que realizaban el paro. La mayoría de los piquetes fueron informativos, y manifestaron a los empleados su parecer respecto a la huelga sin utilizar la violencia. “Hoy esquirol, mañana parado”, cantaban varios piquetes a los propietarios que se negaban a cerrar sus negocios.

Sin embargo, también se presenciaron algunas escenas de tensión entre comerciantes y piquetes debido a la negativa de los primeros al cierre de sus negocios. La policía nacional tuvo que intervenir en varias ocasiones.

Por otra parte, un buen número de personas que se unieron a la jornada de paro general, si bien se manifestaban contrarios a la reforma laboral, también lo hacían en contra de los propios sindicatos. En este sector, autodenominado “bloque crítico”, abundaron partidarios del movimiento 15M español, el grupo social que nació el 15 de mayo de 2011 debido a la indignación de muchos ciudadanos españoles por su falta de oportunidades. Un simpatizante del movimiento, Fernando Álvarez, declaró que “los sindicatos hacen una buena labor por los trabajadores del país” pero que “han actuado tarde y buscando en parte sus propios intereses”.

Sea como fuere, la salida masiva a la calle de ciudadanos reforzó a los sindicatos en su postura de que la sociedad está mayoritariamente en contra de la reforma laboral y volvieron a exigir al ejecutivo español una modificación de la ley. Sin embargo, el gobierno no ha dado su brazo a torcer y ha mantenido la reforma intacta. Los sindicatos amenazan ahora con la convocatoria de nuevos paros.