[su_slider source=»media: 28071,28072,28073,28074,28075,28076″ limit=»25″ link=»image» target=»blank» width=»700″ height=»460″ autoplay=»0″ speed=»500″][su_menu][/su_slider]

CALISTOGA, CA —El incendio forestal del norte de California este mes ha dejado a más de mil personas sin hogar y refugiadas en ciudades aledañas, donde comunidades enteras se han solidarizado para brindarles apoyo y consuelo.

La iniciativa por parte de un grupo de mujeres latinas de formar una organización de voluntarios comunitarios en Calistoga ha resultado en numerosas donaciones y la llegada de cientos de otros voluntarios al refugio de Napa Valley Fairgrounds, donde la mayoría de los afectados encontraron amparo la fatídica noche del 12 de septiembre.

“No teníamos medios para dar dinero pero sí tiempo”, contó Viridiana Agapoff, originaria de Oaxaca y coordinadora del grupo Valley Fire Volunteer, en Calistoga.

Agapoff, junto a su madre, tías y abuela, acudió al refugio de la Cruz Roja al enterarse de su apertura el sábado por la noche, donde cientos de evacuados llegaban desde ciudades severamente afectadas como Middletown, Cobb y Hidden Valley.

La falta de organización y de víveres esenciales se hizo evidente.

“Fue un hecho sin precedentes”, dijo la miembro del consejo de American Canyon, Belia Ramos, quien se encargó de solicitar donaciones y voluntarios a través de las redes sociales. “Fue un desastre que ocurrió en otro condado y por el que nosotros respondimos de emergencia”.

Tras reconocer algunos problemas de logística, Agapoff formó Valley Fire Volunteer, Calistoga el lunes y puso una mesa de inscripción para las personas interesadas en ayudar.

Ese día se registraron 180 voluntarios. El martes la lista ascendió a 264.

Mientras la Cruz Roja ofrecía servicios médicos y recibía donaciones monetarias, Valley Fire Volunteer, Calistoga se enfocó en recibir donaciones de ropa, tiendas de campaña, cobijas y camas inflables.

“Ha sido un trabajo colectivo”, dijo Agapoff. “Queríamos asegurarnos de que las familias tengan un techo y que sepan que no están solos”.

“Por tan malo que fue el desastre, también ha habido muchas cosas buenas”, dijo Michelle Mazzi, una residente de Cobb, localidad donde se originó el incendio, y cuya casa fue reducida a cenizas. “Toda la generosidad ha sido muy sanadora”.

Mazzi contó que durante la semana cuatro familias latinas se reunieron para cocinar un banquete de comida mexicana. “Fue tan delicioso, tan maravilloso”, dijo ella.

José Clavel, un jardinero originario de Oaxaca que lleva cuatro años viviendo en Hidden Valley, afirmó que gracias a la ayuda de los voluntarios no le ha faltado nada a su familia.

“Yo le pido a dios que los bendiga [a los voluntarios]”, dijo Clavel, quien huyó de su hogar cuando vio que la lumbre estaba a cinco metros de su casa. Su propiedad no sufrió daños.

El día más complicado fue el miércoles, cuando la lluvia y una petición de la Cruz Roja para que los voluntarios tuvieran un entrenamiento obligatorio retrasaron el flujo de trabajo.

Según Agapoff, al pedir ayuda a los representantes de la Cruz Roja, estos tildaron de ilegal la labor de su organización en el refugio.
“Me pidieron que quite los letreros de voluntarios”, cuenta Agapoff.

Trevor Riggen, director ejecutivo regional de la Cruz Roja, aclaró que la falta de comunicación entre ambas entidades fue un evento desafortunado, y reconoció el trabajo que Valley Fire Volunteer, Calistoga llevaba haciendo.

Un voluntario clave fue el chef local Andy Wild, quien sirvió de coordinador culinario.

Wild se encargó de supervisar el inventario de comida y a los cocineros, pasando entre 18 a 20 horas diarias en la cocina del refugio. “Cuando hay problemas estamos aquí para ayudar a la comunidad”, cuenta Wild.

Adrián Campos, procedente de Jalisco, lleva 23 años viviendo en Calistoga y el domingo gastó casi mil dólares en ingredientes para hacer tacos y pozole.

“El dinero va y viene”, dijo Campos. “Lo ocupa la gente”.

Otros servicios gratuitos ofrecidos por voluntarios comunitarios y negocios locales fueron cortes de cabello, centros de carga de electrodomésticos, masajes, quiropráctica, y guarderías.

Según Ramos, la nueva labor de los voluntarios es clasificar las donaciones para empacarlas y llevarlas a los nuevos refugios en Lake County que ocuparán los evacuados en los próximos días.

“Somos inmigrantes que venimos [a los EEUU] con esperanzas de trabajar y superarnos”, contó Iraís López, madre de Agapoff y miembro del consejo de Calistoga. “Ahora estamos en posición de ayudar”.