Cuando era niño, Alexis Puentes vivía tan absorto en la música, al punto de olvidar comer. “Mi madre debía recordarme que soy humano, que necesitaba comida”, comentó. Su padre, músico también, le enseñó a tocar la guitarra durante su infancia en Artemisa, Cuba. A los catorce años, adoptó el bajo, decisión que él mismo describe como: “el punto de no retorno”.

Hoy, bajo el nombre artístico de Alex Cuba, es un artista de renombre internacional, conocido por fusionar el folclore cubano tradicional con géneros norteamericanos como el soul, pop, funk y jazz. Ha sido galardonado con un Grammy, múltiples Grammy Latinos y dos premios Juno, gracias a su innovadora propuesta sonora.

Cuba encabezará la edición 44 del Encuentro del Canto Popular de este año, a celebrarse en el Teatro Brava el sábado 6 de diciembre. Este concierto es el evento de recaudación de fondos anual de Acción Latina, destinado a apoyar la sala de redacción de El Tecolote y su programación cultural. El cartel de este año se complementa con la participación del ensamble afroperuano Warango, la rapera chicana Diabbla y DJ Lizzy al Toque del Chulita Vinyl Club.

En vísperas de su actuación, El Tecolote conversó con él sobre cómo ha desarrollado un lenguaje musical que trasciende géneros, culturas y fronteras. A continuación, presentamos nuestra conversación, editada ligeramente en aras de la extensión y la claridad.

¿Cómo influyeron tus primeros años en el artista que te has convertido? Y, ¿todavía necesitas que te recuerden comer cuando estás creando?

Sí, todavía necesito que me lo recuerden. Eso no ha cambiado en absoluto. Aquellos primeros años fueron fundamentales: crearon la pasión y la disciplina. Establecieron la base que necesitaba para luego emprender una carrera independiente. Como te podrás imaginar, no es fácil ser un músico independiente. Por eso estoy agradecido por ese período.

En Cuba, la música estadounidense estaba bastante, diría yo, segregada. De muchas maneras, se nos impedía escucharla. No se reproducía en la radio ni en la televisión. Pero Cuba es una potencia musical por sí misma; teníamos suficiente música para nosotros.

Mi padre es músico, así que nací completamente inmerso en la música. La gente me pregunta cuándo tomé la decisión de ser músico profesional. Mi respuesta es siempre la misma: todavía no recuerdo haber tomado esa decisión. Simplemente avancé por la vida dentro de la música; era mi razón de ser.

Mi padre es como una enciclopedia de la música cubana tradicional, y de él obtuve eso. Más tarde, la música estadounidense comenzó a estar disponible. Descubrir a Michael Jackson fue un momento trascendental para mí. Yo quería ser como él: aprendí a bailar como él y a vestirme como él. Físicamente nos parecíamos, la gente me decía que me veía como Michael. Fue así como la música cubana y la estadounidense empezaron a dominar mi mundo y a convertirse en una sola cosa.

A través del bajo, toqué jazz, blues, rock y toda clase de jazz fusión. Descubrí a figuras como Jaco Pastorius y Charles Mingus, los grandes bajistas estadounidenses. Fue una época muy rica en mi vida. Las condiciones eran perfectas para la formación de un músico.

Escribes y cantas tanto en español como en inglés. ¿Cómo influye el ser bilingüe y bicultural en tu composición y en las emociones que intentas comunicar?

Muchos músicos que migran se cierran un poco a la hora de permitir que entren otras influencias. Se resisten al multiculturalismo o a los sonidos del lugar donde se encuentran. Sin embargo, creo que es esencial funcionar donde uno está, porque el arte es la expresión de un momento en el tiempo y el espacio.

Si intentas replicar lo que hacías en el país del que vienes, corres el riesgo de atraparte en el tiempo. La gente de tu país natal te escuchará y se reirá. Sonarás anticuado. En cambio, si abrazas todo lo que tienes ahora frente a ti, encuentras tu propio sonido. Ese es mi caso.

Has vivido en Cuba, Victoria, y ahora en un pequeño pueblo de Columbia Británica, lejos de los centros tradicionales de música latina. ¿Cómo las fronteras, la distancia y la experiencia de la diáspora han moldeado tu sonido e identidad?

Creo que lo ha moldeado de una manera muy favorable para la creatividad y la singularidad. Lo que ha hecho es convertirme en un artista único, y, para ser justos, creo que eso es lo que la mayoría de los músicos desean. Sin embargo, se complica cuando sientes la presión del mercado.

Ahí es donde estar lejos te salva, porque no tengo un mercado latino inmediato frente a mí. Lo que tengo es un espacio para crear desde un punto de vista diferente. He acogido eso. Esto ha dado forma a mi carrera de manera favorable porque me ha otorgado un sonido. Para mí, ese es uno de los mayores éxitos de los que un músico puede hablar: saber que tienes una identidad.

Tu nuevo álbum, Índole, rinde homenaje a sus ancestros y a la diáspora africana. ¿Cómo fue esa exploración creativa? ¿Hubo momentos en los que se sintió especialmente identificado con ese linaje afrolatino?

Creo que está ligado al momento que todos estamos viviendo. Estamos experimentando una sobrecarga de información. Estamos sintiendo desconexión, aunque tenemos más tecnología que nunca para estar conectados. El álbum fue moldeado por esa realidad.

Construyo los álbumes de forma libre. Muchos artistas desarrollan primero un concepto y luego trabajan para alcanzarlo. En mi caso no es así. Escribo canciones durante un año o año y medio. Cuando llega el momento de armar un disco, empiezo a juntar las canciones. De alguna manera, el concepto o el camino aparece por sí solo.

Cuando empecé a trabajar en los temas de este álbum, descubrí que tenían muchos elementos rítmicos. No solo ritmos afrocubanos, sino afrolatinos, afrocolombianos, afroperuanos. Estar expuesto a tanta música por estar lejos de Cuba me permitió acogerlo todo. Encontré que todo estaba conectado a través de las raíces afrolatinas.

Tu sonido fusiona funk, soul, jazz y ritmos afrolatinos. ¿Cuál es tu enfoque al unir estos mundos? Y si tuvieras que definir los ingredientes esenciales de una canción de Alex Cuba, ¿qué la hace únicamente tuya?

Aunque parezca increíble, no es común encontrar músicos negros que escriban poesía profunda o canciones reflexivas. Durante muchos años ha existido el cliché de que lo único que hacemos es música para bailar, donde el lenguaje no es importante y el objetivo es solo pasar un buen rato.

Desde mi primer álbum, incorporé la poesía a mi trabajo: un lenguaje clásico, profundo y culto. Eso rompe las expectativas, y estoy orgulloso de ello. A eso se suman las muchas influencias que he tenido. Mi lenguaje armónico es denso y sofisticado. En lo que hago se encuentra jazz, música cubana y música estadounidense.

Todo eso moldea mi singularidad. Para mí, es interesante ver hasta dónde he llevado eso. Lo único que puedo decir es que vale la pena seguir tu intuición en la música.

Cuando la gente escucha tu música, ¿qué esperas que sienta? ¿Qué espera que permanezca en ella mucho después de que termine la canción?

Espero que sientan amor por sí mismas y por sí mismos. Espero que sientan que la vida merece ser vivida.

El sonido afrolatino de Alex Cuba, ganador del Grammy, será la atracción principal de la edición 44 del Encuentro del Canto Popular, el concierto anual de Acción Latina que recauda fondos para sustentar la labor periodística de El Tecolote y su programación artística. Foto: cortesía de Alex Cuba.