Leo que hubo masacre y recompensa,

que retocan la muerte, el egoísmo,

reviso pues la fecha de la prensa,

me pareció que ayer decía lo mismo.

Silvio Rodríguez, “Llover sobre mojado”

El 24 de mayo diecinueve inocentes criaturas fueron asesinadas en Uvalde, un pequeño pueblo de Tejas. La mayoría de los niños y niñas víctimas eran de ascendencia latina, pequeñines que apenas comenzaban a vivir, entre los 9 y 11 años de edad. Además de ellos, murieron dos maestras, con seguridad defendiendo a sus polluelos.

El asesino, un joven de 18 años de edad y flamante dueño de dos nuevos rifles AR 15 —letales armas automáticas de asalto que fácilmente pueden conseguirse en este país— se transformó en el nuevo verdugo de la desgastada conciencia de los EEUU de América. 

El asesino también era de ascendencia latina, para variar un poco en la más común descripción de los asesinos masivos que pululan en este país. Por si aún caben dudas, podemos ver que las generalizaciones solo sirven para confundir: no todos los que matan son supremacistas blancos. Sin embargo, todos pudieron comprar sus armas sin mayores problemas. Ese sí que es un denominador común.

¿Quiénes tienen la culpa de que estos hechos horribles sigan sucediendo? ¿Acaso estos crueles y descarriados seres que matan despiadadamente son casos excepcionales en esta sociedad capitalista? Agrego la palabra ‘capitalista’ pues aquí, lo que se llama “el bottom line” o meollo del asunto, es el dinero, como lo es en todos los aspectos de esta sociedad. 

“Con dinero baila el perro”, dice una frase popular. Así es: quienes controlan las arcas de este país son los mismos que obligan —o dejan— bailar al ritmo de su son a quiénes vivimos bajo sus leyes, con mentes a veces confundidas por la malvada astucia del sistema político que controla a este país. 

Actualmente en los EEUU es más fácil conseguir un rifle de asalto que conseguir leche en polvo para los niños y niñas. Por supuesto, es importante aclarar que, aunque el uso de esa leche se ha popularizado en muchas partes del mundo —pues en realidad facilita la vida de mucha gente— para generalizar su uso primero se tuvo que hacer una gran campaña en contra de la leche materna. “Eso de amamantar es para los nativos del mundo”, dijo un ‘respetado pediatra’ en los años 60. Para él, la leche materna era algo “poco elegante”, para los pobres, los desubicados, los menos poderosos. La campaña sirvió. ¡Bienvenida, leche en polvo!

Tanto la leche materna, como los rifles automáticos, la gasolina que usamos en los automóviles, las guerras inventadas, y aquello de proclamar que los EEUU representan el mejor sistema del mundo, son parte esencial del gran menú propagandístico en esta sociedad de consumo. Wall Street es la Calle Principal en los EEUU. Esa Wall Street y su Bolsa de Comercio determinan por dónde y cómo caminamos.

Hoy día, en este país hay 400 millones de armas registradas. ¡Más de un arma por habitante! ¿Por qué? ¿A qué se le teme? ¿Qué se pretende? ¿Acaso existe un sentimiento de culpabilidad detrás de toda esta abominación? ¿Acaso esa sensación de culpabilidad impide examinar las verdaderas circunstancias de la violenta historia de este país? ¿Será miedo a la verdad? ¿Viene de ese miedo el hecho de que muchos norteamericanos, más del 35%, crean en otra ‘verdad’, ese mensaje fatalista de estar siendo “reemplazados por hordas invasoras multiétnicas”?

Los republicanos y los demócratas no pueden ponerse de acuerdo para detener la violencia desatada en este país y se culpan mutuamente de los terribles resultados. Así pasa hoy con la masacre de los inocentes de Uvalde.

Sin embargo, los dos partidos políticos que controlan a este país se pusieron muy de acuerdo para enviar 40 mil millones de dólares a Ucrania. Dizque para ayudar a defender a ese país y darle ayuda humanitaria ante la invasión rusa.  

Aunque haya un respetable apoyo popular en defensa del gobierno y gente de Ucrania, quiero hacer algunas preguntas: ¿por qué no se gasta esa gran cantidad de dinero en los EEUU, para crear sistemas de educación y de salud gratuitos? Sistemas que incluyan la salud mental, los cuidados prenatales y postnatales, sistemas que demuestren un verdadero respeto a la vida.

¿Por qué, si la mayoría de la población apoya algún tipo de derecho al aborto y la creación de leyes que establezcan reglas más estrictas para obtener permisos de portación y adquisicion de armas, estas leyes no surgen? ¿Qué hay detrás de todo eso? El vil dinero. La codicia. Punto. 

El día de la masacre en Uvalde, el presidente de los EEUU, se plantó frente a las cámaras de televisión para hablarle (ojalá consolar) al pueblo norteamericano. A su lado estaba su esposa, quién también es maestra. ¡Lástima que ella no dijo nada! ¡Hable, señora!

La presentación de Joe Biden me pareció patética, enfurecedora. La propaganda norteamericana llama a su presidente “la persona más poderosa del mundo”, ¡y este frágil señor, casi llorando, se confesaba incapaz de detener la violencia y el armamentismo!  

“¿Cómo podemos detener a los poderosos Gun Lobby y la NRA (Asociación Nacional de Rifles)”

Todos nosotros, desde el presidente hasta el más humilde habitante de este país, debemos encontrar la voluntad y la valentía de enfrentarnos a la NRA, a la Wall Street y al grupo de presión llamado “Gun Lobby”. Además, a nuestro peor enemigo: la hipocresía. 

En este país existe violencia porque es un país violento, y tiene una historia violenta. Hay violencia, porque la venta de armas, dentro y fuera del país, es un gran negocio.