El jueves por la tarde, solo once trabajadores asistieron al Nuevo Sol Day Labor and Domestic Worker Center en el Distrito Misión, para participar en la reunión semanal que usualmente congrega a más de cuarenta trabajadores. La baja asistencia es un reflejo del miedo que se ha apoderado de la comunidad desde que el ICE ha intensificado los arrestos bajo la actual administración. A pesar de que el centro ofrece capacitación y recursos, el temor ha disuadido a muchos de buscar ayuda.
“Las personas migrantes no están asustadas, están aterrorizadas”, sostiene Raúl R., de 63 años de edad, un jornalero y vendedor en el mercado de pulgas, antes de que diera comienzo la reunión. Raúl, que ha vendido en ese mercado de Modesto por quince años, dice que muchos puestos se encuentran vacíos: “Últimamente, no he hecho ni un centavo. El mercado de pulgas está desierto”.
La historia no es un caso aislado. A medida que se intensifican los arrestos y deportaciones del ICE en California, incluidos los ocurridos en los tribunales de San Francisco, miles de jornaleros en esta ciudad —que trabajan en la construcción, jardinería, cuidado infantil y servicio doméstico— enfrentan no solo la inestabilidad económica, sino también la carga emocional del miedo y la incertidumbre.
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“La devastación es horrible, como nadie lo haya experimentado antes”, declaró Lilia García-Brower, Comisionada Laboral de California, refiriéndose al impacto que producen los “individuos con cubrebocas que aparentan ser agentes federales, levantando gente en las calles”. Aun así, enfatizó: “En nuestro estado, a cada persona trabajadora se le protege, sin importar su estatus migratorio”.
Las protecciones legales resultan insuficientes cuando el miedo es tan grande que paraliza. La inseguridad impide que la fuerza laboral migrante busque empleo y que las personas empleadoras ofrezcan trabajo informal, haciendo que la teoría de la ley pierda su efecto en la práctica.
Pancho, un guatemalteco de 28 años, ha pasado ocho años en el Garfield Park del Distrito Misión, un punto de encuentro para jornaleros. «No ha habido trabajo por mucho tiempo», lamenta. Su suerte del jueves pasado, un empleo de seis horas en la construcción, fue un alivio inusual: la semana anterior no consiguió nada y su último trabajo consistente fue hace dos meses. Ahora, su mayor desafío es el aumento de la renta, que le obliga a pagar $600 por un cuarto compartido en el mismo barrio.
Luego, preguntó: “¿Qué me gano con hablar contigo? Ya otras personas me han preguntado pero nada cambia”. Momentos después, él y tres amigos caminan hacia una tienda cercana, bromeando mientras cooperan para compartir papas fritas, botellas de refresco y agua.
Para Francisco Herrera, el organizador del grupo, esta carencia de empleos y el aumento del temor explican la cada vez menor asistencia a las reuniones en Nuevo Sol: “Sé de dos familias que no acudieron a sus citas médicas”, dijo. Otra familia está considerando sacar a sus hijos e hijas de la escuela y una empleada doméstica nigeriana está muy asustada como para salir de su casa”.

La actual represión ya ha separado familias. Norbelina R., una empleada doméstica hondureña de 35 años de edad, perdió a su esposo, Madian, de 36 años de edad, cuando el ICE lo detuvo durante su audiencia de asilo el 31 de julio. Sin su sueldo, ella se ha rezagado en el pago de la renta de $1,800 por una habitación en una SRO —unidades de vivienda de apoyo— en la Misión.
«Moriría de un infarto si estuviera en su lugar», dijo Winnie Porter, maestra jubilada del SFUSD, quien lanzó una campaña GoFundMe para ayudar a la familia. Madian fue liberado el domingo, pero la familia aún enfrenta crecientes deudas e inestabilidad.
De regreso en el Nuevo Sol, Herrera miró a su alrededor una sala semivacía. Este cantautor tomó su guitarra y comenzó a cantar un corrido sobre la soledad y la búsqueda de comunidad en los demás:
Estar sin familia en un suelo que no es tuyo,
se siente como una herida y aquí se busca consuelo.
Cuando se pida un favor, no hay que negarlo, hay que tendernos la mano como si fuera un hermano.