Nuestra comunidad recientemente vivió momentos de gran tensión. Ante el potencial despliegue de tropas federales de la administración Trump en el Área de la Bahía, las familias migrantes de toda la región se prepararon para lo peor. Aún después de que líderes de la ciudad confirmaran la cancelación del operativo, nuestros cuerpos siguen cargando esa ansiedad mientras atestiguamos cómo el ICE continúa acosando y deteniendo a nuestra gente.

En momentos como estos, practicar rituales de homenaje nos ayudan a encontrar equilibrio. En todas las culturas, las personas han mantenido la tradición de construir altares para honrar lo esencial y reconectar con su espiritualidad.

En busca de guía, hablé con Concepción ‘Concha’ Saucedo Martínez, una yaqui chicana, nativa de California, y cofundadora del Instituto Familiar de la Raza, una clínica pionera de salud mental comunitaria, donde ha pasado décadas combinando la sanación indígena tradicional con la terapia occidental. Concha publicará sus escritos sobre altares en una próxima antología dedicada a las prácticas de terapia ancestral.

Para Concha, la intención es primordial al erigir un altar. Ella enfatiza que, más allá de si es nuevo o ha sido transmitido por generaciones, son el amor, la memoria y la gratitud los que lo transforman en un lugar sagrado de vínculo y sanación.

Esta entrevista ha sido editada ligeramente para mayor claridad.

P: ¿Recuerdas cuándo te empezó a interesar el tema de los altares y cómo fuiste desarrollando tu experiencia con ellos?

Mi familia siempre tuvo muchos altares para La Virgencita y diferentes santos. Yo no los veía como algo fuera de lo común; simplemente eran parte de la vida.

Me sorprende el gran interés que han despertado los altares últimamente. Muchas personas los perciben como una expresión de arte, y ese es un buen comienzo. Pero los altares son mucho más que eso. Son nuestra conexión con lo sublime, con algo más grande que nosotras y nosotros mismos.

P: ¿Cómo describirías o definirías un altar?

Un altar es algo que se hace para honrar lo que está por encima o dentro de nosotras y nosotros: santos, ancestros o recuerdos sagrados. Es una forma de manifestar tu amor y el respeto que les tienes.

P: ¿Qué dices de los mensajes que difunden miedo —y que han sido absorbidos por la gente— según los cuales los altares van en contra de la religión o son oscuros?

Los altares son una expresión de amor y belleza. Siempre estamos haciendo altares sin reconocerlo. Sé que algunas personas temen que los altares estén ligados a la adoración al diablo, pero eso no es cierto. Un altar es un lugar para depositar tus deseos o miedos, para buscar consuelo o para expresar gratitud. Su significado depende de la intención de la persona.

P: ¿Qué piensas de las oraciones e intenciones que uno debería tener antes de empezar un altar?

Antes de crear cualquier cosa, debe haber preparación y reflexión. Pregúntate: ¿será esto útil? ¿Qué espero lograr?

La intención es una de las partes más importantes de la preparación. La gente a menudo tiene altares sin darse cuenta. Por ejemplo, cuando tienen una foto de un padre o una mascota que ha fallecido, con una vela o una flor cerca. Eso es un altar, porque es un lugar para honrar o recordar a alguien cercano.

Es algo muy simple, pero la gente lo ha complicado por miedo. Cuando la violencia trajo más muertes a nuestros barrios, la gente ponía flores en el lugar del fallecimiento y cuidaba ese espacio en honor a la persona que había partido. Eso también es un altar.

En el área de recepción del Instituto Familiar de la Raza tenemos un altar todo el año. Siempre está ahí para dar la bienvenida a las personas en la sala de espera. Es algo que pueden ver y que les da la certeza de que hay seguridad y se les da la bienvenida. Está abierto a toda creencia y con la invitación la gente aporte lo que desee: una oración, una flor. Pueden sentarse allí y relajarse. Es nuestra forma de hacerles saber a las personas visitantes y pacientes que están a salvo.