Justo afuera del bar Pop’s de la calle 24, la fotógrafa Alexa Treviño alistó su cámara mientras un grupo de cuatro mujeres comenzaba a bailar al unísono al ritmo de los tambores. Se preguntó cuánto tardaría alguien en salir a preguntar qué estaba pasando.
No tardó mucho: un mesero salió, pero con una bandeja de tequila: «¡Shots para las artes!»
Con su cámara lista afuera del bar Pop’s de la calle 24, la fotógrafa Alexa Treviño esperó a que cuatro mujeres comenzaran a bailar al son de los tambores y se preguntó cuánto tiempo pasaría antes de que alguien saliera a investigar sobre el inusual espectáculo.
Mientras los vehículos en tránsito pitaban en señal de apoyo, el inconfundible ritmo de la Bomba llenaba la calle. Treviño, cámara en mano, se sumergía en la escena, disfrutando del palpable amor y el espíritu comunitario que tanto aprecia.
Se trataba de una sesión fotográfica de Batey Tambó, un grupo cultural liderado por mujeres de color con raíces en la tradición afroindígena puertorriqueña de Bomba, para una próxima exposición de arte.
A principios de 2025, Treviño lanzó un audaz proyecto de fotografiar a una persona o grupo que representara a cada uno de los treinta y tres países de Latinoamérica.
Es su regalo a la comunidad de la Misión: “Cada retrato es una carta de amor a los lugares y las personas que albergan nuestras historias. Un recordatorio de que nuestra cultura está viva, arraigada e inquebrantable”.
Como artista de retrato, Treviño aporta iluminación con calidad de estudio y precisión técnica a las calles que desde hace mucho tiempo han sido el hogar de las comunidades negras y latinas de San Francisco. Ilumina con cuidado los diferentes tonos de piel y resalta los atuendos tradicionales, detalles que la fotografía convencional suele pasar por alto.
Al hacerlo, llena un vacío, prioriza a sus sujetos e invierte tanto esfuerzo físico como imaginativo para retratar a las comunidades de la Misión con la dignidad que merecen en los espacios al aire libre que resguardan la memoria y hacen de la comunidad un hogar.
“Las y los latinos no somos un monolito”, dice Treviño. “Nuestra diversidad no es una fractura, es nuestro poder”.
Su convocatoria abierta a participantes solo requería un vínculo cultural directo con uno de los países latinoamericanos, vestimenta culturalmente representativa y la disposición a compartir su historia. Treviño dio prioridad a la representación inclusiva: individuos, familias y grupos comunitarios; latinos de ascendencia indígena, afrodescendiente, queer y mestiza; artistas, bailarines y guardianes culturales.
Al preguntarles qué querían que las personas visitantes de la galería entendieran sobre la herencia dominicana en la Misión, Stephanie Sequeira y Eliana Felipe respondieron: «Que estamos aquí. Que existimos».
«La danza me hace sentir parte de mi cultura», agregó Felipe, de tan solo ocho años y la participante más joven fotografiada en el proyecto.
Treviño quería hacer justicia al espectro de la diversidad latinoamericana en la Misión, a la vez que mostraba que «solo porque no seamos iguales no significa que no podamos apoyarnos mutuamente».
El resultado es una representación tanto de la singularidad como de una profunda solidaridad. Si bien no todas las personas participantes son de la Misión, cada una comparte una profunda conexión cultural con el barrio.

El Grupo Folklórico Maíz, fotografiado para el proyecto que representa a El Salvador, fue uno de ellos. Fundado por Gloria Ramírez en 1985, el grupo originalmente buscaba concientizar sobre la Guerra Civil salvadoreña y enviar apoyo a las familias en su país.
Para su retrato, decidieron fotografiarse frente al mural de la calle Cypress, pintado por el artista salvadoreño Josué Rojas. Ataviados con tradicionales vestidos azules y blancos con volantes y cargando canastas artesanales con acebo que imitaban las bayas del café, bailaron frente a los colores del mural, que les recordaba a su hogar.
Con su sonrisa relajada la sesión de fotos se fue transformando en una verdadera ceremonia de honor, tal como Alexa Treviño lo había imaginado. La fotógrafa les recordó que estas imágenes no eran sólo instantáneas, sino una celebración de su identidad, de sus ancestros y de la resiliencia inherente a ser guardianes de su cultura.
Treviño agradeció a Josué Contreras, su pareja, por ayudar con la iluminación y expresó su gratitud a cada persona y grupo que participó: «En cada sesión ocurre algo mágico”. Algunos participantes trajeron ron dominicano para compartir y otros se quedaron a cenar y a contar historias. Mujeres salvadoreñas le enseñaron la forma correcta de comer una pupusa. «La gente fue tan cariñosa, tan dispuesta a compartir su cultura», reflexionó.
La próxima exposición de Treviño no se trata solo de la comunidad, sino de una práctica comunitaria.
«Este proyecto no se trata de lucha, se trata de nuestro poder», señala. «Quiero que la gente sienta su poder al ver a su gente representada de forma digna».

Esta fotógrafa explicó que a través de este proyecto ha aprendido sobre la amplitud y los matices de la diáspora latina. Mientras se proponía devolver un legado a la Misión, encontró su propia historia reflejada en el proceso: «Siempre que fotografío a madres fuertes, pienso en mi mamá», dice.
Recuerda una sesión donde el amor entre padre e hija le trajo recuerdos de su propio padre, quien falleció poco antes de que ella se mudara a San Francisco: «No sé si puedo expresar mi gratitud por esta comunidad. «Es donde encontré a mi familia elegida».
Desde su apartamento actual, Treviño puede escuchar los tambores de Dance Mission todos los días. «Puedo oír cuando los danzantes se preparan para las manifestaciones». Los sonidos del Distrito Misión son los sonidos de su hogar: «Desde los supermercados hasta las floristas en las calles, estas son personas que conozco y amo».
Aquí, está creando una revolución basada en la imagen. Una que declara el valor inherente de cada persona, cada cultura, cada tradición que conforma el Distrito Misión. Es una que declara: «La existencia es resistencia». Su próxima exposición que lleva por título, Existir es resistir, se inaugura este 25 de julio en la Galería Juan R. Fuentes de Acción Latina (en el 2958 de la Calle 24).
Treviño planea dedicarse a la fotografía a tiempo completo y solicitar residencias artísticas.
