Aaron Joe Martin, profesor del Taller de Ciencia de la Misión, muestra a ‘Sheldon’, un hamster y ‘Tiny’, la vîbora pitón, a alumnos de primer año de la Escuela Primaria Moscone durante una excursión. Foto Chris Sanchez

La primera vez que Sol McKinney, de 10 años, visitó el Taller de Ciencia de la Misión, conectó dos baterías de 6 voltios para construir un calentón, desde entonces la ciencia le apasiona.

McKinney fue uno de los estudiantes del Taller de Ciencia de la Misión —una organización no lucrativa que colabora con escuelas locales para ofrecer a los estudiantes de nivel pre-escolar hasta el doceavo grado del Distrito de la Misión, acceso directo a la ciencia la cual frecuentemente está ausente de las aulas.

Ahora que es un graduado de la universidad UC Davis con título en ecología, McKinney regresó a la organización como maestro y dirigiendo la más reciente extensión del taller en el Distrito Excélsior.

“Fue probablemente una de las razones por las que decidí obtener un título en el campo de la ciencia”, dijo McKinney. “[El Taller de Ciencia de la Misión] honestamente me dió un espacio para empezar a explorar mi propia creatividad”.

El residente de Diamond Heights, mitad irlandés mitad mexicano, creció en la Misión, lo cual dice le permitió tener una conexión más cercana con los estudiantes que viven en su viejo vecindario.

“Las conexiones que estoy haciendo con ellos son fantásticas, enseñándoles que pueden venir del mismo lugar de donde yo vine, y llegar tan lejos como yo”, dijo McKinney.

McKinney también agregó que a algunos de los estudiantes no siempre se les permite jugar o tocar ciertas cosas en sus casas —el Taller de Ciencia de Excélsior es un lugar donde no tienen lugar esas limitaciones que sofocan el aprendizaje.

“Una de las cosas que siempre les digo en mis clases es que éste es un lugar seguro para adivinar y errar”, dijo. “Estamos verdaderamente enfocados en ayudarles a descifrar las cosas”.

Aaron Joe Martin, profesor del Taller de Ciencia de la Misión, pregunta acerca de los gases a uno de los estudiantes del grupo de primer año de la maestra Margaret Kwok, de la Escuela Primaria Moscone. Foto Chris Sanchez

La extensión de este taller en el Excélsior es parte de un esfuerzo para expandirse hacia áreas con poblaciones inmigrantes que con frecuencia aprenden inglés como un segundo idioma y no tienen las mismas oportunidades educativas que otros.

“Queremos darles nuestro tiempo a niños cuyas familias tienen tres o cuatro trabajos, y tienen seis niños que cuidar y no tienen los recursos para llevarlos a la Academia de Ciencias todo el tiempo”, dijo McKinney.

A través de becas, donaciones y ayuda de voluntarios, el taller ofrece programas extraescolares e invita a los estudiantes a viajes de estudio con lecciones que complementan lo que están aprendiendo en la escuela.

La organización empezó en 1991, en el garaje del fundador y Director Ejecutivo del Distrito de la Misión Dan Sundran, donde el antiguo técnico de electrónica del City College de San Francisco practicaba su pasatiempo. Su garaje rápidamente se convirtió en el lugar donde varios niños latinos del vecindario exploraban su creatividad a través de experimentos.

Reconociendo la necesidad de contar con un espacio donde los niños pudieran explorar las ciencias, Sundran contactó al City College con la idea de crear el Taller de Ciencia con extensión en la Misión.

“A un nivel general, la ciencia es la búsqueda por la verdad”, dijo Sundran. “Ahí es donde veo la gran falla de nuestro sistema educativo; no le está dando a los estudiantes ayuda verdadera en la búsqueda de la verdad como es la ciencia.”

Desde entonces, el Taller de Ciencia de la Misión se ubicó en el viejo taller mecánico de la Mission High School. Los anaqueles del taller estaban llenos de artefactos hechos por antiguos estudiantes, tales como bocinas y patinetas de madera hechas a mano —es el verdadero laboratorio de un científico.

El jueves por la mañana, la maestra de la escuela elemental Junípero Sierra, Pat Koblenz, llevó por primera vez a sus estudiantes de segundo grado a un paseo de estudio al Taller de Ciencia de la Misión.

“Como maestras, tenemos tantas cosas qué hacer, pero con el estado enfocado en exámenes, es una lucha incluir ciencias y estudios sociales porque hay mucho enfoque en matemáticas y lenguaje”, dijo Koblenz.

Los maestros del taller ofrecen clases bilingües para apoyar a estudiantes que están aprendiendo inglés. Sus lecciones se enfocan en el método de observar para aprender, el cual varias veces requiere que los estudiantes describan lo que ven durante la realización de experimentos. Ellos dicen que este método de aprendizaje ayuda a sus estudiantes a interiorizar los conceptos con mayor eficacia que la típica memorización y asimilación del material.

“Algunos niños dirán ‘¡Guau! Siempre pensé que la ciencia era aburrida’, y es triste escucharlo porque te das cuenta que sus experiencias con la ciencia fueron difíciles o aburridas por algún motivo”, dijo Sam Haynor, maestro del taller.

Además de la oportunidad de aprender ciencias, Sundran dijo que su taller puede proveer un camino alternativo para los niños que viven en vecindarios como el Excélsior.

“Puedes enseñarles [a los niños] que la ciencia es una manera hermosa de satisfacer la necesidad de emoción y la necesidad de ser valorado y cuidado, en la medida en que quieras aceptar a todo el mundo porque verás que no estamos separados de él o de otras personas”, dijo Sundran. “Creo que si todos vieran eso, éste sería un mundo muy diferente.”

El Taller de Ciencia de la Misión está localizado en el 3750 de la calle 18, dentro de la Mission High School. El Taller de Ciencia de Excélsior se ubica en el 35 de la Avenida San Juan. Para mayor información, llamar al (415) 621-1240 o visitar la página de Internet www.missionscienceworkshop.org.

—Traducción Carmen Ruiz