Callejones y entradas de las casas habitadas por personas sin hogar son una indicación clara de que la falta de vivienda es una preocupación muy seria en San Francisco. Pero dentro de la comunidad de personas sin hogar existen subgrupos invisibles que tienen que enfrentarse a más desventajas y obstáculos aún mayores — los hispanohablantes monolingües gays, lesbianas, bisexuales, travestis, transexuales y personas infectadas con el virus del VIH.

Mientras la Oficina del Censo de los EEUU y otros grupos se preparan para asegurarse de que cuentan a grupos de etnias diversas, también se están haciendo esfuerzos para ayudar a los más vulnerables de los desplazados.

Gays, lesbianas, bisexuales y transexuales monolingües hispanoparlantes pueden buscar ayuda en centros como el Mission Neighborhood Resource Center (arriba), pero no existen centros en San Francisco que ofrezcan servicios exclusivamente a clientes LGBT

David Campos, supervisor del distrito 9, está trabajando con organizaciones como la Alianza por la Vivienda y el SIDA/San Francisco (AHASF por sus siglas en inglés) para asegurar un recuento exhaustivo y unas estadísticas fehacientes sobre la diversidad de las personas sin hogar. Un posible resultado de este esfuerzo podría ser la creación del primer refugio para lesbianas, gays, travestis, bisexuales y transexuales (LGBT por sus siglas en inglés).

“Algunas personas de la comunidad nos informaron del trato abusivo que estas personas reciben en los refugios para personas sin hogar,” dijo Campos. “Había quejas sobre la inseguridad de la comunidad queer y trans que teníamos que tratar.”

Aunque existen algunos servicios para ciertos grupos de la comunidad LGBT, Campos y la AHASF están trabajando para crear un refugio seguro, con empleados entrenados específicamente para encargarse de asuntos que afectan a los individuos LGBT sin hogar. Brian Basinger, director de AHASF, enfatiza que muchos grupos dentro de la comunidad de las personas sin hogar temen ir a los refugios o los evitan por completo por varias razones.

“Si una persona es monolingüe, no tiene número de seguro social o es seropositivo, creen que no existen servicios para ellos o temen que abusen de ellos,” dijo Campos. “No tienen acceso a recursos de vivienda y no saben a donde dirigirse.”

El pasado 13 de abril hubo un debate abierto al público en el Instituto de Liderazgo Latino sobre Programas Salud y Prevención del VIH para Latinos que se reúne dos veces a la semana en la Fundación contra el SIDA de San Francisco (SFAF por sus siglas en inglés). Allí un grupo de casi una docena de hombres latinos habló sobre sus experiencias en refugios para gente sin hogar de San Francisco y sobre sus preocupaciones acerca de la seguridad de las personas LGBT.

“Iba al refugio de la calle 16 y Capp para ayudar a mis amigos sin hogar trabajando como intérprete,” dijo Antonio Sánchez, residente de San Francisco durante 14 años. “Pero no hay suficientes servicios bilingües disponibles y a algunas de las muchachas travestidas las molestaban.”

A menudo, Sánchez alojaba a jóvenes latinos travestidos y gays cuando no había espacio en los refugios. Se fue a dormir con la sala de su casa llena de personas desplazadas y para las ocho de la mañana ya todos se habían ido.

“Se acostumbraban a salir de los refugios a las seis o siete de la mañana, y yo estaba contento sabiendo que no tenían que dormir debajo de la autopista. Pero es necesario hacer más por ellos, porque no debieran insultarles ni amenazarles en refugios que están ahí para ayudarles.”

Muchos de los hombres en el grupo de SFAF expresaron preocupación sobre las denuncias de acoso sexual que son comunes en los refugios para gente sin hogar, que muchas veces provocan peleas o terminan con la expulsión o exclusión de las personas LGBT de los refugios.

Todos los miembros del grupo estaban de acuerdo en que crear servicios para la gente LGBT en los refugios sería un avance, pero que se tienen que hacer más cosas.

“Es necesario educar a los trabajadores de los refugios para que esto no se convierta en una forma de negar servicios a personas gay en refugios no gay”, dijo Lily, una travesti que ha tenido experiencias muy positivas en un refugio local para mujeres.

Una idea que parecía ganar popularidad entre los miembros del grupo fue la de tener un refugio LGBT con dormitorios separados para gays, lesbianas, travestis y parejas, en lo que sería un paso importante para asegurarse de que la gente sin hogar se sienta más segura y cómoda.

Hasta ahora no ha habido un recuento oficial de la comunidad LGBT sin hogar de San Francisco, un problema que la ASASF está esforzándose por corregir. La Coalición de Servicios para Personas Sin Hogar de San Francisco estima que hay 35.000 individuos sin hogar en la Área de la Bahía. Y aunque no hay cifras oficiales, varios grupos de la Área de la Bahía estiman que entre un 38 y un 40 por ciento de los jóvenes sin hogar se identifican como LGBT.

Algunos estudios han tratado de averiguar dónde terminan las personas sin hogar que se sienten discriminadas. Uno de estos estudios, publicado en la revista Journal of Clinical Psychology en 2006, observó que los latinos monolingües eligen dormir en las calles en un 25 por ciento más de ocasiones que sus homólogos angloparlantes, al no querer arriesgarse a enfrentar barreras de lenguaje o documentación legal en los refugios. Y casi la mitad de los latinos sin hogar eran inmigrantes de primera generación, según el estudio.

Basinger atribuye parte de esta falta de vivienda y sufrimiento de los latinos LGBT al hecho de que no pueden aprovechar oportunidades para conseguir vivienda asequible, al no tener número de seguro social, y también por su orientación sexual, al no poder compartir vivienda con otras personas de su misma cultura.

Mucha gente se enfrenta a alquileres que no pueden pagar viviendo con familiares o compartiendo casa, pero las personas LGBT y seropositivas muchas veces no pueden hacer eso por temor a que los ataquen o los pongan en evidencia como gays.

Según el Plan Comprensivo de Vivienda VIH/SIDA San Francisco existen casi 2.500 personas sin hogar con VIH/SIDA en San Francisco y casi 13.000 en peligro de perder la vivienda por la carga de alquileres muy altos. El Ministro de Salud Pública de San Francisco dice que solo un 38.8 por ciento de los individuos con VIH/SIDA cuenta con vivienda estable.

Rodrigo Ibáñez, coordinador de servicios financieros de la ASASF, se ha dedicado a ayudar a latinos seropositivos a encontrar vivienda. Cree que las profundas creencias religiosas de la comunidad latina y el silencio que existe en cuanto a la sexualidad perpetúan la homofobia.

“San Francisco es tan liberal que a veces es asombroso creer que mi comunidad tenga tanta homofobia. Pero la traemos de nuestros países y la mantenemos”, dijo Ibáñez, que llegó de la Ciudad de México hace dieciocho meses.

Ibáñez ha observado que los latinos monolingües seropositivos muchas veces esperan demasiado antes de ir a una clínica o a un grupo de apoyo, y que las complicaciones médicas se podrían evitar si no fuera por el estigma relacionado con la homosexualidad en la comunidad latina.

“Temen ir a las clínicas porque piensan que alguien que los va a reconocer y los puede ver, y evitan ir a los refugios donde los pueden discriminar”, dijo Ibáñez. “El miedo conlleva mayores complicaciones médicas o los pone en peligro en las calles.”

Un estudio publicado por Educación y Prevención de SIDA en 2009 muestra las repercusiones de salud mental y física en los latinos homosexuales al tener miedo de identificarse así y buscar apoyo en la comunidad. En este estudio, el estigma cultural que significa identificarse como gay o bisexual se relacionaba con una mayor práctica del sexo sin protección y una imagen negativa de sí mismos.

Estos factores están siendo considerados en audiencias legislativas organizadas por el Sr. Campos. En una de las audiencias a fines de marzo, asistió un jornalero gay que expresó su miedo de ser atacado en los refugios, de los trabajadores no familiarizados con asuntos LGBT y de la seguridad.

“Por eso se necesita un refugio que pueda trabajar con las necesidades únicas de la comunidad LGBT. Incluso la comunicación con hispanohablantes monolingües“, dijo Campos.

—Traducción Thomas Mayock