El comandante del SFPD, Mikael Ali, defiende el uso de los taser (pistolas de descarga eléctrica o paralizantes) ante la Comisión de Policía. SFPD Commander Mikael Ali defends Tasers to the Police Commission. Photo David Elliot Lewis

La comisión del Departamento de Policía de San Francisco (SFPD) llevó a cabo la segunda de tres juntas comunitarias en el Scottish Rite Community Center el 4 de febrero, para que la comunidad opine respecto a una propuesta para que el departamento de policía utilice los ‘tasers’.

“Ante la comisión hay una propuesta para proveer a cierto número de oficiales de armas de control electrónicas (Electronic Control Weapons, ECW). Estamos considerando esta petición seriamente y sopesando la opción”, dijo el policía y comisionado Julius Turman. “Queremos involucrar al público para atender sus dudas y sentir”.

La propuesta, que recomienda un programa piloto para equipar a una fracción de la fuerza policiaca capacitada especialmente para el uso de las ECW, comúnmente conocidas como ‘tasers’, ha dejado a defensores de derechos civiles y de servicios de salud mental cuestionándose respecto a la necesidad de poner otra arma “poco menos que letal” en manos del Departamento de Policía de San Francisco.

De acuerdo con el borrador que trabaja el SFPD respecto a la Orden General sobre el uso de ECW, la distribución de tasers pretende “cubrir espacios vacíos en los diferentes grados de uso de la fuerza desde bajos niveles y la fuerza mortal”.

“Ya que hay una suposición de que los tasers son más seguros, los oficiales de policía están más dispuestos a usarlos —lo cual hace que sean realmente mortales”, dijo Rebecca Ruiz-Lichter, una defensora de la Idriss Stelley Foundation y miembro del Destacamento Oficial Anti-tasers, citando el incremento de muertes a manos de oficiales en Oakland luego de que los tasers fueron integrados para su uso en la fuerza policiaca. “No creo que la respuesta sea tener estas armas, que utilizan un cuarto de energía de Ia usada en una silla eléctrica, en personas que están sufriendo crisis de salud mental”.

Un punto de preocupación referente a la distribución del taser fue discutido durante el foro del lunes entre los miembros de las comunidades de salud mental y derechos de personas sin hogar, quienes temen el impacto que un aparato (o dispositivo) con descarga de 50,000 voltios pueda tener en una persona que experimenta crisis mental, al igual que en personas que estén padeciendo problemas físicos y mentales por falta de hogar.

“Nosotros no queremos ver al departamento de policía usar ninguno de esos recursos que están en su caja de herramientas sobre los enfermos mentales”, dijo John Cooper, miembro de la Mesa Directiva de la Asociación de Salud Mental de San Francisco.

En el velorio de un oficial involucrado en la balacera en la fábrica de chocolate TCHO en julio del año pasado, el Jefe del SFPD, Greg Suhr, expresó la necesidad de contar con armas adicionales “menos mortales” a disposición del departamento. Los tasers, dijo, podrían evitar encuentros mortales con armas en balaceras “legales pero letales” que involucran a oficiales de policía.

“He desenterrado el asunto de oficiales con armas menos que mortales como piezas en su caja de herramientas”, declaró Suhr, enfatizando que la propuesta no será extendida a todo el departamento de policía, solo entre “aquellos oficiales que hayan tenido mayor capacitación para el uso de tasers en personas en crisis”.

Ambos grupos, la Coalición de Personas sin Hogar y la American Civil Liberties Union (ACLU), dos oponentes a la iniciativa del taser, han rogado al SFPD para implementar en su totalidad el Programa de Capacitación de Intervención de Crisis (Crisis IntervenionTraining Program, CIT), destacando que no han sido tomados aun la mayoría de los pasos para ponerlo en marcha.

Modelado tras una iniciativa originada en Memphis en 1988, el programa fue originalmente propuesto en San Francisco en el 2001 con la intención de capacitar a una porción de la fuerza policiaca para intervenciones no violentas. En el curso de diez años, una vez fue cancelado por falta de fondos, para ser re-establecido en febrero de 2011.

Con el fin de ser certificados bajo el programa CIT, los oficiales seleccionados están sujetos a una capacitación de 40 horas en el uso de técnicas de reducción en escalamiento, con énfasis fuerte en comunicación no violenta con enfermos mentales.

A la fecha, solo cinco por ciento del departamento de policía ha recibido capacitación en el programa CIT. El Jefe Suhr estima que un total de 118 oficiales del SFPD están actualmente calificados para responder a llamadas de crisis que involucre a enfermos mentales.

“Estamos viendo la militarización del departamento de policía”, dijo Ruiz-Lichter. “(El departamento) quiere más armas oponiéndose al involucramiento del programa de capacitación CIT que ordenó la comisión a la policía y que todavía no se ha hecho”.

De acuerdo a Suhr, implementar el programa CIT es todavía una prioridad en la agenda del departamento —con una adicional mejora en el uso de los tasers. Poner los tasers en manos de oficiales con mayor antigüedad, y especialmente capacitados en el CIT, dijo él, sería una alternativa más segura que las armas.

“No es diferente a otros modelos que tenemos”, añadió Suhr. “Estos oficiales tienen capacitación especializada en el uso de tasers en gente con crisis y estoy justamente a favor de ellos y de las personas con las que tratan, sería mejor si tuvieran algo distinto a un arma de fuego”.

Durante los comentarios públicos, Davis cuestionó las guías y resultados del uso de tasers tal y como lo indica el borrador presentado por la Orden General.

“Los tasers no son una simple alternativa a las armas de fuego”, dijo Micaela Davis, una abogada de la ACLU. “Además del riesgo de heridas y muerte, otros peligros (por el uso de taser) incluyen el litigo con la ciudad sobre su uso innecesario y el impacto del uso desproporcionado en las comunidades de color”.

Varios miembros de la comunidad también desafían la falta de transparencia de la Orden.

“Hablamos de restricciones tales como embarazo, adultos mayores, personas delgadas y jóvenes” dijo Virginia Marshall, una preocupada residente de San Francisco. “Pensé, ¿qué tan delgado es ser delgado? ¿Qué tan joven es ser joven? Y no creo que debería jamás usarse un taser en un menor o un adolescente”.

—Traducción Emilio Victorio-Sánchez