El 1 de julio entró en vigor una ley en California que obliga a cocineros, meseros y todo aquel que elabore, almacene o sirva comida en establecimientos comerciales a obtener una tarjeta que lo acredite como manejador de alimentos.

Autoría del senador Alex Padilla, tal ley pretende reducir la incidencia de enfermedades gastrointestinales y los índices de hospitalización por contaminación de alimentos. El mandato es educar a empleados de restaurantes sobre el manejo apropiado de los productos que expenden.

A primera vista, se antoja como una idea razonable. Es un asunto básico de salud pública. Pero aunque la receta suene fácil, su preparación tiene evidentes complicaciones.
Altagracia Leibowitz comenzó a oír del asunto a mediados de junio. Ella es la propietaria de Network Computer Store, en la calle Mission, entre las calles 23 y 22. El giro principal de su negocio es la reparación y renta de computadoras; es lo que generalmente se conoce como un café internet.

Sus clientes, la mayoría latinos, suelen saber muy poco del uso de la computadora. Escasos son los que tienen una cuenta de correo electrónico, mencionó Leibowitz.
El Instituto de Políticas Públicas de California (www.ppci.org) presentó el 22 de junio estadísiticas sobre uso de internet. En el estado, los latinos son el grupo racial con más limitado uso de las computadoras; el 55% del total tiene conexión a banda ancha en su casa, mientras que entre los blancos, el 92% la tiene.

“Ellos son buenos cocineros; pero no tienen experiencia en el uso de la computadora”, comentó Leibowitz al relatar cuán complicado ha sido para sus clientes obtener el certificado de manejadores de alimentos.

El certificado se obtiene vía internet, dice la ley. Aunque también está la opción de tomar un curso en directo y presentar el examen en un aula.

El certificado, con validez por tres años, se consigue tras aprobar un examen. Para aprobar el examen hay que tomar un breve curso en línea –mirar un video– y luego responder un formulario de 40 preguntas con respuestas de opciones múltiples.

El costo del certificado, que pagará el empleado, no puede exceder los 15 dólares, dice la ley.

De origen mexicano, Jorge Aguilar, cocinero, dijo que no le costó trabajo hacer el examen. Menor de 30 años, dijo hablar bien el inglés y tener cierto conocimiento del uso de la computadora. El viernes 8 de julio, esperaba a un amigo en Network Store para ayudarlo con su examen. El amigo, quien no llegó, había reprobado ya el examen, comentó Aguilar.
La ley también dice que no es necesaria prueba de ciudadanía para obtener el certificado de manejador de alimentos.

Quien no tenga el certificado incurrirá en un delito menor –los departamentos citadinos de salud son los responsables de que se cumpla esta ley–; pero tampoco será aceptado en ningún trabajo hasta obtenerlo.

“Llegan sin saber usar la computadora, sin tener cuenta de correo electrónico; otros no tienen tarjeta de crédito, para pagar por el examen”, relató Leibowitz, una gentil dominicana quien dijo haber asistido personalmente a más de uno de sus clientes en la realización del trámite.

“Vino uno el otro día que reprobó dos veces y se pasó siete horas frente a la computadora. Algunos no leen fluido y encuentran muchas preguntas confusas”, continuó Leibowitz.
La Asociación de Restaurantes de California (www.calrest.org), que exhorta a obtener el certificado ahora mismo, y para el caso tiene una liga en su página de internet con ServSafe (www.servsafe.com).
A través de ServSafe se puede obtener el certificado –ServSafe es una compañía propiedad de la Asociación Nacional de Restaurantes.

ServSafe ofrece el curso y el examen en “espagnol”. Si se llama al 866-901-7778 para obtener ayuda directa, una contestadora automática, en un español tan roto que resulta doloroso escucharlo, termina por recomendar que se envíe un correo electrónico.

En la misma página de ServSafe se enlistan, en San Francisco, tres instructores personales que pueden dictar el curso en directo y aplicar el examen. Ninguno lo hace español. En Oakland, el único proveedor enlistado instruye exclusivamente en inglés.

Así que, sin más opción por el momento, los latinos que trabajan en restaurantes tendrán que acercarse a las computadoras, no obstante que éste les parezca un caldo bastante espeso.