Abel Manzo, uno de los cinco indiciados en la orden de restricción contra los Norteños en Fruitvale. Photo Francisco Barradas

OAKLAND – Si Frutivale es peligroso, podría serlo aún más para los latinos.  El juez Robert B. Freedman respaldó la creación de una “zona segura” de dos millas cuadradas –400 block– en Fruitvale, el viernes 24 de junio.

En la “zona segura” la policía vigilará los movimientos de cinco individuos, presuntamente afiliados a la pandilla Norteños.

Quiénes son esos cinco: Alberto Acosta, Antonio Lambaren, Joey Anthony Martínez, Javier Quintero y Abel Manzo; sus abogados han dicho que uno de ellos ni siquiera existe.

En total son 40 los perseguidos en la demanda original del fiscal del distrito, John Russo, quien antes de conocer la resolución encontró un nuevo trabajo, como administrador citadino en Alameda.

La orden de restricción –gang injuction– fue pedida por Russo en octubre de 2010. Fue su idea para resolver el crimen en el área, una de las más inseguras en la quinta ciudad más peligrosa de los Estados Unidos, Oakland, California, apodada “Baby Iraq”.

Pero es el área también, Fruitvale, una de las más pujantes economías en Oakland. Pobladores y comercios son los segundos productores de impuestos para la ciudad. La mitad de los habitantes de la “zona segura” son latinos.
Rayaba el sol el 8 de abril, Chuy Campos se levantaba a abrir su negocio, el restaurante Otaez. Le bastaba cruzar la calle 39 para pasar de su casa al negocio. Sin que hoy aún se sepa quién lo hizo, a Campos lo asesinaron ese día.

Era prominente, era acaudalado, era comprometido con su comunidad. Lo dejaron desangrándose sobre la banqueta.

Junto con otros comerciantes del boulevard International, en su área más próxima a la estación del Bart, Campos había reclamado vigilancia policiaca por años.

Latinos los más prominentes, los comerciantes siguen preguntándose quién mató a Chuy Campos. José Antonio Dorado, del Dorado Tax and Bookkeeping Services, estuvo a favor de crear la “zona segura”, aunque reconoce que la policía abusa. Lo de Campos no tuvo nada que ver con las pandillas, opina Dorado.

La seguridad de Fruitvale es un asunto complejo. Un caso criminal resonado involucra a un policía que mató a un civil desarmado, Oscar Grant, en la estación del Bart.

Más policías en las dos millas cuadradas de la “zona segura” de Fruitvale y se incrementarán las probabilidades de los latinos, la mitad de los pobladores del barrio, de experimentar el proceso de verificación de su estatus migratorio que mandata el programa Comunidades Seguras (S-Comm).

S-Comm ha probado que opera como una rastra, y pone en camino a la deportación lo mismo a criminales peligrosos –supuestamente su único objetivo– que a inmigrantes han cometido faltas menores. Tres estados, Massachusetts, Illinois y New York ha optado por abandonar el programa.