Jose Mujica. Photo Courtesy Agência Brasil.

José Alberto Mujica, presidente de Uruguay, atrajo las miradas de dignatarios internacionales el pasado 24 de septiembre durante su intervención en la 68° Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York.

“Soy del sur y vengo del sur a esta Asamblea”, exclamó Mujica como forma de presentación. “Cargo inequívocamente con los millones de compatriotas pobres en las ciudades, en los páramos, en las sierras, en las pampas, en los socavones de América Latina”.

Mujica —agnóstico, humanista y amante de los animales— es símbolo de humildad. Al asumir su cargo eligió no trasladarse a la residencia presidencial, para permanecer cultivando flores junto a su esposa —la senadora Lucía Topolansky— y su perra de tres patas en la chacra donde vivió toda su vida, en una zona rural de Montevideo.

Según su declaración jurada, allí yace todo su patrimonio material: unos  US$ 200.100 entre el campo, dos viejos autos Volkswagen y tres tractores.

Entre el trabajo de campo, la militancia guerrillera tupamara y sus casi 14 años de cautiverio militar este descendiente de vascos forjó su carácter. De sus días de clandestinidad y prisión política recuerda:

“En la cárcel me hice panteísta. Siempre me gustó la naturaleza, pero una de las formas de combatir la soledad es tener algo vivo. Por eso en el calabozo descubrí que las hormigas gritan. Se las pone al lado de la oreja y va a descubrirlo”, contó al diario La Nación.

‘El Pepe’, como lo llaman por el sur del continente, asumió la presidencia de Uruguay el primero de marzo de 2010, como candidato del Frente Amplio, alianza socialdemócrata que le permitió promover medidas polémicas.

Tras afirmaciones tales como no estar a favor del aborto “pero hay que hacerse cargo de la realidad”, José Mujica promulgó en diciembre de 2012 una ley que permite a la mujer uruguaya acceder a la intervención antes de las doce semanas de gestación.

Antes, quien recurriera a esa práctica podría recibir entre tres y nueve meses de prisión. Hoy, según datos oficiales, la mortalidad de las mujeres que interrumpieron su embarazo disminuyó a cero (cifras que dieron por tierra el mito de que la despenalización aumenta el número de prácticas).

El matrimonio entre personas del mismo sexo también se hizo ley en Uruguay en abril de 2013. El país es el segundo país latinoamericano que lo permite. Además, contempla la posibilidad de que estas parejas puedan concebir por medio de la reproducción asistida.

También se le atribuye al gobierno de Mújica la legalización de la marihuana en agosto de 2013, al quedar establecido que el Estado proveerá a los consumidores de cierta dosis y permitirá el autocultivo. La medida aún necesita ser aprobada por el Senado.

A pesar de la popularidad de estas medidas, no faltan las críticas a su gobierno.

El trato de la legalización de la marihuana podría conllevar un monopolio de las semillas de parte de la multinacional Monsanto. Mujica se reunió en Nueva York con Georges Soros —accionista de Monsanto— y Rockefeller para “arrebatarle el mercado al narcotráfico”, en sus propias palabras. Además, podría traer consecuencias cancerígenas a los usuarios debido a la modificación genética.

Al mismo tiempo, asociaciones ambientalistas achacan al presidente uruguayo la aprobación de la tecnología RR2 en la soja transgénica, también desarrollada por Monsanto.

Si bien la tecnología conllevaría un aumento del 10 por ciento de rendimiento, también generaría problemas para las personas, el medioambiente y las economías de pequeños productores rurales, conforme a la Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas para América Latina (RAP-AL).

Lo cierto es que Mujica avanza, a sus 78 años, como un líder indiscutido de América Latina, con personalidad y opinión propia bajo un discurso de austeridad, sobriedad y coherencia que pocos mandatarios conservan al llegar al poder.

Como él mismo afirmó a la agencia de noticias AFP, “Pobres no son los que tienen poco. Son los que quieren mucho. Yo no vivo con pobreza, vivo con austeridad, con renunciamiento. Preciso poco para vivir”.