Al parecer, hay dos reacciones distintas ante el grito de batalla: algunos se hunden en una grieta oculta o huyen en dirección opuesta, temerosos de estar en la línea directa del conflicto, mientras que otros, lloran. Por primera vez en mi vida, lloré.

El 18 de abril, el Teatro Brava, ubicado en la calle 24 en la Misión, fue un espacio de gritos, en particular, el Grito de Dolores, el grito de guerra independencia mexicano. Alineados en los asientos del teatro, la comunidad entendió el significado de ‘mostrar’ el dolor, en lugar de solo contar historias de dolor. En esta noche en particular, ‘Valentina’ del Ballet Nepantla unió el baile folclórico tradicional con ballet contemporáneo para representar la resistencia de las mujeres durante la Revolución Mexicana.

Desde el otro lado del país, en Nueva York, el Ballet Nepantla ha coreografiado, vestido y elegido minuciosamente a 10 artistas para rendir homenaje a la cultura y las historias de la Revolución Mexicana. El Teatro Brava, un espacio comunitario en la Misión desde 1986, recibió a este grupo de artistas en un esfuerzo por “explorar el espacio entre el amor y el odio, la esperanza y la desesperación”.

A lo largo de la producción de una hora y media, el escenario presentó períodos del día, oscilando entre el amanecer, el anochecer y las escenas iluminadas por la luna: azules profundos, aumentando gradualmente la calidez con el uso de amarillos y naranjas, todo cortesía del supervisor de audio e iluminación, René Elizarraras.

Estos colores contrastaron intencionalmente el trabajo del equipo de vestuario: Yvette Lannelli, Martín Rodríguez, Yvonne Guajardo, Francesca Lannelli, Jorge Naranjo y Maricarmen B. Rodríguez, quienes crearon múltiples atuendos, destacando diferentes escenas y cambios de humor en todo momento.

Con la excepción de algunas escenas, estos 10 artistas se emparejaron continuamente en el escenario: Guadalupe Garza y Maricarmen B. Rodríguez, Jorge Naranjo y Francesca Lannelli, Martín Rodríguez y Andrea Guajardo, para ilustrar la unidad familiar tradicional y su ruptura en tiempos de guerra.

Comenzaron a girar en sincronía, con ambas partes vestidas lujosamente en colores intensos y profundos. El público vio a esposas renuentes, ataviadas con interminables ropas negras, vistiendo a sus maridos con camisas abotonadas, atándose sus revólveres a la espalda, preparándolos lentamente para la guerra.

La historia que se cuenta se dividió delicadamente con el trabajo de Sarah Gresik y Dan Westfield. Gresik subió al escenario como una paloma, vestida con hermosos blancos, encajes y el cabello recogido en intrincadas trenzas. Con Westfield como ancla, la pareja sirvió como un soplo de aire fresco para enfrentar estas escenas de gran intensidad con una fragilidad aún mayor.

El baile que siguió fue una expresión colectiva de dolor y duelo profundo. Esto le sirvió a la audiencia de una manera similar a como se vería un adiós lleno de lágrimas: hombres y mujeres acercando a sus contrapartes, como si sus vidas dependieran de la relación física entre ellos.

Y, en un abrir y cerrar de ojos, Guadalupe Garza al centro del escenario, pavoneándose de esquina a esquina con un lazo muy grande. Aullando de ánimo, la audiencia fue incapaz de permanecer en silencio cuando Garza se colocó en medio del lazo, permitiendo que se rompiera a su alrededor mientras realizaba un solo de claqué increíblemente coreografiado en medio del bucle.

Sus compañeros se unieron a él, momentos después, para hacer tapping al unísono, todos en rojo, blanco y negro a juego. Gresik, la bailarina principal, giró sin esfuerzo al centro del círculo creado, todos bailando mientras la rodeaban. Y se puso de pie, reclamando la mirada fija de todos.

 Miembros del Ballet Nepantla ejecutan la obra ‘Valentina’ en el Teatro Brava, el 18 de abril de 2022, una espectáculo teatral que destaca el rol de la mujer durante la época de la Revolución Mexicana. Foto: Brynn Case

Vemos cómo las mujeres en el escenario se enteran de que sus maridos han muerto en la batalla. Desplomándose en el suelo con una pesadez incrédula, estas esposas lamentan sus muertes, después de haber lamentado previamente la separación de esa misma estructura familiar.

En un momento que sigue siendo culminante, levantan las armas de sus maridos, hacia el cielo simulado fuego, y comienzan a marchar al ritmo de su capacidad. Esto comienza con una mujer, un arma. Los otros pronto lo siguen. Un mensaje poderoso.

El final del espectáculo muestra a cada uno de los artistas bailando intrincadamente, en rojos, morados y verdes brillantes, unidos una vez más.

Para todos los miembros de la audiencia, aquellos con raíces que se remontan al México revolucionario y aun para los que no, el Ballet Nepantla presentó una noche de total atractivo. Escuchamos una historia de dolor generacional, pero también se nos presentó la oportunidad de sentir ese dolor. El Grito de Dolores lo sentimos todos esa noche.