Favianna Rodríguez junto a su obra ‘Día de los Muertos 2012’ en una gala de apertura de exhibición en la galería Solespace de Oakland. Photo Melanie Guilbault

Para la artista de 34 años, de cabello rizado, y originaria de Oakland, Favianna Rodríguez, la fusión del activismo con el arte es natural. La campeona de lucha por los desposeídos no teme decir lo que piensa, ya sea por medio de la palabra o a través de sus coloridos estampados y arte digital. A pesar de haber ganado muchos premios, Rodríguez conserva una genuina humildad y sosiego, que contradicen su espíritu y trabajo contestatarios.

Sus padres peruanos se establecieron en Oakland a principios de 1970, en el barrio de Fruitvale, y criaron a sus hijos en el seno de una comunidad rica en cultura latina y conciencia política. De niña, Rodríguez aprendió de los movimientos sociales en su escuela, Centro Infantil. Su trayectoria artística comenzó con un programa infantil de la Fundación de Ciudadanos de Habla Española, donde aprendió sobre los muralistas chicanos.

En los 90, con 14 años de edad, Rodríguez comenzó a sentirse atrapada por la creciente violencia de Oakland. En el octavo grado, después de que amigos fueron golpeados y agredidos sexualmente, sus padres accedieron a su petición de acudir a la escuela en la ciudad de México.

“Fue una de las mejores experiencias de mi vida, porque en México no fui vista como una extraña”, dijo Rodríguez. “Toda la educación se centraba en mí. Aprendí sobre Simón Bolívar, El Che, los muralistas. Era tan relevante que me hizo dar cuenta que los jóvenes latinos en Estados Unidos son tratados como extranjeros. La historia no es nuestra. Estamos siempre al margen”.

Después de tres años, regresó a los EEUU e ingresó en la Universidad de California en Berkeley, especializándose en Arquitectura y Estudios Chicanos. Comenzó a explorar el arte e Internet, aprendiendo a codificar y desarrollar sitios web. Tres años más tarde, abandonó la escuela, antes de obtener su título, para explorar el arte a un nivel más profundo. Al ver que no podía entrar en la escuela de arte, porque carecía de formación y de un portafolio, decidió aprender por su cuenta.

En su búsqueda, trabajó con Xóchitl Nevel Guerrero, una artista de Oakland que le enseñó a tener su propia voz como artista. Entre otros de sus mentores se encuentran los artistas del Área de la Bahía Yolanda López, Ester Hernández y Jesús Barraza. Pronto extendió su red hasta Los Ángeles cuando conoció a Yreina Cervantes, Bárbara Carrasco y Diane Gamboa. También trabajó con la autora Elizabeth “Betita” Martínez en su libro 500 años de historia de la mujer chicana.

“Todos me dieron la confianza de saber que podía hacer cualquier cosa”, dijo.

“Lo más cierto a horas inciertas”, 2007, grabado de Favianna Rodríguez. Photo Courtesy favianna.com

Un gran giro ocurrió en 1999, cuando Rodríguez consiguió su primera impresión hecha en Gráficas de Autoayuda de Los Ángeles.

“Ir a Gráficas de Autoayuda era como entrar en el cielo del arte. Es el lugar donde los artistas chicanos y latinos florecen. Y les encantó mi arte”.

En el 2001, junto con el artista Jesús Barraza crea TUMIS, un diseño multiuso y la firma de consultoría web cuya misión es ayudar a las comunidades de color. En una ola de creatividad incansable y de organización, Rodríguez llegó a establecer el Eastside Arts Alliance, Taller Tupac Amaru, CultureStrike y Presente.org, una organización nacional que promueve las voces de la comunidad latina.

Según Rodríguez, los latinos están seis años rezagados de la curva tecnológica. En el 2006, tras atestiguar las marchas masivas de inmigrantes, vio en ellas una ocasión perdida para utilizar las herramientas de alta tecnología.

“Por ello empecé Presente.org, porque lo vi como una oportunidad para aprovechar realmente nuestra energía a través de la tecnología”, dijo.

Aunque mucha gente ve su arte como una potenciación de la comunidad latina, para Rodríguez es más que eso: “Se trata de servir a la humanidad, de servir a la madre tierra; de servir a todos y no sólo a algunos de nosotros”.

Y ella no tiene miedo de enfrentar a su comunidad cuando se opone a temas como el matrimonio gay.

“Como artista, es importante saber que a veces tu trabajo tiene que ser innovador. A veces tiene que molestar a la gente  —enojarla.”

Como resultado, los pro-militares atacaron su trabajo pacifista posterior al 9/11. También su postura pro-inmigrante fue agredida cuando dio una clase en la Universidad de Stanford. Y ha sido calificada de prostituta “por promover una forma alternativa de pensar sobre la sexualidad a través de sus series: Power Slut y Power Pussy”.

Pero Rodríguez se prepara para la reacción: “Mis argumentos son bastante claros por lo que puedo explicar todas las posturas presentes en mi trabajo. Está bien que la gente se sienta incómoda”.

Fue honrada durante los últimos premios de la Fundación Chicana/Latina en la que habló sobre lo positivo del sexo y su experiencia personal con el aborto.

“Cuando empecé a hacer carteles sobre cómo salir del closet con tu aborto, me sentía como que tenía que decir mi verdad y ser honesta al respecto. Ese fue un punto decisivo porque recibí mucho amor de mi propia gente”, dijo.

Después de diez años de trabajo ininterrumpido, Rodríguez está lista para tomar un descanso, pero luego, una lista de proyectos emergen: “Quiero desarrollar un medio basado más en la historia. Estoy aburrida del arte con el que interactúas y cuenta un cuento. Quiero hacer historias más largas. Quiero hacer novelas gráficas, películas cortas, y escribir libros ilustrados. Quiero llevar a la gente de viaje”.

No parece que por el momento esta talentosa artista vaya a desacelerar el ritmo.

Su trabajo puede ser apreciado en http://www.favianna.com

También puede consultar más información acerca de las diferentes organizaciones mencionadas en: www.tumis.com, www.eastsideartsalliance.com, www.culturestrike.net, www.tallertupacamaru.com, www.presente.org.

—Traducción Emilio Ramón