Algunas personas van por la vida poniendo un pie delante del otro sin darse cuenta del potencial musical que se esconde debajo de sus zapatos. Los bailarines de tap lo saben, al igual que los de flamenco, los bailarines irlandeses lo saben y, definitivamente, María Luisa Colmenarez. Cada taconazo que da envía un mensaje que quiere que todo mundo lo escuche.

Maria Luisa Colmenarez, de 62 años, es la directora de ‘Danzantes Unidos’, una organización que busca promover la danza folklórica mexicana a la vez que ofrece apoyo a compañías de danza, maestros y estudiantes. Es profesora en la Universidad Estatal de San José y junto con su esposo encabezan el grupo ‘Alegría de San José’, cuyo propósito es brindar apoyo a compañías y jóvenes directores de danza. 


En la danza folclórica mexicana, los zapatos son importantes por creando el sonido asociado con el arte. Foto: Lorena Garibay

Colmenarez ha estado involucrada en el mundo del folklore desde niña. México-estadounidense de primera generación, nacida y criada en Sacramento, cuyos padres son del estado mexicano de Oaxaca, una de las regiones más ricas del país en términos de cultura, idiomas, textiles y gastronomía. Su padre llegó a los EEUU en los años 40 como parte del programa bracero que durante esa época permitió a mexicanos acudir a este país para trabajar legalmente en labores agrícolas. Tanto su madre como su padre fueron miembros activos de la comunidad de Sacramento.

“Mi familia siente que es importante no solo recordar de dónde vienes, sino también compartirlo. En cada una de nuestras carreras, mis hermanos y yo, hemos pasado a algún tipo de trabajo donde compartimos algo que es importante para nuestra pasión…”, ella agregó que no todo tiene que ver con el folclore sino que hay una transmisión generacional de cultura.

Sus padres inculcaron en sus cinco hijos un profundo orgullo por su herencia cultural a pesar de que todos estaban muy lejos de México. Es un orgullo que se puede ver cuando Colmenarez muestra su rebozo de seda café de Santa María del Río, un pueblo conocido por sus hermosos rebozos.

“Las mujeres necesitan tres días para tejer. Ellas no solo están tejiendo todo el día. Están cuidando a los niños, tienen que preparar las comidas. Tienen muchas otras tareas que hacer. Son otros siete días adicionales para hacer todos estos nudos”, explica mientras muestra el detallado trabajo de las puntas de su rebozo. 

María Luisa Colmenarez, directora ejecutiva de la organización de danza folclórica mexicana ‘Danzantes Unidos’, en la Universidad Estatal sede San José, con un rebozo. Foto: Lorena Garibay

Colmenarez recuerda los viajes por carretera a Oaxaca y Veracruz que la familia hacía cuando su papá no estaba trabajando en la antigua fábrica de conservas de frutas Libby, Mcneill y Libby, que luego cerró a principios de los años 80.

Luego, sus padres comenzaron a trabajar para el distrito escolar y se convirtieron en defensores políticos y educativos. Ella admite que al principio sus padres no estaban seguros sobre su decisión de elegir una carrera en el baile folclórico en lugar de seguir un camino más estable. Sin embargo siguió adelante y a la edad de 14 años le pagaban para enseñar profesionalmente.

“Siempre tuve apoyo empezando por mis propios padres. Mi papá, tal vez más que mi mamá, estaba decepcionado de que no siguiera un camino seguro o un ingreso seguro… pero era buena en lo que hacía y pude obtener apoyo a través de subvenciones… encontrar trabajo nunca fue difícil para mí como instructora”, dijo quien había estudiado la carrera de ingeniería. 

Fue a través de la danza folclórica que conoció al “hombre de sus sueños”, su esposo, compañero de baile de toda la vida y físico educado en Stanford, Rudy Garica. Tuvieron la oportunidad de hacer una gira con Linda Ronstadt y, luego Ronstadt los recomendó para ser extras en la película A Walk in The Clouds de 1995, en la que se le puede ver bailando en la escena de la trituración de uvas junto a otras mujeres que trituran uvas descalzas. También se les pidió ser consultores para la película Coco de Disney de 2017.

“Que nos pidieran consultar para la película Coco fue una gran validación para nosotros, por todos los años de trabajo que hemos hecho. Alguien reconoció el trabajo que estábamos haciendo en San José para el Día de Muertos”, dijo Colmenarez.

Tanto ella como su esposo se han retirado del escenario pero continúan enseñando y dedicándose a sus proyectos actuales. Por ejemplo, el Festival Danzantes Unidos, que tras dos años de postergación presencial por la pandemia, se realizará en Fresno los días 8, 9 y 10 de abril.

“Danzantes Unidos es una experiencia maravillosa porque permite crear conexiones. Es reunir a personas que comparten esta pasión por el folclore y la danza, pero elevando el nivel y mostrándoles lo que pueden hacer en un futuro”.

Diana García Colmenarez, hija, está inspirada por todos los años de arduo trabajo que sus padres han dedicado a la preservación e investigación de la danza folclórica. Ella quiere ver el trabajo de su madre preservado y que continúe mucho después de que su madre muera: “Algo que definitivamente aprendí de mi mamá es lo que se necesita no solo para estar allí para otras personas, también cómo crear algo y lo difícil que es transmitir algo… No solo me inspiró, sino que informó a muchos bailarines cómo pueden cuidar y mantener los proyectos en los que han puesto tanta pasión”.

Colemenarez espera que a través de su trabajo como ‘artivista cultural’ pueda inspirar a jóvenes bailarines e interesados ​​en el folclore para que tomen la iniciativa. Ella quiere continuar asesorando a mujeres jóvenes y ayudarlas a alcanzar su potencial en el folclore e insta a las mujeres a levantar su voz y tomar en sus manos sus propios sueños.

Ella sigue inspirándose en mujeres y culturas de todo el mundo. Antes de que su padre falleciera, él hizo una investigación genealógica y descubrió que su familia tiene ascendencia japonesa. Sus dos hijos aprendieron japonés y su familia viajó a aquel país para experimentar la cultura.

Colmenarez hace comparaciones entre el festival japonés Obon, que es una celebración en la que se recuerda a los fallecidos y las celebraciones del Día de Muertos. Su familia participó en el festival Obon de San José que se llevó a cabo en julio y realizó bailes tradicionales japoneses con la comunidad. Su hijo Luis Xavier Garcia ayudó a orquestar un arreglo musical con la canción ‘Recuérdame’ de la película Coco. “Querían usar la música de Coco y coreografiar un baile Obon en torno a eso e incluir elementos de mariachi”, dijo Colmenarez.

Ella alienta a sus estudiantes, algunos de los cuales no son de ascendencia mexicana, a unirse por las similitudes de su cultura y folclore. Sin embargo, cree que las personas deben tratar de evitar la homogeneización de las culturas, en cambio, deben centrarse en la preservación de cada una al tiempo que reconocen la singularidad y la importancia de cada una.

Maria Luisa Colmenarez’s la clase pone sus instrucciones en acción y baila. Foto: Lorena Garibay

“Me encanta cuando empiezan a comparar culturas o encuentran puntos en común. Mi esperanza es que no terminemos homogeneizando a nuestras culturas. Que respetemos que son diferentes y celebremos esas diferencias así como lo que tenemos en común, pero definitivamente no intentar hacer ajustes a nuestro trabajo para ser algo que no somos”.