Juan Gómez Quiñones fue un gigante intelectual, visionario, erudito, poeta y activista, único en una generación. Murió apaciblemente en su hogar, rodeado de su familia, el 11 de noviembre de 2020, a la edad de 80 años. Nació en Parral, Chihuahua, México, el 28 de enero de 1940. Su familia se mudó a California cuando él era un bebé y se crió al este de Los Ángeles. Su antología poética, Fifth and Grande Vista, es un tributo a Boyle Heights, ese vecindario donde creció. “Canto al Trabajador”, habla de las condiciones sociales y las fuerzas históricas que moldearon y continúan influyendo en la vida de nuestras comunidades de clase trabajadora. Algunos versos reflejan un tema subyacente en su poesía.

Lo que sé lo aprendí 

de la mano trabajadora de mi padre 

quiénes son los nosotros y quiénes los ellos, del bien y el mal 

quién ha construido las ciudades

y de dónde vinieron las riquezas

Trabajando como camionero para cubrir su matrícula, Juan obtuvo sus grados de licenciatura, maestría y doctorado en la UCLA. Comenzó a enseñar en esa institución en 1969 y fue profesor durante 50 años. Jugó un papel importante en sentar las bases para los estudios chicanos. Sus escritos, Sobre la cultura, sobre estética, cultura y política, y Política chicana: realidad y promesa, 1940-1990, se encuentran entre una larga lista de trabajos que sentaron las bases para el estudio de la historia y la política en la academia.

En 1969, fue cofundador y luego director del Centro de Investigación de Estudios Chicanos en la UCLA, y cofundador en 1970 de la revista chicana, Aztlan, la principal revista en ese campo de estudios. Jugó un papel decisivo en la creación del Departamento de Estudios Chicanos en aquella universidad que actualmente cuenta con 17 miembros de la facultad de tiempo completo y alrededor de mil estudiantes de licenciatura y especialidad. Inspiró a toda una generación de chicanos y a otros estudiantes, y capacitó a una cohorte de graduados que hicieron avanzar el campo de la historia chicana como un nuevo campo de estudio. Fue reconocido en 1990 como Erudito del Año por la Asociación Nacional de Estudios Chicanos y Chicanos por sus contribuciones al campo.

Juan fue uno de los organizadores de UMAS (Estudiantes Mexicoamericanos Unidos), una organización estudiantil en los campus universitarios del sur de California. Aconsejó e inspiró a los líderes de UMAS de LA Blowouts en la primavera de 1968 cuando unos 15 mil estudiantes chicanos abandonaron las escuelas secundarias al este de Los Ángeles para protestar por la mala calidad de su educación y la falta de profesores y clases de estudios chicanos que reflejaran a su comunidad. También jugó un papel decisivo en la creación de MECHA (Movimiento Estudiantil Chicanos de Aztlán) en 1969. También fue un miembro clave del comité de académicos chicanos que escribieron El Plan de Santa Bárbara, el documento fundamental para el desarrollo de los estudios chicanos.

Su labor como defensor comunitario fue profunda y significativa. Apoyó activamente a United Farm Workers, fue presidente del Contingente de la Marcha de los Pobres del Este de Los Ángeles, miembro de la junta de la Defensa Legal México-Estadounidense, coorganizador del Consejo Chicano de Educación Superior (1969-70) y miembro de la Junta de Fideicomisarios de las universidades estatales de California. Escribió la agenda de la marcha por los Derechos de los Inmigrantes Nacionales en Washington, DC. Fue miembro de la Junta Directiva de la Coalición Urbana de Los Ángeles y cofundador de la Universidad Internacional Anahuacalmecac Preparatoria de América del Norte para estudiantes indígenas, la primera escuela primaria pública autónoma al este de Los Ángeles.

Sobre todo, Juan fue un hombre de familia sólido. A pesar de su apretada agenda, se aseguró de estar en casa para cenar con su esposa e hijos. Su esposa, Irene Vásquez, presidenta de Estudios Chicanos en la Universidad Estatal de California, Dominguez Hills, señala que para él fue siempre una prioridad asistir a las reuniones escolares de sus hijos, así como a los conciertos y obras de teatro escolares. Además de su esposa, a Juan le sobreviven siete hijos y una nieta. Es posible que la mayoría de los lectores de El Tecolote no sepan de Juan Gómez Quiñones, pero su vida nos debe importar a todos. De alguna manera, sus esfuerzos nos tocan a todos. La suya fue una vida de servicio, de investigación y de amor. La suya fue una vida bien vivida. El noticia sobre su muerte tenía estas palabras poéticas:

“Vuelo hacia el futuro, que arriba al amanecer”. —  Juan Gomez Quiñones