Atestiguando el Ataque al Capitolio

Una turba enfurecida portando horquillas, construyó una horca en medio de los terrenos del Capitolio e irrumpió en ese edificio y golpeó a un policía hasta matarlo con un extintor. 

La alcaldesa de Washington, D.C. Muriel Bowser emitió un toque de queda para toda la ciudad a partir de las 6 pm. “Los trabajadores esenciales, incluyendo los de la salud y los medios, están exentos”. Cuando salí de mi apartamento, Ed O’Keefe de la CBS dijo algo que también rondaba en mi mente: “¿En qué momento alguien intervendrá y echará a esta gente? ¿Ocurrirá antes del atardecer?”, preguntó en voz alta a nadie en particular. “Si no, esto podría ponerse interesante”.

Salí a correr con tenis, ropa deportiva, cubrebocas, una gorra 59Fifty y mi sudadera de El Teco bajo una chaqueta —pasé por el Hotel Cambria en la calle 9, donde una docena o más cabezas MAGA fumaban cigarrillos— y me dirigí hacia el Barrio Chino donde el cierre de tráfico tenía a los automovilistas, inseguros de qué hacer, escuchando los informes en la radio que interrumpían la programación regular en todo el mundo dando seguimiento al caos en el Capitolio.

“Estaré ahí contigo”, el Presidente mintió a sus partidarios en el mitin de la Casa Blanca más temprano ese día. Pero, no vi a Trump marchar por la Avenida Pennsylvania mientras corría hacia la escena del crimen.

En lo que pudiera describirse como un acto de terrorismo doméstico, miles de supremacistas blancos enfurecidos atacan al Capitolio de los EEUU el 6 de enero de 2021, mientras se llevaba a cabo la certificación de las elecciones. Fotos: Pablo Manríquez

Al llegar a la calle 9 y a la Avenida Pennsylvania después de un trote de 20 minutos, giré a la izquierda hacia el Capitolio, un solitario corredor en el carril este de la amplia, icónica y monumental vía americana, mientras miles de blancos de MAGA caminaban tranquilamente hacia el este, de vuelta a la Casa Blanca, lejos del Capitolio, donde lo que ya podía ver a media milla de distancia me dejo boquiabierto.

Toda la tribuna inaugural en el frente oeste del Capitolio, que da al centro comercial nacional, fue invadida por una turba de traidores que ondeaban la bandera y seguían la orden directa del presidente de los EEUU de “luchar hasta la muerte”.

De la avenida Pennsylvania al Capitolio 

El Presidente no fue la única figura ausente en toda la avenida Pennsylvania desde la Casa Blanca hasta el Capitolio: la policía también brilló por su ausencia. A lo lejos, vi docenas de luces intermitentes en el lado norte del Capitolio donde todos los oficiales habían presumiblemente respondido al intento de golpe en los pasillos del Congreso.

El peligro para el Distrito de Columbia no podría haber sido más grave, sin los vigilantes del orden supervisando el movimiento masivo de miles de terroristas MAGA regresando al centro de Washington. Todos los policías estaban en el Capitolio. Las tiendas en todas partes eran vulnerables al saqueo. Los tablones de madera que los cubrían el día de las elecciones habían sido retirados hace meses. 

“QUE SE JODA BIDEN” decía una bandera que llamó mi atención entre los cientos que ondeaban en la nítida brisa del Potomac soplando sobre la multitud. Pensé en el mensaje del presidente electo sobre las posibilidades de reconciliación bipartidista durante su mandato como 47 presidente de los EEUU.

El hombre blanco de MAGA que agitaba esa bandera no estuvo de acuerdo. Un hombre enorme que me miraba conforme saqué mi teléfono para tomar un video de la bandera. “¡ARRIBA WISCONSIN, HERMANO!” el hombre me saludó mientras pasaba junto a él. 

“¡De acuerdo!” Respondí confundido hasta que me di cuenta de mi 59Fifty hacía alusión a los Bucks de Milwaukee que me mantuvo a salvo.

En la rotonda del Monumento a la Paz frente al Capitolio, un equipo de cámaras de cuatro jóvenes periodistas fue acosado por una mujer de la generación de los baby boomers que portando un megáfono decía: “¿CUÁNDO VAS A DISCULPARTE, CNN? ¡CNN ES UN TRAIDOR! ¡USTEDES SON TRAIDORES! ¿SABEN SIQUIERA CÓMO SE ESCRIBE ‘TRAIDORES’? ¡DEBERÍAN AVERGONZARSE DE SÍ MISMOS! ARREPIÉNTANSE ANTES DE QUE SEA DEMASIADO TARDE! ¿QUIERES HACER UNA HISTORIA? ¿POR QUÉ NO ME FILMAS Y LO PONES EN TU ESTÚPIDO PROGRAMA?”

El equipo de cámara se giró lentamente y se alejó de la enfadada mujer blanca de MAGA que aun con el megáfono en mano animaba a la multitud a unirse a ella para reprimir a los periodistas.

La escena del crimen

No digas nada. No hables con nadie. Sólo observa. Escucha. Graba. Regresa a casa con vida. Cuéntaselo al mundo. 

“TENEMOS UN ANUNCIO”, un hombre blanco de mediana edad de MAGA en los terrenos del capitolio le dijo a la multitud a través de un megáfono: “AMIGOS, TENEMOS UN ANUNCIO. LE DISPARARON A UNA CHICA. ELLA TENÍA 16 AÑOS. LE DISPARARON A UNA CHICA DE 16 AÑOS EN EL CAPITOLIO”.

Un silencio cayó sobre la multitud que fue casi instantáneamente interrumpido por el trueno de la detonación de una bomba de humo en el frente oeste del Capitolio frente al Monumento a Washington en el National Mall. 

BOOM. 

Por supuesto, el MAGA blanco con el megáfono estaba equivocado: Ashli Babbitt era una veterana de la Fuerza Aérea que compró en la más sórdida de las épocas de Trump las mentiras horribles que abundan mayormente detrás de la cortina anónima de las redes sociales incitando a la indignación a los remansos analfabetas americanos blancos radicales.

En lo que pudiera describirse como un acto de terrorismo doméstico, miles de supremacistas blancos enfurecidos atacan al Capitolio de los EEUU el 6 de enero de 2021, mientras se llevaba a cabo la certificación de las elecciones. Fotos: Pablo Manríquez

Y no sólo gringos blancos. En la multitud que tomó el Capitolio el miércoles por la tarde había muchos latinos blancos, identificables por sus apellidos cosidos en el equipo militar que portaron al acudir a la capital de nuestra nación la semana pasada. RODRIGUEZ, MORALES, DIAZ, y así, sucesivamente.

El equipo militar era común, con modas que iban desde el espectro de opciones para avatares de pistoleros armados y juegos como Call of Duty. No perdía el tiempo en XBox Live. Las lecciones eran reales ahora que estos bastardos traidores estaban justo delante de mí y estaban asaltando a lo que una vez fue el Mayor Cuerpo Deliberante del Mundo, en un autogolpe tragicómico.

Acercándose al frente oeste del Capitolio, los blancos del MAGA habían convertido barricadas de acero en escaleras para trepar por las terrazas de mármol blanco del corazón legislativo del estilo de vida americano.

“¡Dijo que te fueras a casa! Lee sus tweets!” gritó una madre insurreccionista blanca de MAGA con una riñonera de lavanda alrededor de su cintura agitando una pequeña bandera americana para llamar la atención de la multitud. “¡Trump dice que tenemos que irnos! ¡Estoy hablando en serio! ¡Lee sus tweets!” 

“¡Bueno entonces, jódete también señor Trump!” le gritó un hombre. “Mucho tweetin y nada de acción. Tantos tweets y cero acción. ¡No eres mejor que ellos, señor Presidente! No se trata de Trump, amigos. Les está diciendo que se vayan a casa. No puedes ofrecer la paz a los malvados”. Las palabras del presidente habían encendido un fuego que su lengua no podía apagar.

BOOM. Otra explosión en la terraza alta de mármol fue probablemente un recordatorio de la ley para que la multitud se fuera, pero ¿quién podría saberlo con certeza? A estas alturas, el aire de la insurrección estaba lleno de enfermedades como la desinformación, la agresión de los hombres blancos y el COVID-19. 

Mantuve mi cubrebocas en su lugar, lo que me colocaba en la minoría frente a una multitud llena de rostros descubiertos. Temiendo una estampida y buscando salir de los MAGA, me agaché bajo la tribuna inaugural en el escenario a la derecha de donde la 47 presidencia de los EEUU comenzará en un iceberg político aplastante en todos los frentes. 

La capital de nuestra nación constantemente alberga protestas, recepciones, discursos, asambleas, etc. La fallida presidencia de Donald Trump ha provocado muchas protestas en Washington, desde la Marcha de las Mujeres al día siguiente de su inauguración, pasando por los manifestantes que estacionaron sus sillas de ruedas frente a la oficina de Mitch McConnell, hasta las protestas de Black Lives Matter.

Pero el 6 de enero no fue una protesta; fue una turba traidora empeñada en asesinar y provocar caos. Debe haber consecuencias para este mortal espectáculo de payasos o lo veremos de nuevo pronto. Múltiples legisladores pronto describirían los eventos como una ‘insurrección’ incitada por el presidente. Según la Constitución, la ofensa puede ser castigada con el veto de la vida pública. 

A un policía se le atacó con un extintor, lo que aumentó el número de víctimas en la escena del crimen.

BOOM. “¿Qué es eso?” preguntó mi abogado en Chicago a quien escuchaba desde mis auriculares. Bombas lacrimógenas. “Oh, mierda”, dijo mi abogado. “Hora de irse. Tienes 50 minutos para llegar a casa antes del toque de queda. ¿Puedes hacerlo?” 

Eché un último vistazo a la cúpula del Capitolio, ahora oscurecida por el humo. Pensé que era un maldito desastre, mientras corría por la Avenida Pennsylvania, y finalmente renté una bicicleta compartida en dirección norte por la calle 9 y pasé por el Hotel Cambria donde blancos de MAGA intercambiaban sus anécdotas del día.

Cuando llegué a casa, paseé a mi perro después del toque de queda para espiar, justo cuando un hombre negro en una bicicleta compartida fue detenido por un retén de la policía metropolitana en la calle 9 y O NW. El policía se bajó de su patrulla y le preguntó al hombre si sabía del toque de queda. 

En lo que pudiera describirse como un acto de terrorismo doméstico, miles de supremacistas blancos enfurecidos atacan al Capitolio de los EEUU el 6 de enero de 2021, mientras se llevaba a cabo la certificación de las elecciones. Fotos: Pablo Manríquez

“Hora de irse”, dijeron los blancos de MAGA que se dirigieron tranquilamente al vestíbulo del Hotel Cambria y desaparecieron por las escaleras de sus habitaciones mientras el hombre negro era esposado y se lo llevaban. A la mañana siguiente, coches con matrícula de otro estado habían sido vandalizados a lo largo de la calle 9 donde los de la mafia de MAGA se abrazaron y saludaron a puño cerrado, prometiendo reunirse en línea para coordinar su próximo evento. Si hubo algún sentimiento de arrepentimiento o remordimiento entre ellos el jueves por la mañana fue sólo que, al final, la elección nunca fue revocada. 

Esto cambiaría en los próximos días cuando los traidores de la turba del Capitolio del 6 de enero fueran identificados y arrestados. La magnitud de los cargos a los que se enfrentan estos idiotas se ha intensificado en la semana transcurrida desde la turba de la semana pasada.

¿Trump perdonará a sus insurrectos ‘especiales’? Esa es una pregunta que perdura ahora, una semana después, mientras las consecuencias continúan para los involucrados. Desde la perspectiva de este corresponsal que estuvo allí el 6 de enero, los castigos deben ajustarse a los crímenes en términos de duración y severidad. Si no, esto volverá a suceder.