Los asistentes llenan el Estadio Maracaná antes de que comience la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos Río 2016. Courtesía de Yahoo! Sports

Río de Janeiro —de lo que los brasileños están más orgulloso es la forma en que resuelven sus problemas y cómo celebran la vida con alegría y felicidad.

Sin embargo, durante la ceremonia de los Juegos Olímpicos Río 2016 celebrada en el mítico estadio Maracaná, el espectáculo fue más allá de las expectativas, incluso para aquellos que se oponían.

Río hizo historia en la noche del 5 de agosto de 2016. Los primeros Juegos Olímpicos en Sudamérica merecían recibir una bienvenida propia al estilo brasileño. Carnaval, samba y bellas mujeres fueron vistas como de costumbre, pero también un importante mensaje fue enviado a todo el mundo. Un mensaje de que, incluso para un país de tercer mundo, con un poco de organización y el esfuerzo de sus políticos, es posible celebrar eventos globales en una ciudad maravillosa.

Con un presupuesto que los organizadores dijeron fue doce veces menor al de Londres, y veinte veces menor que el de Beijing, la ceremonia de apertura de Río fue coreografiada exquisitamente como una bulliciosa muestra, una declaración social punzante y un desafío audaz para el mundo.

Muchos brasileños estuvieron reacios a la celebración de las Olimpiadas a causa de los numerosos problemas que ha enfrentado el país últimamente. Los turistas han expresado su preocupación por los problemas de Brasil, como la violencia, el virus Zika, entre otras cosas. Pero ninguno de estos parece haber sido un problema para los visitantes que han asistido a presenciarlos.

“Fue fantástico”, dijo María Díaz, una mexicana de Guadalajara que asistió a la ceremonia de apertura. “Los brasileños son impresionantes y tuvimos una   atmósfera de diversión increíble”.

La reacción general tras la    inauguración de los Juegos ha sido buena. Los aficionados y los lugareños han encontrado mucho que celebrar, y nada salió mal durante la ceremonia de apertura.

Desde el principio, los residentes estaban preocupados de presentar una imagen negativa de Río ante el mundo que traería como resultado un fuerte sentimiento de vergüenza internacional. Pero esa sensación se ha tornado en enorme orgullo y satisfacción, con lo que ha ocurrido hasta ahora.

“No voy a mentir, estaba muy preocupado por ello, especialmente durante la última semana antes de los Juegos, con los problemas en la Villa Olímpica y cómo el mundo nos mira”, dijo el residente de Río, Lucas Almeida. “Pero ahora siento que no tenemos nada que temer, simplemente hay que disfrutar de los Juegos”.