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Luego de tres dolorosos días pintando, José Carrasco finalmente terminó.

“Fue muy emotivo para mí”, dijo Carrasco, mientras recordaba haber terminado el retrato de Susana Robles Desgarennes, una ex alumna. “Me siento como si estuviera allí. Y me pone muy triste”.

Una madre, artista y empresaria de solo 20 años de edad, que pasó gran parte de su juventud activa en la Misión, Robles Desgarennes murió el pasado 30 de septiembre. Varios noticieros informaron que fue asesinada por su ex novio y sus cuerpos fueron encontraron en un automóvil en el barrio de Dolores Heights.

Así como Carrasco se enteró de su muerte, también lo hicieron sus otros profesores Ingrid García, Carlos Castillo y Víctor Carrillo quienes conocieron a Robles Desgarennes en el Centro de Recursos para la Familia del Buen Samaritano, cuando fue estudiante de sexto grado en la escuela secundaria Everett.

Las noticias trajeron consigo una combinación de horror e incredulidad. “Nos desgarró”, declaró Carrasco.

Carrasco, García, Castillo y Carrillo conocieron a Robles Desgarennes cuando tenía 11 años. Originaria de Manzanillo, Colima, México, Robles Desgarennes se involucró en programas extraescolares dirigidos por la organización Buen Samaritano, diseñados para jóvenes recién llegados de otros países. Hicieron excursiones y participaron en varias actividades donde su personalidad “magnética” se destacó rápidamente lo que le permitió hacer  amigos y destacarse en el arte.

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“Su sonrisa irradiaba, y te hacía querer estar cerca de ella”, recuerda Castillo. Recordó un viaje de campo en el que Robles Desgarennes vio la nieve por primera vez.

También asistió a campamentos juveniles de verano y, conforme fue creciendo, se involucró en el Sindicato de Estudiantes Latinos del Buen Samaritano y RebelArte, un programa juvenil que apoya a adolescentes inmigrantes latinos en el desarrollo de su liderazgo e identidad.

“Ella era líder en ese grupo”, dijo García, su maestra de arte. “Realmente empujó a otros estudiantes a participar y a terminar sus proyectos. Realmente amaba el arte y la moda, y eso es algo que se puede ver en su trabajo”.

Cuando se graduó de Everett, asistió a la Academia en la escuela secundaria McAteer y continuó participando en los programas juveniles del Buen Samaritano, centrándose en el arte. Ella ayudó a hacer un cometa para el Día de los Muertos, bailó en el Carnaval y tocó en Loco Bloco. También fue Sister Rising Intern en el Centro de Libertad para Mujeres Jóvenes en 2013.

Luego, a la mitad de la secundaria, quedó embarazada de su hija, Angel. Luego de inscribirse en el Programa de Asistencia de Adultos del Condado (CAAP, por sus siglas en inglés), recibió su diploma de escuela secundaria.

“Como un adulto en crecimiento, siempre estaba imaginando su futuro”, cuenta Carrasco. “Ella tuvo una hija a edad temprana, pero no dejó que eso la detuviera”.

El amor por el arte de Robles Desgarennes floreció en una pasión por el maquillaje, lo que le valió un trabajo en Sephora en la tienda Embarcadero de San Francisco.

“La identifico como una artista increíble”, dijo Castillo. “Ella era realmente muy talentosa. Y no solo digo eso para ser amable”.

“Simplemente se convirtió en una mujer muy creativa”, mencionó García. “Es muy triste. Es algo que no puedo describir. Se sentía como una estrella que dejó el cielo. Ella tuvo mucha influencia y mucha gente la admiró, e hizo su propio camino… no era una seguidora. Lo que sea que ella quisiera, trabajaba para tenerlo”.

Altar de Susana

Un altar para el Día de los Muertos en honor a Susana Robles Desgarennes, miembro de la comunidad de la Misión quien falleció el 30 de septiembre en Dolores Heights. Tras su muerte, sus antiguos profesores realizaron el altar en el Centro Cultural de la Misión para las Artes Latinas. Foto: Mabel Jiménez

En honor a su memoria y pasión por el arte, Carrasco, García, Castillo y Carrillo decidieron construir un altar en el Centro Cultural de la Misión para las Artes Latinas, un lugar donde Robles Desgarennes participó como en una exhibición del Día de los Muertos.

“No puedo creer lo que sucedió”, declaró Castillo. “Sé que voy a estar aquí [para] Día de los Muertos, conozco a muchas personas cercanas a Susana que van a estar aquí, pero siento que Susana va a estar aquí también… como si aparecerá en cualquier momento, porque ella era parte central de eso. No puedo creer lo absurdo que es”.

Para el altar, Carrasco pintó el retrato. Castillo construyó el marco, mientras que García trabajó en los milagros y las flores. Carrillo cortó y pintó tablas de madera en forma de mariposa y del horizonte de San Francisco y Manzanillo. Las mariposas ilustran la vida de Robles Desgarennes como un monarca, viviendo su vida y luego regresando a donde comenzó. Sus padres actualmente han llevado sus cenizas a México.

“Quería representar su viaje”, explicó Carrillo. “El viaje que las personas hacen a este país no es solo físico, es una transformación, donde creció. Si lo miramos en ese sentido, es un largo viaje el que hizo”.

Pero su muerte ha hecho que Carrillo también cuestione su propio rol como adulto y educador.

“Trabajando con jóvenes, veo los peligros por los que atraviesan”, dijo. “Trabajar con ellos todos estos años, invirtiendo todo este tiempo en ellos, tenemos muchas esperanzas cuando los vemos superando estos peligros y trabajando con los traumas que han experimentado. Ver a estos hombres y mujeres jóvenes, con tanta fuerza y ​​verlos crecer y desarrollarse, un final así es realmente inesperado. Nos afecta”.

“Tenemos que seguir trabajando más para reducir esos peligros entre nuestros jóvenes”, comentó Carrillo. “Violencia… patriarcado, machismo. Impide, en este caso específicamente con Susana, una joven poderosa, el seguir creciendo”.