La panadería Arizmendi de la Misión es una de las siete panaderías del Área de la Bahía que siguen el modelo cooperativista.

Paula Parker, cantante de Oakland, caminaba por la calle Valencia en busca de galletas de chocolate a mediodía en la Misión después de escuchar la música de la banda de jazz de la escuela Horace Man. Sus sentidos se detuvieron cuando un aroma familiar despertó su nostalgia. “Huele como en la panadería Arizmendi de Oakland y Berkeley”, se dijo a sí misma. Había llegado a las puertas de Arizmendi en la Misión, en las calles 24 y Valencia. Paula, que venía de hacer una presentación en una escuela secundaria local sobre su experiencia de trabajo en el Centro de Herencia de Jazz en el barrio Fillmore, disfrutaba de una galleta de chocolate y estaba feliz del ambiente cálido de la panadería que a ella tanto le gusta durante la apertura de la Panadería Arizmendi en la Misión del pasado 20 de octubre. La apertura también le permitió disfrutar de las cumbias del D.J. Lucha Grande, seguido por David Ricardo, un rockero local.

La Panadería y Pizzería Arizmendi, que abre todas las semanas de miércoles a lunes, ofrece una amplia variedad de repostería con precios similares a los que puedes encontrar en tu cafetería local, sólo que estos son puestos en la vitrina directamente del horno para acompañar tu café caliente o una bebida especial. Desde galletas a scones, barras de pan o pizzas, Arizmendi tiene un poco de todo lo que esperas en una panadería/cafetería con precios razonables. La apertura fue todo un éxito, con una larga fila que se movía rápido en la que había padres con sus niños, profesionales y diversas personas de la comunidad.

Arizmendi, una panadería para algunos, pero para aquellos que tienen la oportunidad de trabajar ahí, es una escuela de negocios donde los trabajadores son capaces de ser co-propietarios en una cooperativa que le permite a esta panadería convertirse en una realidad exitosa del área. Arizmendi es el nombre de un joven sacerdote de Mondragón, en el País Vasco español, llamado Jose Mari Arizmendarrieta. En el año 1940, hubo una regresión en la economía del país y una opresión hacia la gente pobre sin los medios financieros para abrir su propio negocio. Este sacerdote presentó la idea de manejar y abrir un negocio como una cooperativa, y hoy en día, la mayoría de todos los negocios en Mondragón son exitosamente manejados por cooperativas. Este exitoso modelo de negocios se ha transformado en la Panadería Arizmendi, con su séptimo local abierto en el Área de la Bahía, incluyendo sucursales en Berkeley, Oakland, Lakeshore, Emeryville, San Rafael, y San Francisco.

Los empleados de la panadería y pizzería Arizmendi aprenden a hacer todo tipo de pan durante dos meses de entrenamiento intensivo.

De acuerdo a Lulú Rodríguez, una de las panaderas, hay un período de prueba de seis meses para todos los empleados nuevos. Durante los dos primeros meses se entrenan intensivamente para aprender a hornear los productos básicos de una panadería. A los empleados se les paga $12 a la hora. Después de seis meses, el empleado se compromete a invertir $500 en la compañía, para lo que les ayudan a obtener un préstamo personal y/o de sus ahorros. Después de un período de al menos un año, los trabajadores invierten $5.000 en el negocio, y lo pueden hacer contribuyendo de $20 a $50 por cada día de pago. “Mi sueño es que algún día todos los negocios de la Misión sean manejados por cooperativas”, dijo Rodríguez, “y que el dinero no sea específicamente para una sola persona, sino para que aprendamos a trabajar juntos y para todos”. Agregó: “Estoy feliz porque hace dos meses yo tenía el deseo de trabajar en mi propio café donde poder hacer comida con mis propias manos, que alimente el estómago y el alma, y que pague un sueldo justo para vivir… así que estar aquí es muy emocionante para mí”. Cuando se le preguntó sobre alguna nueva línea de productos horneados Rodríguez respondió que después de un año, los empleados podrán trabajar en los productos que les interesen, conforme a la demanda del público, y agregando su ‘toque latino’ conforme a la diversidad de conocimiento de los empleados.

Hay un movimiento de cooperativas expandiéndose por todo el país. La necesidad de ser propietarios de negocios exitosos ha permitido que la pura idea de ser capaz de compartir la tenencia, el trabajar y manejar un negocio prospere y se haya hecho realidad. Oscar Grande, organizador comunitario de PODER (Personas Organizadas para Demandar Derechos Ambientales y Económicos), explica cómo Arizmendi llegó a la comunidad. Ellos entendían los problemas, la historia y actual gentrificación del barrio de la Misión. Así que Arizmendi trabajó junto con PODER y MEDA (Agencia de Desarrollo Económico de la Misión) para crear una estrategia para crear oportunidades en la Misión comprometiéndose a ofrecer a la comunidad una oportunidad justa en contratación, diversificando activamente la fuerza laboral. Arizmendi trabajó con PODER y MEDA para establecer talleres de orientación en inglés y español, y jóvenes organizadores de PODER ayudaron a los postulantes a traducir los formularios de trabajo.

PODER descubrió que muchas de las personas que solicitaban trabajo ya poseían muchas de las habilidades que Arizmendi buscaba. Una mujer fue panadera en Antigua, Guatemala, y pudo incluir fotos de ella misma desempeñando ese papel en su formulario. Aunque Arizmendi no buscaba precisamente panaderos con experiencia previa, ya que ellos reciben un entrenamiento intensivo basado en los panes del menú. Esto le permitió a los postulantes que mostraran otras habilidades como son las de organización comunitaria y explicar cómo eso podría ayudar al éxito del negocio. De 15 empleados nuevos, siete eran latinos, con cuatro de la Misión que son miembros comunitarios de PODER, el Proyecto Organizador de San Francisco (SFOP) y del Fondo Popular de MEDA.

“Estoy feliz de trabajar; estoy motivada y creo en las cooperativas para la nueva generación de jóvenes y para la comunidad”, declaró Dora Paredes, de 39 años, nueva trabajadora de Arizmendi. “Tuvimos éxito en un proceso de inclusión para llevar un mensaje a toda la comunidad de que ya es tiempo de unirnos entre los latinos, porque hay muchos de nosotros que estamos bien preparados y tenemos habilidades para negocios y profesiones… podemos empezar no sólo una cooperativa, sino muchas… ¡Sí se puede!”

—Traducción Carmen Ruiz