Nota: Ante la preocupación por la seguridad de la comunidad de indocumentados, los apellidos serán omitidos en esta historia para proteger el anonimato de nuestras fuentes.

En medio de una pandemia, la Corte Suprema de los EEUU dictaminó el 18 de junio bloquear el intento de eliminación de la Acción Diferida para la Llegada de Niños (DACA) por parte de la administración de Trump.

DACA es una política emitida por el Departamento de Seguridad Nacional de los EEUU en 2012 que permite a ciertos indocumentados venidos a este país cuando niños, obtener una autorización de trabajo mientras que solicitan la consideración de una acción diferida por un período de dos años. La acción diferida no proporciona un estatus legal y requiere su renovación cada dos años.

Este importante triunfo permite a los nuevos solicitantes candidatos, aprovechar la oportunidad y solicitar los beneficios que ofrece dicha política.

Miles se manifestaron en San Francisco el 5 de septiembre de 2017, horas después de que el Fiscal General, Jeff Sessions, anunciara la terminación de DACA. Al igual que otros programas destinados a apoyar a los inmigrantes, DACA ha estado bajo amenaza constante por la administración Trump. Pero el 18 de junio de 2020, la Corte Suprema dictaminó bloquear el intento de eliminarlo. Foto: Drago Rentería

Recientemente, el Dreamer Fund —un colectivo de San Francisco que recauda fondos y aboga por los estudiantes indocumentados— celebró una sesión virtual de preguntas y respuestas con el profesor de la Universidad de San Francisco, Bill Ong Hing. En ella, el académico explicó cómo la decisión de la Corte Suprema permite al receptor de DACA un punto de apoyo temporal mientras que en algún momento, tal vez en un futuro próximo, el sistema aborde una reforma migratoria muy necesaria.

“No hay una política de privacidad”, dijo Hing al tratar los posibles resultados si el programa fuera rescindido. Lo que significa que cada receptor de DACA estaría a merced de ICE y en riesgo de ser deportado. Para algunos, aun cuando tuvieran que enfrentar la deportación en el futuro si DACA fuera revocada, los beneficios de trabajar ahora son más importantes y vale la pena el riesgo. Especialmente durante una pandemia toda vez que, por su estatus, los beneficiarios de DACA no califican para el desempleo ni para la asistencia del gobierno federal.

Mientras que el gobierno federal negó la asistencia a los 649,070 beneficiarios que se calcula pagan impuestos, envió por error cheques de estímulo a casi 1.1 millones de personas muertas, un total de casi $1,400 millones de dólares, dinero que teóricamente podría ser utilizado para ayudar a la comunidad de indocumentados.

California dio un paso al frente y el 15 de abril anunció un fondo de ayuda para desastres de $125 millones de dólares para beneficiar a la comunidad de indocumentados que perdieron sus trabajos. En San Francisco, la organización Young Workers United fundó el UndocuFund, que proporciona asistencia financiera a la comunidad local de indocumentados.

Maribel, de 30 años, una receptora de DACA, que trabaja para una organización de derechos de los inmigrantes al sur de California no se consideraba una trabajadora esencial. Entonces se dio cuenta de que estaba trabajando en esta pandemia para ayudar a la comunidad y que necesitaba ayuda para pagar sus necesidades y recibos.

“Inicialmente [pensé] en los trabajadores que tenian trato directo con la gente, como los del sector salud, los trabajadores de tienda de comestibles, gente como mis padres que tenían que ir a las fábricas o a limpiar. A ellos los consideraba trabajadores esenciales”, dijo Maribel.

Como las organizaciones ayudan a las familias indocumentadas, los requisitos suelen ser bastante difíciles de cumplir a veces. Pocos pueden calificar sólo por unos $300 a $500 dólares. Esta cantidad mínima ayuda a algunos, pero no lo suficiente para cubrir las crecientes facturas.

Noemí, de 32 años, del sur de California y receptora de DACA, en su casa. Fue despedida de su trabajo como asistente personal en marzo y ahora trabaja como gerente en un restaurante. Foto: Pamela Estrada

Encontrar trabajos esenciales ahora es tan difícil como encontrarlo antes de la COVID-19. La seguridad en el lugar de trabajo es importante y puede significar dejar un trabajo por otro. Noemi, de 32 años , otra receptora de DACA al sur de California fue despedida de su trabajo como asistente personal en marzo. La familia a la que estaba ayudando ahora estaría atada a su casa debido a la orden de confinamiento y que, por ende, no requería de su ayuda. Noemi entonces tomó un trabajo en una lavandería pero cuando su seguridad se vio comprometida por clientes que se negaban a usar cubrebocas, se encontró buscando un trabajo diferente, y encontró uno como gerente en un restaurante. Se da cuenta de que pagar el alquiler es crucial, ya que su compañera de piso puede tener problemas para pagarlo.

“El dinero es tan escaso que si no pueden pagar su parte [de la renta] ahora tenemos que pagarla y es como, ¿cómo lo hacemos?”, dijo. Tomar la decisión de trabajar para llegar a fin de mes no es nuevo para Noemi. Cuando estaba a punto de graduarse de la escuela secundaria tomó la decisión de saltarse la preparatoria para asegurarse de que podía ayudar en casa. “Sabía que mi familia no tenía dinero para pagarme la escuela”.

Noemi puede no tener un título universitario pero eso no la ha alejado de otros sueños. Es una técnica de belleza certificada que ofrece su tiempo a los asistentes al baile de graduación que no tienen recursos para pagar por arreglarse. Comparte su pasado para demostrar que, como la última vez, se esforzará.

Las luchas de los receptores de DACA y de los indocumentados varían. Ser indocumentado, ser un receptor de DACA es una experiencia tan diversa como los más de cien países de los que proceden todos y cada uno de ellos.

El receptor de DACA Set Hernández Rongkilyo, de 28 años, dice que trabajar en esta pandemia no es el mayor desastre de su vida: “Siento que ser indocumentado es como vivir en una pandemia todo el tiempo. No puedes salir del país, no puedes volar, tienes que hacer todo virtualmente para ver a tu familia en el extranjero”. La inspiración llena su voz a través de su historia y de cómo lidiar con ser un receptor de DACA y con esta pandemia. Cuando se refieren a aquellos que les importan, se nota un cambio en su voz. Para Set, el miedo llega cuando tienen que pensar en la falta de cuidados de salud de su madre y hermanos menores mientras trabajan en esta pandemia. Se aseguran de que su padre en Filipinas reciba la ayuda financiera que le están mandan y que ellos estén bien.

Extrañamente durante la pandemia, una de sus mayores preocupaciones se produjo en medio de los levantamientos de Black Lives Matter tras la muerte de George Floyd. La preocupación era sobre cómo conducirse, cómo ser solidario y cómo educarse: “Sólo pienso en toda la gente negra de mi vida que me ha apoyado de esa manera”.

Si bien el reciente fallo del Tribunal Supremo puede ser una pequeña victoria, estar fuera de las sombras sólo significa tener que enfrentarse a otras cuestiones que deben abordarse. Mantener DACA en su lugar va más allá de un permiso de trabajo: “Los indocumentados no estamos indefensos. Nuestras experiencias son puestas a través de ciertos lentes. Quiero que la gente sepa que somos sólo personas”, dijo Rongkilyo. “Si DACA surgió fue gracias a estrategias tomadas por los indocumentados”.