Carla Peña, empleada del Centro de Recursos Centroamericanos, asiste a uno de los muchos clientes que visitan las oficinas de CARECEN. El centro proporciona a las comunidades de inmigrantes y latinos una variedad de servicios legales, educación comunitaria y abogacía.

Una encuesta realizada por la Iniciativa para la Integración Financiera de Inmigrantes de la organización Mission Asset Fund (MAF por sus siglas en inglés), revela que las familias inmigrantes que viven en San Francisco, independientemente de su condición migratoria, están infra-utilizando programas de protección social tales como el Programa de Cupones para Alimentos.

Según la encuesta, el 91 por ciento de los inmigrantes indocumentados que han vivido en los EEUU cinco años o menos ganan menos de $19.200 anuales. Pero menos de una cuarta parte de ellos han accedido a la asistencia pública a disposición de los inmigrantes indocumentados.

“Hay un estado de miedo sobre lo que los inmigrantes tienen derecho a recibir”, dijo Jose Quinonuz, director ejecutivo del MAF. “Básicamente paraliza a las personas a la hora de solicitar los programas a que podrían acceder, por el temor de que los deporten por la inscripción”.

Uno de los efectos más claros de este muro invisible de miedo y confusión entre las familias inmigrantes y los servicios sociales públicos es el aumento de la demanda a organizaciones comunitarias como los bancos de alimentos y los comedores.

Las organizaciones comunitarias que prestan estos servicios —alimentos, asistencia financiera y de vivienda— informan de una demanda récord de sus servicios y están luchando para mantenerse al día con las necesidades públicas.

Un informe de 2009 elaborado por el Insight Center for Community Economic Growth descubrió que los latinos —que representan el 30% de la población de California— constituyen aproximadamente la mitad de los hogares infra-bancarios en California. (Infra-bancarios se refiere a individuos con acceso limitado a servicios financieros como los bancos, dependiendo consecuentemente de servicios alternativos dirigidos a comunidades de bajos ingresos, tales como negocios donde hacer efectivos los cheques, usureros y prestamistas.) El mismo informe reveló que dos de cada tres hogares latinos en California no tienen ingresos suficientes para cubrir la totalidad de sus necesidades básicas, humanas.

“Hay organizaciones como CARECEN, que prestan servicios a los inmigrantes y tienen que fortalecerse”, dijo Quinonuz. “Lo que pasa es que los inmigrantes no están recibiendo ayuda de la alcaldía ni del estado, por lo que recurren a instituciones de beneficencia privadas. Así que estamos poniendo aún más carga sobre esas organizaciones sin darles más fondos”.

Grande considera que la creciente tensión que existe en el seno de organizaciones privadas no va sino a empeorar.

“Creo que lo más triste es que probablemente va a empeorar, sobre todo ahora que estamos sumidos en esta crisis fiscal y el presupuesto de nuestro estado es un desastre”, dijo Oscar Grande, organizador para la organización PODER. “No va a haber nuevos programas, y los programas que hay se van a recortar o reducir drásticamente.”

Pese a su pesimismo, Grande se muestra optimista sobre la creación de vínculos entre varias organizaciones de la Misión. Dijo que es importante que los diferentes grupos permanezcan en contacto unos con otros y que estén al tanto de los servicios que prestan, para así poder remitir a las personas hacia esos servicios.

“Tenemos que unirnos; tenemos que apiñarnos”, dijo Grande. “No estamos recibiendo suficientes recursos públicos para satisfacer esta demanda, y se necesitará tiempo para construir la infraestructura necesaria.”

Él cree que la masiva contribución financiera de los inmigrantes a San Francisco y California, se pasa a menudo por alto al debatir sobre la inmigración.

“No tiene más que recorrer nuestras calles con negocios y ver quién compra, quién está (frecuentando) este tipo de negocios y haciendo funcionar estas tiendas locales de mamá y papá —son los inmigrantes”, dijo Grande. “Si usted va a la Misión desde la calle 14 hasta la cima de la colina, si visita cada una de las tiendas de mamá y papá— va a ver quién es el dueño, quien está trabajando, contribuyendo al sistema a través de impuestos sobre la nómina y las ventas. Y eso es lo que los medios de comunicación no dicen, porque ellos prefieren centrarse en la retórica”.

Quinonuz se hizo eco de la idea de que los inmigrantes están contribuyendo más de lo que están agarrando en California.

“Estamos trabajando, aunque sea en empleos con bajos salarios; tenemos varios trabajos para llegar a fin de mes, y eso es contribuir a la sociedad en general”, dijo Quinonuz. “Hay estudios que han cuantificado esa contribución, que es mayor que lo que la gente utiliza con los beneficios.”

Un informe de 2006 del National Immigration Law Center reveló que los inmigrantes indocumentados de bajos ingresos tienen menos probabilidades de acceder a programas de asistencia pública que los ciudadanos de bajos ingresos de los EEUU.

Grande señaló otra contribución de los inmigrantes: la educación pública. La financiación que cada escuela pública recibe se asigna conforme a cifras de asistencia diaria de los estudiantes matriculados. Lo que significa que el número de estudiantes en un día dado dicta cuánto dinero recibe la escuela de los gobiernos estatal y federal.

“Cada niño que asiste a una escuela pública, significa dinero para la financiación de nuestras escuelas públicas. Por lo tanto, documentados o indocumentados, ese dinero ayuda a pagar los sueldos y la preparación de los maestros, los libros de texto y materiales básicos”, dijo Grande. “Sin los inmigrantes indocumentados, nuestras escuelas estarían vacías, especialmente cuando tantas familias se tenido que ir de San Francisco. “

Aunque es difícil cuantificar el número de estudiantes indocumentados matriculados en escuelas públicas de California, Social Contact, una organización nacional que analiza las economías locales, informó en el año 2007 que casi la mitad de la población en edad escolar eran hijos de inmigrantes.

Quinonuz dice que el propósito original de la encuesta del MAF era recopilar información acerca de la forma en que la población de inmigrantes indocumentados de la Misión piensa y siente por el dinero. Lo que encontramos es que, en general, ellos y sus familias constituyen hogares infra-bancarios que luchan para sobrevivir en una economía que flaquea.

Un informe del año 2008 de Social Contact reveló que el 44 por ciento de los hogares de la Misión no tienen historial de crédito, y que el 50 por ciento de los latinos de la Misión no sólo tienen un acceso limitado a los servicios financieros —no tienen cuenta bancaria en absoluto.

—Traducción Iñaki Fdez. de Retana