Un hombre espera frente a un refugio local para personas sin hogar. El recuento del senso ayudaré a traer fondos para programas de servicios sociales.

Larry Patterson no esperaba que miembros de la Oficina del Censo de los EEUU estuvieran en la iglesia Glide el 30 de marzo cuando se puso en la fila de acceso al comedor popular. Es algo bueno, admitió, ya que considerando su situación de nómada posiblemente no habría sido incluido en el censo.

Durante los últimos seis años, Patterson, de 43 años de edad, ha trabajado en la construcción cuando hay trabajo, pero ha estado en una situación irregular de tener y no tener casa.

Él no sabe para qué sirve el censo, pero sabe que es algo importante.

“Estoy vivo, ¿no? Soy parte de la sociedad, ¿no?” pregunta Patterson. “¿No es eso para lo que sirve el censo, contar a la gente que esta viva en esta tierra?”

Cientos de personas más como Patterson esperan en una larga cola de dos cuadras frente a la Iglesia Metodista Unificada Glide, en el barrio del Tenderloin en San Francisco. Dentro, personal de Glide y oficiales del censo llenan una habitación alimentando y contando a aquellos que a menudo son ignorados, en una de las ciudades con mayor porcentaje ‘per capita’ de gente sin hogar.

La cantidad de gente sin hogar en San Francisco se sitúa entre 6.500 y 8.600 personas durante la ultima década, según los organizadores del San Francisco Homeless Coalition, pero la cantidad real se desconoce. La inconsistencia entre las varias estadísticas sobre cuántas personas sin hogar están viviendo en la calle es lo que representa el mayor problema en los intentos de resolver la crisis.

El grupo de la oficina del censo estaba empezando su segundo día completo dedicado a contar gente sin hogar, concentrándose en los comedores populares. La iglesia Glide alimenta da de almorzar a más de mil personas a diario, lo que significa una oportunidad ideal para la que la oficina del censo pueda contar a la gente.

La Oficina del Censo ha movilizado a 800 personas para barrer 1.700 bloques durante una operación de tres días que termina el miércoles, dijo Michael Burns, que supervisa el norte de California y gran parte de la costa oeste como director regional de la zona de Seattle.

Burns comenta que es tan importante ser exacto en el recuento de la gente que vive en las calles como en el de la gente que vive en casas. Cuanto más preciso sea el recuento, más adecuadamente se podrán asignar fondos a programas sociales a nivel federal, estatal y local en una determinada región. Además, el recuento podría influir en el número de representantes asignados en las elecciones estatales y federales, ya que se basan en la cantidad de población.

Según Burns, “Se asignan $1.400 de fondos federales a California por cada persona, basándose en información del censo. Un estudio publicado recientemente por el Brookings Institute, utilizado por la Oficina del Censo y el programa JOBS Now (financiado con fondos federales para estimular la economía), muestra que este número debería ser más cercano a los $3.862. Este número podría haber sido mayor, según el portavoz del alcalde Gavin Newsom, pero el hecho de que más de 100.000 residentes de San Francisco quedaran fuera del censo en el año 2000, costó a la ciudad alrededor de $300 millones en fondos federales en los últimos diez años.

“Si te interesa beneficiar a tu barrio y a tu familia, entonces es mejor participar en el censo”, dice Burns.

Después del censo del año 2000, los legisladores comenzaron a recalcar la importancia de que el censo registre exactamente cuántas personas sin hogar hay, en vez de agruparlos bajo la categoría menos específica de ‘otros grupos no institucionalizados’.

El censo se lleva a cabo cada diez años, pero no fue hasta el año 1980 que la oficina realizó esfuerzos concertados para contar a todas estas personas. Según Burns, a la gente que actualmente no tiene donde vivir se les harán las mismas preguntas que a la gente que vive en casas, incluyendo su nombre, edad, sexo, raza y lugar de residencia. Cada trabajador del censo hace un juramento de confidencialidad que si lo rompe, le puede resultar en una cuantiosa multa y tiempo en prisión.

“El factor de confianza es critico”, dice Willa Seldon, directora ejecutiva de la iglesia Glide. “Las personas sin hogar son receptivas a la ayuda, pero se vuelven reacios al tratar con trabajadores del gobierno”.

Debido a esta circunstancia, y por segunda vez desde el censo de 1970, la oficina ha colaborado con proveedores de servicios como Dolores Street Community Services, Mission SRO Collaborative en la Misión y otros grupos de apoyo y refugios para gente sin hogar para intentar llegar a los lugares donde se reúnen las personas sin hogar. Organizadores de la campaña también han trabajado con la Oficina del Censo para proveer traductores en centros de asistencia con los cuestionarios y estableciendo lugares donde la gente pueda obtener los formularios si creen que no han sido contados.

Bajo la coalición Yes We Count!, coordinadores como Kendra Froshman del Mission SRO Collaborative han sido contratados para actuar como moderadores culturales y tender un puente entre la Oficina del Censo y lugares donde hay grandes grupos transitorios o poblaciones que no hablan inglés, como los refugios para gente sin hogar o los hoteles residenciales.

“Esa conexión con alguien que conoce a alguien ayuda a disminuir miedos y llegar al punto en que la gente escucha y colabora”, dice Burns.

Alex Darr, responsable administrativo de la Oficina del Censo de San Francisco que cubre los barrios de la Misión y Bayview, es un veterano del censo del año 2000. Contratando a residentes locales la gente no considerara un riesgo el responder al censo porque “es más fácil escuchar esto de tu vecino que de un trabajador federal”, dijo Darr.

Darr y Froshman trabajan con el programa SF Day Labor para entrenar a trabajadores temporales y domésticos a aventarse e involucrar a su comunidad en la participación activa en el censo. El grupo espera organizar una ‘Marcha al buzón’ el próximo 10 de abril, para concientizar a la gente que reside en hoteles residenciales de la Misión.

—Traducción Vene García