Para la familia de Sean Monterrosa, el sentimiento fue agridulce cuando uno de los activistas y periodistas más populares en medios sociales, Shaun King, quien además ha escrito casi 1,500 artículos sobre injusticia racial y brutalidad policial, envió una petición exigiendo justicia para Sean.

Los Monterrosa buscaron a King después de que Sean fuera asesinado el 2 de junio a manos de la policía de Vallejo. King envió un correo electrónico a nombre de Action Pac, el 10 de junio con la intención de recabar 200 mil firmas para “exigir que el Departamento de Policía de Vallejo despida al oficial Jarrett Tonn y lo acuse del asesinato de Sean Monterrosa”.

El Departamento de Policía de Vallejo no ha confirmado que Tonn haya sido el oficial que disparó, pero una fuente anónima confirmó al SF Chronicle que él fue el tirador. Aún no se han publicado imágenes grabadas con la cámara del agente sobre el tiroteo de esa noche.

“Mi hermano ya estaba de rodillas rindiéndose, sabes, [sin presentar] ninguna amenaza”, dijo Michelle, la hermana mayor de Sean.

La policía hizo una breve declaración que resumía los acontecimientos de esa noche. Según el comunicado, la policía de Vallejo respondió al saqueo de un Walgreens cuando vieron a Monterrosa arrodillado y, con lo que resultó ser un martillo de 15 pulgadas en su cintura. El oficial creyó, presuntamente, que el martillo era un arma y disparó a Monterrosa desde el parabrisas de su patrulla. La declaración agrega “que las investigaciones penales y administrativas en este asunto están en curso”.

La supervisora ​​del Distrito 9, Hillary Ronen, presentó un In Memoriam el 9 de junio reconociendo la vida y el legado de Sean. También presentó una resolución en la que pedía que Vallejo publicara las imágenes de la cámara del policía “a fin de lograr una mayor transparencia en este caso y ayudar a la familia de Sean a obtener justicia”.

La cobertura mediática de esta muerte continuará mostrando los hechos bajo diferentes luces. No obstante, Monterrosa fue mucho más de lo que la policía diga o lo que muestre cualquier plataforma: Acababa de cumplir 22 años el 24 de abril y estaba listo para conquistar el mundo con sueños de éxito, los cuales también representaban el éxito de su familia.

Sus hermanas Michelle, de 24 años, y Ashley, de 20, expresaron que él comenzó el año muy motivado. Había completado un riguroso curso de seis meses en carpintería y construcción en Job Train y se graduó como el mejor de su clase. Luego comenzó a trabajar en Cody Brock Commercial Builders, una empresa de construcción donde estuvo empleado por un breve momento hasta que comenzó la pandemia. “Tenía tanta sed de éxito”, dijo la hermana menor Ashley.

Monterrosa se mudó de regreso a casa de su familia cuando comenzó la cuarentena, viviendo nuevamente en el pequeño departamento en San Francisco en el que creció. Vivir en este hogar acogedor durante el período de cuarentena le había permitido reconectar con sus hermanas, quienes ríen al recordar cómo al tratar de ayudar a limpiar, él usó jabón para lavar platos en la sartén de hierro fundido.

“En el momento en que le puso jabón, pensé, Sean, ¿por qué lo hiciste? ¡Arruinaste mi sartén!”, recordó su hermana mayor Michelle, riendo suavemente.Ashley recordó haber intervenido para frenar la pelea, riéndose mientras decía que era igual que cuando eran niños.

De niños crecieron en el barrio Bernal Heights en San Francisco; Monterrosa quería jugar al hermano mayor que todo lo sabía, a pesar de que él era el de en medio. En momentos de conflicto entre hermanos, Ashley intervenía, no porque las cosas se intensificaran sino porque ese era su papel. “Siempre hemos sido más como trillizos porque estamos divididos por dos años”, dijeron sus hermanas.

Los hermanos no pasarían mucho tiempo juntos después de abril porque, como siempre, Monterrosa estaba pensando en cuál sería su próxima movida. A sus 13 años, vendía hot dogs afuera de los clubes y en cualquier esquina que podía. “Era el chico de los hot dogs. Vendía hot dogs envueltos en tocino, ese fue su primer trabajo”, dijo Ashley. Esto le causó muchas citaciones oficiales, pero eso nunca le impidió volver a trabajar y ganar dinero. Quería aportar financieramente a casa de cualquier forma que pudiera. Soñaba con comprarle una casa a su familia algún día.

A sus 17 años, después de que fuera citado nuevamente por vender hot dogs sin permiso fue remitido a Life Works, un programa en Horizons Unlimited con sede en la Misión. Nancy Abdul-Shakur, Directora del Programa de Empleo y Prevención de Horizons Unlimited, recordó lo que Monterrosa le comentó durante el proceso de entrevista de su solicitud: “Siento que la policía y la gente me molestan, pero sé que estoy destinado a algo más. Espero poder lograr eso aquí”.

Dentro de ese programa, Monterrosa encontró trabajo sin tener que ser acosado en las calles y recibió ayuda con sus estudios. Trabajó en DJ Project con Crystal Mendoza, quien era la directora en ese momento. Maricar Bamba, Especialista en Investigación Académica en ese mismo programa durante 2104-2015, recuerda que Monterrosa atendía a las sesiones de tutoría y regresaba seguido en su tiempo libre. Sus mentores lo describieron como trabajador, confiable, tímido, y siempre con una pequeña sonrisa muy de él. “Tierno, con una energía muy dulce”, fue la primera impresión de Mendoza cuando lo conoció.

Bamba recordó que Monterrosa se le acercó y le preguntó si podían hablar. En su oficina se echó a llorar. “Nunca lo había visto llorar”, dijo Bamba. Entre lágrimas, él le compartió que su amigo había sido asesinado. En ese momento, Bamba se dio cuenta que estaba llorando por su amigo; ella le remarcó que, por esa razón, era importante la toma de buenas decisiones. La voz de Bamba se detiene durante la entrevista y suspira la palabra ‘Dios’ antes de decir: “Pero ni siquiera eso, porque Sean tomó buenas decisiones. Creo que eso hace que esta [su] muerte sea tan difícil”.

Bamba refiere el hecho de que Monterrosa estaba de rodillas con las manos en alto cuando el oficial le disparó. Antes de su muerte, se había acercado a su familia para recolectar firmas para la petición de George Floyd. Según sus hermanas, él quería impactar el cambio y lograr que su familia firmara esta petición fue una forma en que intentó hacerlo.

Hoy, su muerte continúa provocando el cambio que él quería ver de los demás. Candy Contreras, una local de San Francisco de 22 años, inmigrante de México, dijo que estaba caminando por la Misión el 5 de junio, cuando vio una multitud reunida para conmemorar a Monterrosa. “Wow, otra persona a la que la policía dispara”, dijo Contreras al escuchar la historia de Monterrosa.

Después de esto, ella pintó un mural para Sean en un esfuerzo por que otros cuestionen al sistema y su funcionamiento dado que le falla a tantas personas de color. A veces Contreras tiene miedo porque es inmigrante y sabe que las consecuencias pueden significar regresar a México. Aunque dijo que, si llegara a ser deportada por protestar o luchar por lo que es correcto, entonces valdría la pena, aunque no sea algo que busque. “Podrías haber sido tú”, publicó Contreras en Instagram como pie de foto del mural dedicado a Monterrosa.