La expresidenta de Brasil, Dilma Rousseff. Foto: Reuters

Brasil—Después de 13 años en el poder, el Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil vio su reinado caer como un gran muro, tras el voto y aprobación del senado para imputar a la anterior presidenta Dilma Rousseff.

El Senado imputó a su primera presidenta el 31 de agosto, retirándola del cargo por el resto del periodo de gestión. La decisión fue la culminación de una lucha de poder la cual ha absorbido a la nación por meses, y ha derribado a uno de los partidos políticos más poderosos del hemisferio.

La derrota de Rousseff ocurrió cuando 81 senadores votaron 61 a 20 a favor de poner fin a su mandato. Rousseff fue condenada por violación de las leyes presupuestarias y por ocultar los crecientes problemas monetarios de la nación.

La imputación le pone fin a una era en la cual Brasil tuvo un auge económico al elevar a millones hacia la clase media y su perfil nacional en el escenario global.

Multitudes de manifestantes participan en una protesta en la avenida Paulista en San Paulo, Brasil. Foto: Miguel Schincariol/AFP

Apenas concluyó la imputación, cientos de miles de personas expresaron sentimientos encontrados, de felicidad a la desconfianza.

“Tchau Querida” (“Adiós querida”, en portugués) dijo Marilú Lugao, residente de Río de Janeiro.

Luciano Villar, quien es uno de los líderes del movimiento MUDA BRASIL (Cambia Brasil) expresó sus emociones tras el anuncio oficial de la imputación.

“Ahora nos sentimos aliviados”, dijo Villar. “Fueron trece largos años de un gobierno corrupto, que destruyó nuestra principal industria, Petrobras, y donde el desempleo alcanzó a 11 millones en el país. Ahora tenemos la sensación que el país tendrá una nueva dirección y siento que nuestro tren irá por un nuevo carril”.

“Ella carecía de todo”, añadió Mentor Muñiz Neto, un escritor de Sao Paulo quien describió la expulsión de Rousseff como una “muerte anunciada”, asegurando que ella no tenía simpatía, competencia ni humildad. “Nosotros merecemos más”.

Según la constitución brasileña, el vicepresidente se convierte en la cabeza del gobierno. Por lo tanto, Michel Temer, de 75 años de edad, quien sirvió de vicepresidente de Rousseff antes de cortar su relación con ella, continuará como presidente provisional hasta el final del término en 2018.

Aunque la mayoría de la gente quería sacar a Rousseff, hay muchos que tampoco quieren que Temer asuma el poder. Desde su nombramiento como presidente provisional en mayo, la aprobación de Temer por el pueblo, es tan lamentable como la de Rousseff.

Temer integró su gabinete exclusivamente de hombres blancos, excluyendo a mujeres y afrobrasileños como ministros. Esto se consideró un atropello en un país donde cerca del 51 por ciento de la población se define come negra o de raza mixta, según el Censo de 2010.

Daniel Cruz, quien apoya a Rousseff, no confía en Temer: “Nuestro país tiene una tendencia a empeorar y no hay razón para remover a Dilma y poner a otra persona en esa misma posición”, dijo Cruz. “Es necesario sacar a todos de sus puestos y poner a otros quienes sean responsables, tengan buen carácter y quienes puedan implementar leyes que mejoren a nuestro país. Hacer avanzar a nuestro país en todas sus facetas: la educación, la seguridad, y la salud”.

Creuza María Oliveira estaba entre los que apoyaron y acompañaron a Rousseff al Senado: “Es obviamente triste que Temer sea como una bofetada a la democracia brasileña”, dijo esta presidenta de la Federación Nacional de Trabajadoras Domésticas, la cual representa a millones de empleadas que se beneficiaron con el fortalecimiento de las leyes implementadas por Rousseff. “Dilma es una campeona de los pobres. Temer es campeón de su propia clase política, a la cual quiere proteger de la justicia”.

Hay algunos, sin embargo, quienes creen que con la salida de Rousseff, Brasil  puede evitar convertirse en su vecino, Venezuela, un país actualmente en caos.

“La administración de Temer tiene todas las condiciones necesarias para embarcarse en una nueva ruta”, declaró Philipp Schiemer, director de las operaciones en Brasil de Mercedes-Benz. “Necesitamos decidir si queremos un Brasil como Venezuela o un Brasil que pueda incluirse en el nuevo mundo”.

Aparte de las controversias, algo con lo que muchos pueden estar de acuerdo y esperar de Brasil es que el país necesita un gran cambio para poder volver a la ruta del éxito la cual llevó al país a organizar eventos como la Copa Mundial y las Olimpiadas, y a tener una de las economías más importantes.