[su_label type=»info»]Editorial[/su_label]

[su_carousel source=»media: 35794,35795,35796″ limit=»65″ link=»lightbox» target=»blank» width=»800″ height=»540″ responsive=»no» items=»1″]

“La hija del mar y el sol”

Las notas finales del himno de Puerto Rico aluden a la historia indígena Taino de la isla caribeña y su legado de resistencia colonial, pero también se refieren orgullosamente a la isla como una mujer.

Ante esto, quizás no debemos sorprendernos de que el presidente, un hombre que se ha jactado de agredir sexualmente a las mujeres, recurrió a Twitter a golpear a la isla y a su pueblo -nuestro pueblo- que todavía está recuperándose de los estragos provocados por el huracán María.

“Ellos quieren que todo se les haga”, Trump twitteó desde su club de campo en Nueva Jersey. También tiró en contra de la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz, acusándola de “pobre liderazgo” por no ser “capaz de ayudar a sus trabajadores”.

La declaración, como muchas de las vociferaciones via Twitter del presidente, apestaba a privilegio con no tan sutiles matices de racismo.

En 140 caracteres el presidente esencialmente llamó a los puertorriqueños -que son ciudadanos estadounidenses literalmente luchando por mantenerse vivos- perezosos. Como de costumbre la ironía de nivelar tal acusación se perdió en el presidente.

La cantante Maria Medina Serafin levanta su puño mientras canta “Viva Puerto Rico”, durante la marcha de solidaridad. Foto: Adelyna Tirado

Cuando los huracanes Harvey e Irma devastaron Houston y Luisiana, respectivamente, el presidente no acusó a los residentes predominantemente blancos de esos estados por siempre querer ayuda financiera. Sin embargo, sentía que era necesario hacerlo con los ciudadanos de Puerto Rico, una isla que había perdido casi toda la electricidad, que tenía gran parte de su infraestructura devastada y que vio a los pacientes en la Unidad de Cuidados Intensivos morir por la falta de atención adecuada para los más necesitados.

Pero la isla y su gente, a pesar de los tweets del presidente, se levantaron de entre los escombros, y siguen haciéndolo. El alcalde de San Juan anduvo entre las aguas buscando sobrevivientes. Los ciudadanos, utilizando las herramientas que tenían, despejaron lo que quedaba en las carreteras. La gente en el continente americano ha reunido y recogido materiales tales como agua embotellada y pañales, que están en camino a la isla en este mismo momento.

Eso es liderazgo. Eso es Fuerza. Esa es la resiliencia de ‘La hija del mar y el sol’.