Reseña de Libro: Rating Deep Down Dark: 4 de 5

El minero Raúl Bustos abraza a una mujer luego de ser rescatado de una mina de oro y cobre en San José, Chile, donde estuvo atrapado junto con otro 32 mineros cerca de dos meses. Foto de Hugo Infante
cortesía del gobierno chileno.

 

Por Atticus Morris

En su libro Deep Down Dark (Farrar, Strauss and Giroux, 2014), de reciente publicación, el escritor y periodista Héctor Tobar brinda al mundo una explicación completa de la horrorosa experiencia de 33 chilenos, que en 2010 quedaron atrapados a más de 2 mil pies bajo tierra durante 69 días, a consecuencia de un catastrófico accidente minero. En el proceso, Tobar le ha hecho justicia a la historia de estos hombres.

El volumen de 300 páginas se puede dividir en varias secciones: los antecedentes o contexto; el accidente como tal; el tiempo transcurrido desde el accidente hasta el momento inicial en que los rescatistas entraron en contacto con los mineros; el proceso de los esfuerzos reales de rescate y las consecuencias.

Tobar comienza por ubicarnos en el Desierto de Atacama, al norte de Chile, uno de los lugares más áridos de la Tierra y locación donde ocurre esta historia: la Mina San José. Nos cuenta la cotidianidad de la vida de un minero, los peligros del trabajo y cuán atrayente pueden ser las lucrativas jornadas laborales de doce horas. Los hombres de la Mina San José, nos hace saber Tobar, vienen de lugares tan cercanos como el pueblo de Copiapó, en la frontera del desierto, y de lugares tan lejanos como el sur de Chile.

El accidente ocurrió el 5 de agosto de 2010, cuando una piedra de diorita del tamaño de un rascacielos se desprendió y bloqueó como una guillotina la salida de la mina. Obligados a trabajar en equipo, los hombres atrapados lograron sobrevivir durante 17 días a base de consumir agua contaminada de aceite, la cual extraían de sus equipos de minería, y una ración diaria de cien calorías en galletas y atún enlatado.

Hector Tobar, anterior Editor de El Tecolote y autor de Deep Down Dark. Cortesía hectortobar.com

Al transcurrir dos semanas y media, los hombres comenzaron a morir de hambre. Uno de los mineros plasmó cuidadosamente en su diario los sucesos de cada día. Algunos de los hombres tras perder la esperanza, se acostaban esperando que llegara la muerte. Otros se rebelaron, desafiantes, contra su circunstancia y otros más se refugiaron en su fe.

Uno de los mineros más viejos, hombre muy devoto, adoptó el papel de pastor y condujo los rezos diarios en el lugar, a los que incluso los no creyentes eventualmente terminaron asistiendo. Hay una descripción muy conmovedora de cómo esta actividad diaria se convirtió en ritual y “eventualmente en sesiones de autocrítica, en las cuales los hombres se disculpaban unos con los otros por sus transgresiones”.

Tobar logra poner en perspectiva la vida de estos hombres, como mineros e individuos. Sus personalidades emergen a través de la descripción de las acciones de cada uno, entremezcladas con detalles del trasfondo.

Antes del prólogo, Tobar también incluye fotos de los 33 hombres junto con sus nombres, excelente detalle, pues al permitirle al lector ponerle una cara a cada nombre, el darle vida a estos hombres se vuelve más real.

Casi todos los mineros eran hombres de familia, así que Tobar también agrega al recuento de lo que ocurría en la superficie una descripción de los sufrimientos de esas familias.

Las familias acudieron en masa a la entrada de la mina y construyeron un pueblo improvisado llamado Campo Esperanza, el cual se convirtió en punto focal para varias caridades y simpatizantes. Todo Chile y muchas partes del mundo se unieron para dar apoyo a Los 33. El gobierno chileno, que generalmente evita involucrarse en accidentes de este tipo, encabezó los esfuerzos de rescate: trazó tres planes distintos de perforación (A, B y C), con la esperanza de que uno de ellos lograra llegar hasta los hombres atrapados.

Deep Down Dark Book cover.

El día 18, finalmente se logró hacer contacto mediante un pozo de perforación de 4.5 pulgadas de diámetro. Los hombres, ya a punto de morir de hambre, comenzaron a recibir comida, agua pura y ropa desde la superficie, pero se les informó que probablemente pasarían meses antes de que pudieran escapar.

Cuando el Plan B de perforación finalmente logra su objetivo, el 19 de octubre, al crear un túnel por el cual pudiera pasar un hombre, comenzó el cuidadoso proceso de extraer de la tierra a 33 hombres.

El rescate en vivo de los mineros se logró transmitir en cadenas televisivas de noticias de los EEUU, proeza que solo pocas historias de Latinoamérica han logrado; ello dice mucho de lo extraordinario de este relato.

Al principio, los hombres recibieron mucha adulación y la prensa los trató como héroes, pero luego se les dejó solos en la tarea de sanar el trauma y darle un significado personal a esta experiencia.

El enfoque sistemático a la narración de Tobar y su prosa simple y sin adornos, resalta su formación como periodista. Ello también lo hace muy adecuado para contar la historia real de Los 33.

Héctor Tobar es autor de cuatro libros y ha publicado en The New Yorker y en LA Weekly. Trabajó en Los Angeles Times durante dos décadas realizando distintas funciones. En 1987 fue Director Editorial de El Tecolote.

—Traducción Sandra Valmaña Lastres